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Turbulencia en el PJ mendocino presagia que no quieren gobernar

22 de abril, 2019 - 07:11

Lo que parecía ser solamente un trámite, no lo fue. Las que parecían convicciones inalterables tampoco lo fueron. El camino del justicialismo local solo se muestra desbordante de golpes bajos, chicanas y una multiplicidad de dirigentes con una sola ambición: un carguito para no quedar afuera de la torta.

Quizá esto último, más allá de lo reprochable, es demostrativo de que hay sectores que no están dispuestos a trabajar con mucho esfuerzo, postergando todo, para ganar las elecciones generales y volver a gobernar la provincia.

El foco que analiza al principal partido de la oposición en Mendoza ha detectado que son muy pocos los de la denominada primera línea peronista con voluntad y renunciamiento en pos de esa mentada unidad, que tampoco fue.

Un dorado eslabón que de haberse alcanzado, otra sería la historia para un Frente Cambia Mendoza que lo único que lo tiene fuertemente entretenido es su interna entre Omar De Marchi y Rodolfo Suárez. Total, el justicialismo está desperdigado perdiendo fuerza.

El núcleo del oficialismo entendía muy bien lo que significaba esa unidad del PJ. Porque si bien el espíritu de las PASO es la depuración de los partidos políticos y brindar oportunidades a dirigentes a los que, en otros tiempos, se los devoraban las internas, también las primarias permiten la oportunidad de poder aglutinar voluntades políticas en una suerte de unidad para poder alcanzar ese objetivo de gobernar.

Algo que benefició en el 2015 para que Alfredo Cornejo llegara a la Gobernación con lo justo. Hoy la historia es distinta con un oficialismo que aún con dos precandidatos para las PASO, se impondría en las generales. Una cuestión que no pueden decir lo mismo desde las filas peronistas.

Los radicales y sus aliados en Cambiemos se entraron a preocupar cuando sonó muy fuerte la fórmula de Alejandro Bermejo y Anabel Fernández Sagasti. Sobre todo, después de esa foto que en el departamento San Martín logró el jefe comunal de allí, Jorge Giménez, con Fernández Sagasti y Bermejo.

A partir de ahí se tejieron hipótesis de toda índole, pero algo quedaba seguro: de esta manera y con unidad el PJ se transformaba en hueso electoral duro de roer.

Fue el momento en que aparecieron las viejas y mañosas manos dirigenciales de los que siempre caen parados y en el carguito que les da un poquito de oxígeno para que no los devore la historia. Personajes que no han deslumbrado por ser capaces en política, sino por ser expertos en enroque para alcanzar sus oscuros objetivos. Sin importar que su accionar dañe a su partido, a sus “compañeros” y a la misma causa.

De esos oscuros riñones salió la opereta de que Alejandro Bermejo compondría la fórmula con el diputado nacional José Luis Ramón.

El objetivo se logró: crear mayor confusión entre los peronistas, desgastar al líder de Protectora Fuerza Política y alejar esa tan importante unidad del justicialismo, que aseguraba posibilidades de triunfo. Pero dejaba afuera a los ambiciosos del poder, una cuestión que no debía suceder bajo ninguna circunstancia.

Otro símbolo de que nunca se podría haber logrado la mentada unidad justicialista es el desdoblamiento de cuatro intendencias claves. A la gente le queda claro que la disputa de los cuatro jefes comunales era por su reelección y no constituirse en el bloque compacto que traccione a todos hacia un mismo punto de encuentro.

Así las cosas y cuando están feneciendo los tiempos, aparecen las fórmulas con las que el justicialismo se presentará en las Primarias del 19 de junio. Fecha en la que habrá ganadores y perdedores, pero no esa unidad donde el PJ se fortalecía ante la fuerte embestida que constituirá el duro bastión llamado Cambia Mendoza.

Por eso, en este estado de situación todos miran para el costado, sobre todo los que lograron el carguito de permanencia. Mientras, la cuesta arriba para Alejandro Bermejo y Anabel Fernández Sagasti solo habla de otra oportunidad que estaría perdiendo un peronismo que no puede levantar cabeza desde 2015.

Y no la levantará si siguen teniendo protagonismo los que observan en la más absoluta de las mezquinas chaturas. Ahí en el foco irradiante de las turbulencias, donde sobresale la actitud de no querer gobernar la provincia.