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San Juan y Boedo y todo el cielo

Este domingo es un día histórico para San Lorenzo de Almagro, ya que tomará posesión del terreno adonde se asentaba su vieja cancha en la avenida La Plata. Un humilde homenaje de un simpatizante mendocino

30 de junio, 2019 - 20:10

El viejo nunca incidió en las decisiones de sus hijos. Libre albedrío para estudiar, laburar y para elegir, sobre todo, la causa futbolística. Así la nena fue de Racing (y bue...), el mayor de los varones de Boca (por Dio…) y penúltimo de River (en fin…). Si bien había sentido de pertenencia total y absoluta con el club que quedaba a tres cuadras de casa (sabrán bien que nacimos en San José) la diferencia era notoria cuando se trataba de los sentimientos afistas.

La radio, poderosa aliada de las emociones y la imaginación nos retrataba los goles aún sin verlos. Y eran tardes o noches de estar al mango morfándose las uñas o carburando la gambeta de tu ídolo virtual en la voz de un mágico relator. Y los sentimientos no se explican, se sienten. 

Un día Luis, mi papá, me contó que con su primo Humberto, que vivía en la calle Senillosa en pleno barrio de Boedo, fueron al Gasómetro a ver a San Lorenzo. Hace poco mi hermano, el bostero, me contó que los acompañó aquel día. 

Tinelli, Lammens, y directivos del hipermercado de origen francés

Mi recordado viejo era viajante de una maderera local e iba con frecuencia a Buenos Aires. Y claro, la posibilidad de ver su Santo querido era más frecuente. Inclusive estuvo aquel famoso día del 5 a 2 de Gimnasia con la anécdota del árbitro Goicochea pidiéndole calma al Victor y sus compadres.

Nunca incidió el viejo, pero su diario de viajes con el Ciclón como timonel me subyugaron. No hace falta decir que las corajeadas del Ratón Ayala (el verdadero), los cabezazos de Victorio Nicolás Cocco, el criterio del Oveja Telch, el sacrificio del chaqueño Chazarreta y los bombazos de Héctor Scotta me conmovieron via relato suyo y además visiblemente graficados en la revista Goles que compraba cada semana. Sí señor, yo era de San Lorenzo, como mi viejo. Juntos hicimos causa y efecto en los esplendorosos tiempos, con el doblete del 72 y el Nacional del 74. 

Y también en los tenebrosos tiempos de desteñidas campañas incluido el descenso de 1981. Y también el contubernio entre Cacciatore y una empresa francesa que nos dejó sin tierra Santa, nuestro suelo propio en el barrio de Boedo, que nos obligó a andar numerosos y errantes por otros campos de juego. El destino de San Lorenzo parecía tener puntos de contacto con el de mi viejo. La 1050 obligó a tener que vender la casona de San José y de allí a ir a vivir a lo de una amorosa tía.

Un día San Lorenzo levantó otra cancha y acá mi viejo levantó otra casa. Y ambos se emborracharon por volver a celebrarlo. Como también en aquel hito de 1995, que después de tantos años de penurias volvíamos a paladear un título. 

Mi viejo me hablaba de aquella cancha de tablones, de los carnavales del barrio, de la Avenida La Plata y yo una vez leí en la Pelo que Santana tocó ahí. Más me enorgullecía.

No nací en el barrio de Boedo sino a mil kilómetros, en San José. Hoy estoy a siete minutos de mi barrio natal y cercano en la felicidad a la de gente de todas las edades, que como mi viejo, conocieron aquella cancha y hoy celebran este retorno al barrio. 

A los amigos de la anti doble camiseta, mis respetuosos saludos. Hoy quiero llorar de emoción. Porque San Lorenzo es mi viejo.

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