20 de mayo, 2019 - 07:13

No se sabe aún si la jugada fue magistral o un manotazo de ahogado. La sorpresa fue tan grande que algunos la tomaron como chiste, no pudieron dar crédito a semejante versión. En síntesis, todo el mundo quedó como en el tango Desencuentro: "...estás desorientado y no sabés, que trole hay que tomar para seguir".

Pensar en una lógica del anuncio suena complejo. Tal vez va en consonancia con esa nueva imagen que se pretende mostrar: la “Cristina buena” de la que hablaba el mismo Alberto Fernández. Tal vez en consonancia con sus dichos insólitos en la Feria del Libro, donde elogió a Donald Trump.

Este tipo de razonamientos redundan, finalmente, en una necesidad que intuye como necesaria, y es perforar el techo de su núcleo duro, que la acompañará hasta el final, pero que a todas luces no alcanzaría.

Alberto le da llegada a lugares que necesita. Fundamentalmente al establishment. Alberto ya demostró poder entrar a la Corte Suprema como Pancho por su casa, operar sobre la Justicia, y encima prometió que tronará el escarmiento sobre los jueces que se atrevieron con ella.

Hasta dio los nombres de los jueces que sufrirán esa venganza: "Algún día Ercolini, Bonadio, Irurzun, Hornos y Gemignani van a tener que explicar las barrabasadas que escribieron para cumplir con el poder de turno", disparó.

Alberto, se sabe, fue el artífice de la buena relación con Clarín en tiempos de Néstor, grupo percibido por Cristina, siempre, como su principal partido opositor. Y en algunos círculos se habló incluso de una propuesta de tregua de la ex al todopoderoso multimedio rival.

¿Alcanza con esta alquimia para dar vuelta lo que parece difícil? CFK siempre se vio a sí misma como una instancia superadora del peronismo, como la etapa superior de algo que, muchas veces, desdeñó, como es el tradicional pejotismo (aunque se sirvió a sus anchas de él, y de hecho fidelizó a algunos caciques que representan lo peor del movimiento, como Insfrán).

Ahora vuelve a ellos buscando que le den lo que le falta. Y es curioso que el movimiento la reciba en su casa, la siente en la cabecera, la apañen los maltratados, a los que mandó a “suturarse el orto” sin miramientos.

Por otro lado, ¿qué gana Alberto Fernández con esto? Por lo menos, una vuelta a los primeros planos de la política. Si siempre fue un operador más o menos oculto, aunque formó parte del grupo Calafate, allá por fines de los ’90, cuando nadie daba dos pesos por el matrimonio sureño, y ahí cosechó su cargo más importante como jefe de Gabinete, no parece muy razonable que se inmole por alguien de quien hace un rato nomás hablaba pestes.

Muchos piensan, volviendo al tango del inicio, que puede pasarle lo que se cuenta en otro de sus versos: "La araña que salvaste te picó, que vas a hacer?". Imaginan un títere que saldrá eyectado a la primera de cambio si la fórmula alcanza el poder. Lo comparan con Cámpora y su triste papel de esbirro, pero Alberto parece demasiado astuto para eso.

Si la apuesta de máxima es alinear a todo el peronismo, los federales detrás de Alberto y el kirchnerismo detrás de ella, no parece estar resultando, al menos inicialmente. El único que dio señal de sumarse es el cada vez más opaco Sergio Massa.

Duhalde, por ejemplo, el hombre que hizo el armado para que Lavagna sea candidato, comparó la movida con la quema del cajón de Herminio Iglesias, es decir, una fórmula totalmente piantavotos.

Por otra parte, Cristina sabe que si llega al gobierno hay un fuerte trabajo sucio que hacer. Ya no está la soja a 600 dólares, apenas pasa los 200. El mundo está en guerra comercial, y el salvavidas de plomo que dejó al irse, con un déficit galopante, aún no fue desactivado.

¿Será que Alberto haga el trabajo sucio, pague con el desprestigio, para que un operativo clamor la deposite en el sillón con el incendio apagado? Cuando sucedió eso, mal no les fue. el duhaldismo hizo el superajuste y ellos llegaron a la Rosada con el viento inflándole las velas como nunca y superávits gemelos.

Por ahora todo es especulación. Se supone que con el correr de los días se irá aclarando el panorama, al menos si los protagonistas hablan, dan pistas, explican por qué, en lugar de que el candidato a presidente anuncie quién será su vice, fue a la inversa, con la vice anunciando quien será su candidato a presidente.

En el tango la historia termina mal: "...ni el tiro del final te va a salir". Pero esta Argentina parece no tener música, solo ruidos.