|17/02/19 09:00 AM

La otra cara de la moneda

El Gobierno procurará concentrar las energías en ejes como las obras públicas, una agenda institucional enfocada en combatir la corrupción y la relevancia del plan que impulsa Macri para ordenar los números y al sector estatal en su conjunto, entre otros asuntos.

18 de febrero, 2019 - 07:13

Con la economía aportando un capital político prácticamente nulo a la campaña electoral del oficialismo, el Gobierno busca llevar adelante una estrategia comunicacional que apunte a mostrar "otras virtudes" de su gestión en la Casa Rosada.

¿Intenta así desviar la atención? Es posible, tomando en cuenta sus pretensiones de revalidar el mandato del presidente Mauricio Macri en las próximas elecciones en un contexto definitivamente adverso desde el punto de vista económico en el país.

De cualquier modo, el macrismo considera que incluso en esta coyuntura tiene "mucho para mostrar" durante la campaña y procurará concentrar las energías en otros ejes, como las obras públicas, una agenda institucional enfocada desde hace tres años en combatir la corrupción -según dicen- y la relevancia del plan que impulsa Macri para ordenar los números y al sector estatal en su conjunto, entre otros asuntos.

El Gobierno sabe que la Argentina dejó atrás un año complicado, como lo fue 2018, y que la realidad continúa siendo compleja, pero entiende que más allá de este contexto, se mantiene -el macrismo- en una "situación de fortaleza" y que "los números siguen siendo buenos en términos electorales".

Una fuente del oficialismo consultada por NA dijo también que "las encuestas siguen colocando" a Macri "en una condición de primera opción" con miras a los comicios presidenciales de este año, por más que la ex mandataria Cristina Fernández de Kirchner se presente finalmente como candidata.

Para el macrismo, la campaña, desde el punto de vista comunicacional, debería hacer foco en "temas prioritarios para muchos argentinos" que no necesariamente estén vinculados con las dificultades económicas por las que transita el país, en medio de una recesión que no afloja y una inflación que tampoco da tregua.

Camino a las elecciones del 27 de octubre próximo, el Gobierno intentará mostrar la otra cara de la moneda como eventuales logros de su gestión, al tiempo que evalúa que, cuando restan unos cuatro meses para el cierre de listas nacionales, es más que probable que Cristina compita: "Las señales van en ese sentido", dijo la fuente consultada por esta agencia.

Premio consuelo

Analizando lo ocurrido en los dos comicios pasados, en 2015 y en 2017, al macrismo claramente le conviene que se mantenga la polarización y que alcance niveles nacionales, más allá de que un sector del peronismo, con su Alternativa Federal, se esfuerce por construir una tercera opción electoral.

Para el Gobierno, la "grieta" llevará a los argentinos a votar por apenas dos propuestas este año, una que impulsa Cambiemos y otra que promueve el kirchnerismo y su militancia, que anhela el regreso de la "Jefa" al Poder.

Superada la incertidumbre sobre la fecha de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, donde se votará en forma unificada con la Capital Federal y con la Nación, el macrismo enfocó sus energías en los comicios provinciales que se avecinan en Neuquén, La Pampa, San Juan, Río Negro y Chubut.

En esos distritos, más allá de pretender competir en especial en Neuquén y en Chubut, el Gobierno se conforma con el premio consuelo de mejorar el rendimiento que Cambiemos alcanzó en las anteriores elecciones ejecutivas, en 2015 (entendiendo que la de 2017 se trató de una compulsa legislativa).

"En términos generales, vamos a mejorar", aseguran en el oficialismo, aunque tomando como referencia aquella contienda electoral de 2015, cuando Macri venció en segunda vuelta al candidato "kirchnerista" (entre comillas) Daniel Scioli y se alzó con el trofeo mayor, la Presidencia de la Nación.

En la provincia de Buenos Aires, la unificación de la fecha de elecciones ordenó también el tablero para los intendentes, los propios y los ajenos, que abogan -en el caso de los peronistas- por una unidad del Partido Justicialista (PJ) que incluya lógicamente a Cristina, la posible candidata que mayor caudal de votos -potenciales- atesora.

Los jefes comunales del PJ lo que están negociando es que el postulante a la Gobernación de esa eventual lista de unidad sea justamente un intendente: los más moderados apuntalan la figura de Martín Insaurralde (de Lomas de Zamora) y los más devotos al kirchnerismo proponen a Verónica Magario (alcaldesa de La Matanza). Allí también existe una "grieta".

Así es la política

Tan pendientes están los intendentes de las decisiones que pueda tomar Cristina -cuyo candidato en la Provincia sería el ex ministro de Economía Axel Kicillof- que hasta el jefe comunal de Hurlingham, Juan Zabaleta, tuvo prácticamente que salir a pedir disculpas en estos días de haberle soltado la mano al kirchnerismo en los comicios de 2017 y acompañado, en un principio, a Florencio Randazzo como candidato a senador.

Juanchi Zabaleta sostuvo que cometió "un error" al haberse aliado con Randazzo, considerando a Cristina como "parte del pasado" político argentino, más allá de que a mitad de camino entre las PASO y la votación general, viendo los resultados de las primarias, se vio forzado a recular y a aferrarse a la pollera de la "Jefa" para tratar de defender su terruño.

En la actualidad, Zabaleta es uno de los tantos intendentes que rinden pleitesía a Cristina -así es la política en definitiva-, aunque insisten en la importancia de que sea un jefe comunal el que compita en las urnas contra la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, en octubre.

Por su parte, en la ciudad de Buenos Aires, otros de los distritos "unificados", parece claro que Horario Rodríguez Larreta irá en busca de la reelección, aunque el PJ no kirchnerista está trabajando con intensidad en procura de capitalizar el descontento que suelen manifestar los vecinos de la zona sur de la Capital Federal con la gestión oficial.

El ex ministro de Economía Roberto Lavagna y el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, se reunieron en estos días -a cenar en Palermo- con el presidente del club San Lorenzo, Matías Lammens, que desde hace un tiempo está con ganas de competir por la Jefatura de Gobierno porteña.

Finalmente, otro dirigente de fútbol que generó algo de ruido político esta semana fue el mandamás de Boca, Daniel Angelici: no por sus andanzas en ámbitos judiciales, sino a partir de un tiro por elevación que le envió el presidente del radicalismo de la Capital Federal, Guillermo De Maya.

Quizá sospeche De Maya que por detrás de la campaña que impulsó el Tano Angelici para sumar afiliados a la Unión Cívica Radical (UCR) porteña -cerca de 10.000 en los últimos meses- se esconda una maniobra del titular de Boca para sumar apoyo y adueñarse del liderazgo partidario.

"Me duele leerlo de esa manera, con esas palabras. Se supone que cuando uno adhiere a un espacio, lo hace por convicción, por un ideario político y no por conveniencia de alguien", sostuvo De Maya en declaraciones a Noticias Argentinas.