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¿Funcionará la memoria del país a la hora de decidir?

Esa importante pregunta que inunda cada rincón de Argentina sobrevolará hasta las 21 del próximo domingo, cuando la Nación sepa qué decisión tomaron sus ciudadanos a la hora de elegir a quienes la administrarán.

21 de octubre, 2019 - 07:10

Es crucial el rumbo que una mayoría de los argentinos pretende que tome la Nación. Y en esto es bueno y sano entender que su decisión indica el respeto y la consideración democrática de ese sistema, en el que todos determinamos convivir como país hasta el final de los tiempos. Algo que todos deben comulgar, habitantes y la clase política, más allá de lo que se resuelva.

Lo otro que debería prevalecer es esa consciencia de lo que nos pasó, nos pasa y deseamos que nos pase. Un todo que supone sensatez absoluta, mirando a nuestra familias, esencialmente a nuestros hijos.

Por lo que, apasionamientos doctrinarios o ideológicos no pueden estar sobre democracia y lo que ella encierra: respeto a libertades públicas, tolerancia al pensamiento ajeno, a la división de poderes y a cada aspecto de la Constitución. Tampoco pueden estar sobre la visión que tenga todo ciudadano a un digno vivir y la libertad de mismo a elegir.

Uno piensa que si todo lo anterior se cumple, la Argentina debe transitar un camino de crecimiento absoluto ante los ojos del mundo. Un crecimiento que no solo implique cuestiones económicas y financieras, industrial o agropecuaria, de inversiones y trabajo. Un crecimiento intelectual y de responsabilidades personales que nos haga un país creíble, respetado y honorable.

No como ahora, que integramos el lote de naciones del mundo de irresponsables díscolos que condicionan la democracia y las instituciones del Estado con mesianismos y vergonzosos niveles de corrupción.

Una nación donde la educación en toda su magnitud ocupe el sitial decisivo de un merecido destino. No el desván de las cosas intencionalmente desechadas, por quienes están empecinados en dominar el escenario nacional.

ujetos (no son pocos) que entienden de sobremanera que un pueblo educado y preparado intelectualmente no irá hacia senderos oscuros del facilismo, la mentira, el engaño, las agachadas, las avivadas tan características de algunos argentinos y de esos atajos que tanto promocionaron los que se enriquecieron con los bienes de Argentina de la noche a la mañana.

Las propuestas presidenciables a tener en cuenta aglutinan mucho de lo expresado. Por eso, quizá, sobresalgan algunas que bien pueden encaminar las cosas hacia el país que no somos hasta ahora.

Las que proponen esos candidatos que no encierran alocados y sectarios compromisos con dos polos en disputa, que sin el mayor prurito, el país llama polarización de la elección presidencial.

Ahí donde se destacan los que son incapaces de administrar al país. Los que lo llevaron a que se resquebraje su andamiaje económico, produciendo pobreza, desocupación y una situación más que grave.

Pero, también, donde están los que hicieron una verdadera orgía institucional durante 12 años, robando descaradamente al país, vejando toda institucionalidad y a la misma constitución. Ahora pretendiendo volver con grandes mentiras y una caterva de procesados:

Si el ciudadano que pertenece a ese sector que aún queda con consideración, memoria, responsabilidad y sensatez hacia él, su familia y las futuras generaciones que constituyen sus hijos, sabe votar, la Argentina tendrá posibilidades.

Posibilidades que no están en esos polos que la propaganda electoral nos ha metido a presión. O en aquellas que, aún más sectarios, proponen intolerancia hacia otras ideas y recetas que el mundo dejó en el pasado, por mortales y nocivas para sociedades civilizadas.

Quizá solo es mirar, escuchar y recordar a esos hombres que algo hicieron por el país. Que algo le están proponiendo al país y que ese algo, puede contener sabias y oportunas decisiones políticas que tanto espera la Argentina.

Los pasionismos no llevaron a la Nación a buenos momentos. Muchas instancias de su historia nos demuestran que solo sirvieron para dividirnos y precarizar la vida de todos los ciudadanos.

Engordaron el mezquino accionar de los que nos proponen ese modo de política, sin contar los que se llenaron los bolsillos a costa de tomar por giles útiles a personas que creyeron ver en ellos los salvadores de sus vidas.

El próximo domingo se vota, y con todo lo que nos pasa, uno solo espera que la memoria conlleve a responsabilidades del soberano. Memoria que funcione a la hora de decidir.