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Mendocinos en el Far West

Muy pocos consiguieron buenas cantidades de dinero, y la mayoría se quedó con poco más de los bienes que tenía cuando la fiebre comenzó.

21 de enero, 2019 - 13:25

Algunas familias tradicionales de Mendoza recuerdan, por tradición oral, las aventuras que sus bisabuelos o tatarabuelos tuvieron, a mediados del siglo XIX, cuando viajaron a un lugar muy al norte del continente americano, llamado California.

Allí existía una fiebre, la fiebre del oro, como se la llamó. Muchos soñaron con hacerse ricos, pero pocos se imaginaron que estos mendocinos fueron protagonistas de una historia que, con el paso del tiempo, se sigue recordando.

Fiebre de oro en Estados Unidos

Fue un fenómeno social ocurrido en Estados Unidos entre 1848 y 1855, caracterizado por la gran cantidad de inmigrantes que llegaron a las cercanías de San Francisco (California) en busca del metal precioso.

Todo esto se originó cerca del pueblo de Coloma, cuando fue descubierto oro por unos obreros del general John Sutter.

La noticia se extendió rápidamente por los Estados Unidos y otras partes del mundo. Se cree que alrededor de 300 mil personas emigraron a California, entre los que se encontraron varios mendocinos.

Estos buscadores de oro fueron llamados 'Forty-niners', los cuales en su mayoría eran estadounidenses.

Exiliados en Chile, rumbo a California

Durante el largo período en que gobernó Juan Manuel de Rosas, varias familias mendocinas se exiliaron en Chile al ser perseguidos por motivos políticos. Muchos de ellos se establecieron en Santiago y otros en Valparaíso.

En 1849, varias naves que llegaban al puerto de Valparaíso desde los Estados Unidos traían la noticia de que en California se había descubierto oro. Para muchos de estos jóvenes cuyanos la idea de aventura se puso en acción y fue así que Nicolás Álvarez, Juan Antonio y Gorgonio Guevara, Isidro Quiroga, Agustín Aguirre y Manuel Chávez, entre otros, partieron rápidamente hacia aquel territorio.

Aviso promocionando los viajes a San Francisco en 1849.

Luego de realizar un largo y penoso viaje, estos aventureros mendocinos llegaron al puerto de San Francisco.

https://www.ciudadanodiario.com.ar/nota/2018-12-3-11-40-46-el-viaje-desconocido-de-gardel-a-mendoza

Desde allí se instalaron en los lugares en donde se podía encontrar oro. Lo que en un principio parecía fácil, rápidamente se dieron cuenta de que, como dice el refrán, “no era soplar y hacer botellas”.

Para buscar el precioso metal, primero había que conseguir un equipo de campaña y acampar muy cerca de arroyos y los lechos de los ríos; de esta forma, el pionero empleaba un técnica llamada el cribado, que consistía en separar los sedimentos con un tamiz.

Un buscador de oro en California, Estados Unidos.

Muy pocos consiguieron buenas cantidades de dinero, y la mayoría se quedó con poco más de los bienes que tenía cuando la fiebre comenzó. La mayoría de los que viajaron allí regresaron desilusionados.

Menducos que dejaron huellas

Al radicarse en California, tres fueron los mendocinos que se destacaron de aquel grupo. Uno de ellos se llamaba Juan Antonio Guevara.

Se radicó varios años y formó su hogar con Concepción Castro, con quien tuvo varios hijos, tres de ellos californianos. Además, don Juan Antonio participó, como miembro, en la incorporación de la ciudad de San Francisco a la Unión, a finales de octubre de 1850.

Luego Guevara regresó con toda su familia a su provincia natal, sin la fortuna que había soñado, pero trayendo nuevas maquinarias para el agro.

Otro de los mendocinos que tuvo un importante protagonismo fue  Nicolás Álvarez (padre de los gemelos Agustín y Jacinto) quien llegó a ser miembro de la Junta de la ciudad de San Francisco.

También regresó a su terruño natal, se casó en 1852 con Matilde Suárez y unos años después falleció en el trágico terremoto del 20 de marzo de 1861.