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Assange: crónica de una entrega anunciada

Julian Assange, fundador de Wikileaks, fue detenido ayer por Scotland Yard en la embajada ecuatoriana en el Reino Unido. Su detención culmina una persecución de siete años

12 de abril, 2019 - 15:57

Finalmente el gobierno de Lenin Moreno, presidente ecuatoriano, sintió que rebalsó el vaso y dio por terminado el asilo al australiano y prófugo de la justicia, Julian Assange. Vale recordar que Assange se encontraba prófugo de dos acusaciones distintas. La primera, una denuncia de abuso sexual en Suecia y la segunda, una colaboración para el robo de secretos de estado estadounidenses.

Varios interrogantes se abren sobre el por qué ahora. Si bien el gobierno ecuatoriano aduce hartazgo sobre las constantes violaciones de protocolo por parte de Assange, cosa que guarda cierto grado de veracidad, las razones más profundas obedecen a un cambio en la política exterior ecuatoriana que viró casi 180 grados tras la salida de Rafael Correa. Al día de hoy, es difícil saber qué objetivos persiguió Correa con semejante decisión ya que Ecuador no reportó ganancia alguna tras la enorme apuesta que representaba cobijar y otorgarle la ciudadanía a un prófugo de la justicia de dos países. La bondad en el sistema internacional no paga.

Existen, naturalmente, otras razones que se ponen en el tapete. La más fuerte de ellas es que Wikileaks filtró información sobre un caso de corrupción que se denominó como INA Papers que involucraba al mismísimo Lenin Moreno. Ello, desde este ángulo, habría propiciado la represalia.

Una de las condiciones que solicitó el gobierno ecuatoriano a la justicia británica es que Assange no podía ser extraditado a un país que contemplara la pena de muerta, haciendo clara alusión a los Estados Unidos. Esto, sin embargo, entra en contradicción con los hechos ya que el pedido formal para la captura (y extradición) de Assange según las autoridades británicas provino de los Estados Unidos y no de Suecia.

La detención de Assange da lugar un debate muy profundo respecto del alcance de la justicia y los Estados respecto a la información y la libertad de prensa. Una que debe comprender que legalidad, derecho y moral corren por senderos diferentes. El calibre de las denuncias vertidas por Wikileaks elevó este caso a una opinión pública global y convirtió a su líder en un mártir. Ello también permitió que una acusación gravísima como es la de abuso sexual quede relegada y hasta puesta en duda considerando los actores del caso. En definitiva, la situación se vició rápidamente. La gran preocupación que sí debe contemplarse es la situación de los editores y periodistas que en un futuro se hagan de información sensible. Estados Unidos une en su acusación a Assange con quien hoy conocemos como Chelsea Manning (antes conocido como Bradley Edward Manning) quien ofició de perpetrador del robo de información secreta. Esa supuesta vinculación, puesta en duda por los colegas de Assange, representa un alarmante signo de atención ya que establece un peligroso antecedente. Lo que cabe preguntarse es si el caso Assange sirva de piedra basal para un ejercicio de auto censura y limite, así, la capacidad de quien supo saberse el cuarto poder.