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Esposas y laburos, hay en todos lados

“Todos los que subían, preguntaban: ¿cómo van, cómo van? 2 a 1 gana Racing..”

21 de mayo, 2019 - 10:09

Pero, Hueso, ¿cómo se te ocurre arriesgar el laburo por una pelotudez así? ¿Tás en pedo con agua, vos? ¿Cómo querés que la Cinthia no te deje el culo morado de una patada? ¡Lo mínimo que podía hacer! ¡Pobre mina!

–Es que vos no entendés, Patán. Vos no entendés nada, ¿me explico? Tenés menos sensibilidad que el fútbol australiano, Patán. Robocop es el Dalai Lama al lado tuyo. Yo te quiero, Patán, pero sos más boludo que un tren. Vos por dos mangos, entregás el tirapedos. Te bajás los lienzos más rápido que una liebre que ya se mea. ¿Cómo iba a dejar a toda esa gente así? ¿Cómo los iba a dejar así? Vos porque no estabas ahí. Bueno, si hubieras estado, te hubiésemos bajado a gargajos. Tenés menos sentimiento que un posnet, Patán. ¡Si vos hubieras visto a esa gente! ¡Si hubieses podido ver a toda esa gente!

–Pero te quedaste sin laburo, loco. ¡Sin laburo y sin esposa! ¿Te parece nada? La Cinthia te dejó el orto como una rosa. ¡Te quedaste en la calle por una güevada! ¿Entendés, Hueso? ¡Por una güevada!

-¡Vos no entendés, Patán! La gente tiene sentimiento. Tiene alma. Puta, ¿por qué no te hiciste político vos? ¡Si sos más garca que un concejal! Había mujeres comiéndose las uñas. Niños que ni pestañeaban. Hombres de laburo, de mucho laburo, que no me sacaban la oreja de encima. Que se les fue el sueño, la modorra. ¿Entendés?

–No te entiendo, loco. Disculpame, pero no te entiendo.

-Yo te explico. Sé que no me vas a entender. Pero te lo vuelvo a explicar igual. ¿Sabés por qué? Porque me emociona contarlo de nuevo. Lo vuelvo a contar, y se me caen las lágrimas, ¿entendés? ¡Se me caen las lágrimas! Así. Fácil te lo digo.

Salí para el laburo. Un laburo de mierda, ¿capito? Vender lo que la gente no necesita, ¿es un laburo de mierda o no es un laburo de mierda? No me contestés. Salgo, y engancho el 104 del Grupo 8, por la Gualberto Godoy. A mí lo único que me hace feliz cuando voy a ese laburo del orto es ir escuchando radio en el bondi. Pero escuchando radio como lo hacía mi abuelo Samuel, ¿comprendés? Mi abuelo escuchaba radio y el barrio se informaba. No como los pendejos de ahora que se ponen esos cables en las pailas y van con una cara de choto recién diplomado que voltean. La radio es para compartir, no para pichulear.

Encaré para el último asiento, del lado de la ventanilla. En la misma línea del colectivero. ¿Te ubicás? ¡Qué puta te vas a ubicar si tenés menos bondi que Gabriel Canci vos! Prendo la radio y el Turco Wehbe estaba al palo. Boca y Racing completaban el partido suspendido. El Turco venía como trompada de pícaro. Le ardía la garganta relatando. Racing se lo había dado vuelta en 10 minutos. Le cascoteaba el arco a Boca como tu suegra a vos, más o menos. Le entraba por todos lados. ¡Era un delirio el relato del Turco! Y la gente que venía en el bondi se empezó a enganchar. Adelante quedó solo el chofer. Todos se vinieron cerca mío. Bien cerquita mío. Yo me hacía el gil, pero todos estaban pendiente de mi radio. Al único que no le interesaba el partido era a un flaquito, mitad flogger, mitad emo, que venía con unos chupines verde agua, ¡mi amor!

¡Imagináte! Los monos lo empezaron a correr hasta que se bajó. Yo creo que se bajó más por el julepe que por otra cosa. Boca estaba para cualquier cosa. El Turco te hacía tiritar de la emoción. ¡2 a 1 Racing en 10 minutos! Íbamos por la Adolfo Calle. Cruzando el puente del Acceso Sur ¡Qué lindo se veía! El sol se iba poniendo en la montaña. Todo el bondi escuchando la radio. Abuelos, niños, abuelas, señoras, estudiantes, albañiles. Todos, todos.

Es la magia del fútbol por radio, ¿podés entender? ¡Y viajando en bondi! Si lo ves por la tele, no es lo mismo. El fútbol se siente de verdad por radio. De lo contrario, no es fútbol. ¿O vos has visto a los monos con televisor en las tribunas? ¡Ni en pedo! ¡Todos están a full con la radio! De pronto, Milito clava el tercero, pero le cobran offside. Una abuela que venía cerca, puteaba. ¡Te juro que puteaba! Un pibe, onda estudiante de Farmacia, se agarraba la cabeza. Otro flaco que se sentó al lado mío, casi que se me apoyaba en el hombro para poder escuchar bien. ¡Todo el mundo venía escuchando mi radio! ¿Sabés lo que es eso? Me acordaba de mi abuelo, te juro. Hasta el chofer venía con los repollos atentos. Si creo que bajó la velocidad para poder escuchar. ¡Imagináte! ¡En plena Costanera y José Vicente Zapata! ¡Con el kilombo de autos que hay ahí! Había unos compadres que venían de laburar en la construcción. En la cabeza traían gorra, cal, arena, portland, tierra, yeso, lana, pintura. ¡Lo que vos quieras! Todos los que subían, preguntaban: “¿cómo van, cómo van?. “2 a 1 gana Racing", contestaba el flaco que venía al lado mío. Pero lo decía rápido, como diciendo “callate, pelotudo, y escuchá". ¿Entendés? Todos teníamos más nervios que un macrista en el barrio La Gloria. Algunos chistaban, otros hacían muecas, bufaban. O tiraban un “la reputísima madre", como para adentro, ¿entendés?

Pasamos el Hospital Central. Doblamos por Salta. Ya faltaban 5 o 6 minutos para terminar. Boca tenía cuatro delanteros en cancha. Llovían centros como misiles en Sarajevo. Los de Racing la sacaban con el culo, con la nariz, en la línea. La gente en el bondi se comía las uñas. Se relamía. Nadie hablaba. Todos atentos. El Turco nos ponía tiesos con su relato. En una de esas, se me va la onda. No se escuchaba. Un pibito me clavó la vista y yo sabía que me estaba diciendo: “Pedazo de boludo, manejate". Volvió la onda . Doblamos por la calle Córdoba. Y ya me tenía que bajar. El árbitro adiciona 3 minutos. ¿Cómo mierda hago? ¿Cómo hacía? ¡Faltaban 3 minutos! El bondi, todo, era un partido de fútbol. ¿Me podés entender, Patán?

Amago a levantarme. El flaco que venía al lado mío, como un rayo, me puso la mano en el pecho y me mira. Te juro que leí lo que me decía con sus ojos: “Pará, culiado, ¿ahora te vas a bajar?". Una tía, parecida a mi tía Mirtha, abrió los ojos y es como si me hubiera dicho: “Nene, ¿estás loco? Faltan 3 minutos. ¿Adónde te tenés que ir? ¿Me podés explicar?".

Todo el micro, sin decirme nada, me pedía que me quedara. Que no me bajara, ¿entendés, Patán? Todo el pasaje me suplicó que no lo hiciera. Que no baje. Faltaban solo 3 minutos. Sólo 3. Yo tenía en mis manos la existencia de toda esa gente: su vida, su felicidad, su dicha. Yo podía hacerlos olvidar, por un momento, de la perra realidad.

Esa gente dependía de mí. De mi radio. Del relato del Turco Wehbe.

¿Cómo mierda querés que me bajara, Patán? ¿Me lo podés explicar? ¿A vos te parece que yo podía dejar a toda esa gente así? ¿A vos te parece?

–Sí, y seguiste de largo y perdiste el laburo. Y para colmo, la Cinthia te colgó la galleta, Hueso...

–Mirá, Patán. Clarito te lo voy a decir. Y una sola vez. Escuchá bien: esposas y laburo, hay en todos lados. ¿Okey?