|10/02/19 09:00 AM

El desafío de ganar con una economía en crisis

11 de febrero, 2019 - 07:11

Prácticamente ninguno de los indicadores de la economía real muestra síntomas alentadores por estos días, pensando en una eventual recuperación que favorezca las pretensiones del Gobierno de renovar su mandato en las elecciones de octubre.

Salvo por el sector agroindustrial, que prevé para esta temporada una cosecha significativamente mejor que la registrada el año pasado, cuando una fenomenal sequía afectó la producción chacarera, la enorme mayoría de los rubros que conforman la actividad económica se mantienen en rojo.

Y de acuerdo con especialistas, se espera que así continúen, sin experimentar signos de rehabilitación, al menos hasta después del primer trimestre de este año, incluso en momentos en los que el Gobierno planea intensificar su plan de ajuste diseñado a pedido del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Pensando en los comicios presidenciales que se avecinan, este contexto representa un desafío mayúsculo para el oficialismo, que deberá afrontar una campaña electoral con una economía claramente en crisis y que es poco probable que atisbe una luz al final del túnel justo a tiempo antes de las elecciones.

En este sentido, el propio presidente Mauricio Macri admitió en estos días que "está costando más" de lo que había imaginado bajar la inflación en la Argentina, después de que el costo de vida aumentara ¡47,6 por ciento! en 2018, la cifra más alta en 27 años, según datos oficiales.

Está previsto, de todos modos, que los servicios públicos se mantengan en alza a lo largo de 2019, como parte del programa que lleva adelante la Casa Rosada para reducir el déficit de las cuentas públicas nacionales, siguiendo al pie de la letra recetas del FMI.

A propósito, Macri sostuvo que "la inflación se combate no gastando más de lo que uno tiene" e insistió en que "la Argentina arrastra este problema desde hace décadas", buscando así robustecer una idea sobre la que viene trabajando el Gobierno desde hace meses.

Se trata de una estrategia que apunta a generar un convencimiento en la sociedad de que, si bien el costo que se está pagando actualmente es alto, resulta necesario quebrar con la inercia económica de "los últimos 70 años" para lograr un crecimiento sostenido y perdurable en el país.

Así, el Gobierno procura mantener encendida la expectativa de que en un futuro cercano "vamos a estar mejor", lo que de acuerdo con analistas políticos suele tratarse de una ponderación clave a la hora de concurrir a las urnas para renovar la confianza en quienes gobiernan o bien votar por la oposición.

El oficialismo sabe que deberá mostrar y promocionar, como capital político y de gestión, atributos que no necesariamente estén vinculados con la economía real durante la campaña electoral que se ha puesto en marcha este verano con la novedad de la unificación finalmente de la fecha de los comicios en la Ciudad, la provincia de Buenos Aires y la Nación.

"Ir más rápido"

Seducir al electorado con obras públicas y lograr que germine la semilla de la esperanza de que "lo mejor está por venir" será crucial para el macrismo, de igual modo que intensificar la "rosca" para lograr que la oposición se mantenga dividida, en especial, el justicialismo.

Asimismo, referentes de Alternativa Federal, el peronismo no kirchnerista, lanzaron finalmente al ruedo ese espacio en el que se destacan Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Miguel Pichetto y Juan Schiaretti, entre otros, y en el que algunos dirigentes ya le están pidiendo al economista Roberto Lavagna que acorte sus tiempos de cavilación y se decida.

"Los tiempos electorales no son iguales a los tiempos económicos, por eso creo que debemos ir mas rápido", dijo el "Vasco" José Ignacio de Mendiguren, diputado nacional del Frente Renovador, con relación al proceso de aparente meditación en el que se encuentra inmerso Lavagna, quien aún no se expidió sobre si será o no candidato presidencial.

En definitiva, de todos los nombres que se encuentran en danza por estos días, el único que está confirmado como postulante al sillón presidencial -hoy- es el actual mandatario, Macri: en el caso de los demás, más allá de haber manifestado su decisión de competir, aún se trata de meras intenciones.

El operativo clamor de parte de un sector de la oposición para que la exjefa de Estado Cristina Fernández de Kirchner sea candidata sigue en aumento, aunque en el comienzo de la campaña largamente se está hablando más de figuras políticas y/o eventuales aspirantes al máximo cargo ejecutivo nacional que de proyectos.

¿O alguien escuchó a algún representante del kirchnerismo –o de otra agrupación- esbozar al menos un puñado de ideas acerca de cómo se las ingeniarán para bajar la inflación, reactivar el consumo y la producción económica, y promover una movilidad social ascendente sin descalabrar las cuentas públicas? (El Gobierno anterior había dejado de publicar indicadores sobre pobreza porque "estigmatizaban", según palabras del ex ministro de Economía Axel Kicillof).

Hablando de "gasto público", se reabrió en estos días un debate en torno a la conveniencia de llevar adelante las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), con referentes del macrismo, en especial intendentes bonaerenses, votando en favor de eliminarlas del calendario electoral.

"Las PASO son una encuesta demasiado cara, la mayoría de los cargos que se presentan ya están definidos; cuesta 5.800 millones de pesos ir a una elección que no define nada", subrayó Jorge Macri, jefe comunal de Vicente López. La discusión probablemente continúe.

Por último, este lunes que viene llegará al país una misión del FMI, la tercera desde que en junio del año pasado la Argentina firmó un acuerdo "stand by" con ese organismo: se espera que los técnicos del Fondo que visiten estas latitudes otorguen su bendición para que el Gobierno reciba a la brevedad un nuevo desembolso, de poco más de 10.000 millones de dólares.

Se trata de dinero que servirá para garantizar la capacidad de pago del país frente a próximos vencimientos de deuda, financiar necesidades presupuestarias y probablemente también la campaña electoral de 2019: claro que después, en algún momento, toda esa suma de US$ 57.100 millones (global) acordada con el FMI habrá que empezar a devolverla.