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Iphone vs Huawei

03 de junio, 2019 - 10:38

Uno de los mitos más extendidos por el globalismo y difundido por todos sus cultores es que las tecnologías tenían un carácter universal, ya que habían aprendido a superar las viejas barreras interpuestas por las perimidas fronteras nacionales. Para ellos, los nacionalismos eran cosa del pasado, ya que se imponía lo transnacional.

Pero, siempre hay un pero, como decía mi abuela. Y ese “pero” es  la creciente guerra comercial entre los EE.UU. y China. Los dos gigantes tecnológicos están desmintiendo este acerto. Para nosotros, no es que lo nacional haya vuelto, es que nunca se fue.

Sea que se trate de empresas, de redes de Internet y hasta de gadgets como un Smartphone, todo ha pasado a tener un sentido de pertenencia y éste es nacional.

Junto con ellos, no podía ser de otro modo, vienen a caballo las ideologías y las correspondientes visiones geopolíticas.

Si en los años previos a la 2da Guerra Mundial, Mercedez Benz era sinónimo de Alemania y Rolls Royce lo era de la Gran Bretaña, hoy, el Iphone lo es de los EE.UU. como el Huawei lo es de China.

De un lado, se suman al conocido y deseado Smartphone norteamericano, la Internet regulada sólo por el mercado y el buscador todoterreno Google. Del otro, junto el “humilde” pero tecnológicamente avanzado competidor chino, viene marchando la Internet regulada por el Estado, Alibaba,  y la nueva Ruta de la Seda.

Sobre estos ejes principales se alinean, como satélites, el resto. Desde la sofisticada Europa hasta la pastoril África, sin excluir, especialmente, al mundo de lo virtual y al del espacio exterior, los que pasan a convertirse en áreas de influencia a ser disputadas por los dos gigantes.

Lo que empezó como una simple guerra comercial y tecnológica, bien puede escalar. De hecho está escalando. Los canadienses, a pedido de los norteamericanos, han encarcelado a una CEO de Huawei, mientras que los controladores de la Internet china acaban de censurar a todos sus ciudadanos que recordaron el 30º aniversario de los sucesos de la plaza Tiananmen.

¿Cómo puede seguir la escalada? No lo sabemos. Solo sabemos que ambos bandos vienen por todo. Y que en el medio estamos nosotros.

Concretamente, la Argentina es concebida como un “objetivo geopolítico” por ambos. Por los EE.UU., porque estamos en su supuesto “patio trasero” que marca su Doctrina Monroe, y por China, porque somos uno de sus principales proveedores de comida y el destino de varias de sus inversiones en infraestructura.

Llegado a este punto, las naciones de tamaño intermedio, como la nuestra, se deberían preguntar de qué lado les conviene estar.

Algunas de ellas se atreven a enarbolar la vieja doctrina de la Tercera Posición. Nosotros deberíamos hacerlo, al menos, desde el punto de vista del pensamiento.