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En la situación que le toca vivir, ¿a quién votará el mendocino?

Para más del 40% de la población con calificación de clase media tradicional la actual situación la está llevando cuesta abajo al límite de desaparecer.

18 de febrero, 2019 - 07:14

A quién votará el mendocino es, quizá, la pregunta que debería tener trastornado a un grueso de la dirigencia política que sabe que la coyuntura lo tiene a maltraer al habitante de este estado provincial, como al que vive en el resto de cuyo y el país.

Y no debería ser una mirada sectaria para ver quién saca más votos, tiene que ser la sensata observación para perfilar caminos que alivien el duro momento de miles de familias.

La inflación del 2,7% que arrojó el pasado mes de enero no puede ser tomada como una cifra más para alarmar al masoquismo colectivo de algunos sectores de la población que en forma preocupante se están acostumbrando a un hecho irregular en la vida de país.

Es darse cuenta que la situación sigue siendo muy grave y que para nada descomprime ese 53,7% que colocó a esta provincia como la de mayor inflación en la Nación el 2018. Porque detrás de esos números hay vida humana: mujeres, hombres, niños y ancianos que precarizan día a día su existencia y no pueden proyectar crecimiento individual, mucho menos como familia.

Es vivir como se puede y con lo que se tiene. Ni hablar de los casi 300 mil pobres con los que cuenta Mendoza.

El esquema político económico que plantea la Nación no solo es inentendible para el ciudadano común, sino que es inaceptable. Para más del 40% de la población con calificación de clase media tradicional la actual situación la está llevando cuesta abajo al límite de desaparecer.

Hoy el argentino en general y el mendocino en particular, se dan cuenta de que vamos a un esquema social como el que convive en países de la región, por ejemplo Chile: solo ricos y pobres.

En este terreno resbaladizo de la realidad mendocina los partidos políticos se aprestan a mostrar candidatos y plataformas.

Uno supone que tanto el o los candidatos están preparando esas plataformas con el respeto que merece ese ciudadano por el que tiene razón de existencia la provincia.

Personas a las que el esquema político les debe esa importante comprensión que la democracia es el único viaducto para vivir, desarrollarse y crecer.

Pero claro, para que eso suceda el político debe dejar de demostrar que la política es el sectario arte de todo lo posible para alcanzar sus propios intereses. Ese jugoso gran curro por el que hasta es capaz de hipotecar a su propia madre. 

La gente puede entender y lo entiende, que la provincia es parte de un gran territorio llamado Argentina, por lo que depende de todo lo que motorice la macroeconomía desde la Casa Rosada. 

Pero también entiende que hay muchas cosas que se pueden implementar en la geografía mendocina. Las duras caras que delatan el campo agro industrial y la pequeña y mediana empresa, nos indican que se han perdido inversiones, hay capacidad ociosa y la toma de fuentes de trabajo está paralizada.

Cuestiones que no se condicen con una Mendoza que alguna vez fue vista como potencia económica dentro del contexto nacional.

Datos e indicadores negativos que se arrojan desde sectores como la Sociedad Rural del Valle de Uco, Productores Vitícolas del Este, Unión Industrial de Mendoza (UIM), Unión Comercial e Industrial de Mendoza o de la entidad que nuclea a la poderosa metalmecánica, ASINMET, no revisten dudas y preocupa en demasía.

Lo dicho: la provincia, como parte de una nación convulsionada con graves lesiones en su producción y esquema laboral, enfrenta un año para renovar las autoridades que administren sus bienes municipal, provincial y nacional.

Pero que además proponga esperanzas de que es posible salir del estrangulamiento generalizado que hoy tiene a toda la población contra la pared de una historia que nadie construyó. Pero que está y hay que derribarla con políticas de Estado que solo piensen en ese ciudadano. Sin más versos y mentiras que no merece la gente.

La provincia como está no reviste más especulaciones. Una situación social que pende de un hilo y que no le hace bien que ningún político tire de él para sacar rédito electoral.

Quienes tienen circunstanciales posibilidades de gobernar y quienes son oposición tienen que mirar con sensatez por las calles y campo provincial. Donde el vivir de la gente es muy difícil como para preguntarse, ¿votará ese ciudadano?, si lo hace, ¿a quién votará el mendocino?