|29/12/19 08:52 AM

El cambio del 2019 no fue el Gobierno, fue el de la gente

06 de enero, 2020 - 07:12

La provincia de Mendoza, con su población, dio una clara señal al resto del país, porque el cambio de gobierno solo fue un trámite. El verdadero cambio fue una contundente demostración cívica que surgió de remover esa estructural idiosincrasia cuyana y montañesa.

Mendoza es una provincia desde donde, en forma casi permanente, se irradian señales de excelencia en todo ámbito. Una cuestión que eleva su imagen nacional e internacional, ubicándola en reconocidos peldaños de verdaderos ejemplos.

Hoy, el remezón poblacional fue tan fuerte y contundente que dejó parado observando sin pestañear a todo el ámbito político y social de la Nación.

Nadie, equivocadamente, esperaba que la gente saliera a la calle y a las rutas de la provincia desde esos pueblos, chacras, viñas y rinconcitos productivos donde el agua les permitió afincarse, vivir, producirse y proyectar esos objetivos provincianos.

Y desde allí se hizo escuchar el mendocino, como nunca antes. Sin distingo de ninguna índole, superando inclusive esas ideologías partidarias que no todas las veces hacen y piensan en él y en su bienestar.

Su reacción contiene también lo que en forma inmerecida, a ese compueblano se le señala ser responsable de dos cuestiones muy negativas de estos tiempos: la disminución del agua y la inmensa desocupación.

Cuando la sensatez provincial niega que esto sea así, ya que el agua comienza a estar ausente por una crisis hídrica que deviene de un duro cambio climático y falta de planificación para soportarla por parte de un Estado que lo culpa de derrochón.

La desocupación, en un alto porcentaje que abarca a miles de mendocinos, es parte de ese complejo escenario nacional que los últimos diez años aplicó desacertadas políticas económicas, financieras y sociales, acompañadas por la pesada inflación, que  solo dieron eso, bajas y escasez de fuentes de trabajo.

Todo esto se transformó en la presión interior que el mendocino fue soportando como pudo, a la espera de que las circunstancias comiencen a ser más benévolas y sacar a flote toda su rica producción.

Como en aquellos importantes tiempos en que Mendoza tenía presencia fundamental en el sistema alimentario del país y un interesante mercado externo.

Pero esa presión interior estalló en el lugar menos esperado y de una forma que jamás nadie esperó cuando se le impuso a la gente que la minería solucionaría esos dos aspecto que se la hizo responsable: agua y trabajo.

El cuyano de esta tierra salió de su casa, de su chacras y de su pueblo. Ha demostrado que no piensa volver hasta que esté garantizada la cobertura legal de su agua desde los glaciares en la alta cordillera y las napas freáticas que la producen.

En su gran mayoría constituye el electorado que eligió al nuevo Gobierno que administrará la provincia por cuatro años. Al que le exige que lo escuche y reinstale ese instrumento jurídico que protegía su agua y su ambiente.

El movimiento es tan fuerte que se alimenta por hora desde muchos sectores comprometidos con la vida mendocina. Lo más emblemático de su producción está a su lado, entidades de ese sector de aquí y de la Nación.

También educadores, universidades, instituciones científicas del país y el mundo. Además de organizaciones jurídicas, gente de la cultura cuyana y esas emblemáticas reinas nacionales (MC) que salieron del fruto popular de la vitivinicultura y representaron a la provincia ante el mundo.

Solo queda, como punto excluyente, una clase política que se contradice en sí misma y no sabe para dónde correr ante cada movilización de la gente, como el justicialismo mendocino.

Partido que ha quedado muy mal parado por sus dichos y posturas, que más sonaron para aprovechar el momento. Con un solo punto de claridad, decirle a la gente que si ellos eran gobierno, habrían tenido la misma postura que el oficialismo: hacer minería en lugares de consenso social.

Este tiempo se está escribiendo con la nueva dinámica que implementó el honorable ciudadano desde ese histórico domingo 22 de diciembre. Fecha en la que se coronó un segmento trascendente de la vida mendocina, sin precedentes y con una hoja dorada de sus páginas que mostrará la bisagra que colocó la gente que hoy canta y marcha por toda Mendoza.

Como el único y verdadero cambio real de este 2019 a punto de concluir su paso por el almanaque de este estado provincial cuyano.