|09/02/19 11:40 AM

Venezuela: Estado de Situación

El pasado jueves se reunió el denominado Grupo de Contacto Internacional. Conformado por las naciones que se han establecido como una tercera vía, apuntan a solucionar al conflicto a través de las negociaciones entre las partes.

09 de febrero, 2019 - 11:50

El Grupo, conformado por la Unión Europea (UE), Uruguay, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, México y la CARICOM (Comunidad del Caribe) buscó llegar a un acuerdo declarativo y unánime. La mayoría del mismo, encabezado por la UE, se manifestó a favor de la celebración de elecciones libres; algo que Bolivia y México rechazaron. De hecho, México propuso el llamado Mecanismo de Montevideo que establece cuatro fases para la solución del conflicto: dialogo, negociación, asunción de compromisos e implementación.

La grieta asumida en el seno del Grupo tiene asidero en la lectura del conflicto. Bolivia persigue la no intervención, pero sobretodo, la solución en términos latinoamericanos del conflicto, fuera de toda influencia de las potencias. Pero, especialmente, la instauración del gobierno de Maduro como legítimo actor en la negociación. México, encumbrado en la doctrina Estrada, se posiciona equidistante persiguiendo una mediación. La UE, en tanto, se encuentra en un atolladero. Necesita fortalecer su posición como partícipe en la mesa decisoria pero en su interior aún hay disidencias respecto a la postura a defender. La mayoría de sus integrantes (22 de 28) reconoce al gobierno de Guaidó pero entiende la llamada a elecciones como la única fuente de legitimidad.

En tanto, las potencias (Estados Unidos, Rusia y China) juegan su propio juego. La estrategia de Estados Unidos es la más clara de todas. El reemplazo de Maduro es un paso necesario para reafirmar el liderazgo del hegemón regional. Ya mencionado en su última Doctrina Nacional de Seguridad Nacional, intenta eliminar o limitar la influencia de sus adversarios geopolíticos en la región que entiende como frontera inmediata. Los objetivos de Rusia y China, sin embargo, no son cristalinos. Un poco viciado por la necesidad de caracterizar sus roles en el sistema internacional, muchos analistas han querido posicionar a ambos como serios contendientes a los Estados Unidos y el peligro de una intervención armada de ambos como respuesta a un movimiento de estadounidense. La realidad es que la Federación Rusa no tiene los elementos ni la capacidad para afrontar una decisión como tal. Lo que persigue, hace varios años, es recuperar su “paridad” con los Estados Unidos. Un rol por el que todas las naciones interpreten a Rusia como un actor ineludible en el proceso de decisión de los asuntos más importantes del mundo. China, en tanto, tiene importantísimas apuestas económicas en Venezuela. Guaidó ya dijo que respetará esos contratos. Pero no existe una influencia china en la región que exceda sus recursos económicos. De hecho, China no tiene mucho más para ofrecer. La respuesta al accionar estadounidense, esclarece estas diferencias: Rusia se pronunció en voz alta mientras que China se ha pronunciado tarde y en bajísimos decibeles.

Lo que le espera a Venezuela reside más en cómo se distribuyan las fuerzas en su interior. Sin la pérdida material de poder (recursos, apoyo de las FF.AA.) es muy difícil pensar en una solución inmediata de este conflicto.