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Convocatoria al diálogo: es aquí y ahora

13 de mayo, 2019 - 07:12

Podemos discutir si la convocatoria al gran acuerdo político, económico y social del Presidente Macri llega con cierto atraso o no. Si la puja electoral que se palpa en todos lados, todos los días, no empaña semejante gesto de apertura. Si los puntos expresados en la carta de consenso son más o menos importantes -o acaso urgentes- que otros.

Podemos discutir eso y unas cuantas cosas más. Pero tengamos la grandeza, todos, de mirar para atrás y reconocer cuánto bien le hubiera hecho al país concretar acuerdos como este, no en uno sino en varios momentos de nuestra convulsionada historia reciente.

¿Qué quiero decir? Que no deberíamos perder ni un minuto debatiendo la necesidad de avanzar en iniciativas como la que puso sobre la mesa Cambiemos. Y para ello hace falta sacar a relucir un valor intrínseco de la buena política: la madurez.

Quienes formamos parte de la coalición gobernante, las distintas vertientes opositoras, las organizaciones referentes de los sectores de la producción y el trabajo, tenemos que asumir con determinación el partido que nos toca jugar en esta Argentina que quiere despertarse.

Que todo cuesta más cuando se aproximan las elecciones lo sabemos. Estamos acostumbrados a pensar que detrás de todo lo que hace o deja de hacer el de enfrente hay una motivación puramente electoralista. Pero los que rechazan o menosprecian la convocatoria con ese argumento, ¿no terminan actuando acorde a esa lógica?

Si le pegamos un portazo al diálogo apelando exclusivamente al calendario como justificación, estamos realmente complicados.

Los diez puntos propuestos por Macri no son un programa de Gobierno. Son prioridades de Estado. Y como tales, pueden y deben ser enriquecidas con el aporte valioso de todas las fuerzas políticas y todos los sectores comprometidos.

Si podemos encauzar este llamado abierto al diálogo vamos a dar al mundo, de una vez por todas, las señales que espera de la Argentina para saber que más allá de las obvias y necesarias diferencias políticas, hay un consenso fuerte y sincero en torno a cómo erigirnos en un Estado viable, moderno, justo y competente para garantizar la seguridad jurídica de las inversiones que tanto necesitamos.

Es imposible colgarnos la etiqueta de confiables hacia afuera si adentro no exhibimos una mínima dosis de empatía política.

De eso se trata. De superar la preocupación excluyente por las obligaciones partidarias y las ambiciones personales de cada uno. De ampliar la mirada.

Es momento de pensar en la Argentina que queremos y actuar en consecuencia. Lo demás puede esperar.