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Atlético Argentino: la vida color de albiceleste

“Argentino es nuestra historia y leyenda”. Un homenaje al Club Atlético Argentino que hoy celebra el 95 aniversario  tras haber surgido el 10 de enero de 1924 con el nombre de José N. Lencinas

24 de enero, 2019 - 21:45

Nací a dos cuadras de esa cancha. Desde el techo de mi casa, en la Roberto T. Saravia al 1750, se alcanzaban a adivinar los últimos ladrillones de la tribuna Este del Estadio. 

Los sábados en la mañana, pasaba la camioneta del papá de los Pititorras, con el altoparlante a viva voz y la marcha de Atlético Argentino, anunciando algún partido importante. 

San José, Belgrano, Pedro Molina, Villa Claudina y Nueva Ciudad latían al corazón académico. 

Si alguien osaba ser de la Lepra, era posible que en el día después de algún encuentro casual entre los dos equipos, apareciera pintada en la puerta del infiltrado el escudo del gran Atlético. Todo eso forma parte de mi esencia. 

El plantel ganador de 1959 en viaje al torneo 'Copa de Campeones'.

El doctor Dapás en el dispensario de Pedro Molina y la exhibición del campeón de yoyó TACA en el colegio. 

Es el gol sin más registro que lo que vimos y nos contaron. 

Es el video del Fede viralizando un mismo sentimiento. 

Argentino es mi infancia y adolescencia, son mis amigos futboleros y rockeros. 

Son las kermeses de domingo, los martes a jueves de entrenamiento en el baby fútbol de las canchas de baldosas de color bermellón. 

Un entrenamiento en los '50 con Aroldo Cortenova, al frente.

Son mis hermanos llevándome a la cancha, es mi viejo haciéndonos el aguante con las idas a todas partes, es la comida a la ligera, es el “¿Cómo salimos?” de mi mamá tipo siete de la tarde de un domingo. 

Argentino es el amor por el fútbol y la pasión por escribir. 

Cuando supe que no iba a jugar como hubiera querido, justifiqué en la despedida del pequeño jugador que iba a escribir sobre el fútbol. 

Argentino es haber llorado y reído y es llorar y reír. 

Es encontrarte con un compadre tuneado de albiceleste en Chile, en San Luis, en Europa, en el almacén de la vuelta de tu casa, en un negocio del persa, en el súper, en el shopping o en la feria y tener como tema de charla en común, la vieja y amada Academia. 

Eladio Oropel, goleador de los años 60.

Argentino es mi preocupación, el anhelo del futuro predio, el día del hincha que le dijo no al contubernio de llevarse lejos la cancha, es el sentido de pertenencia de un barrio. 

Es Poroto Bustos, Pancho Lombardo, Quique Lucero, Medardo Sosa, Ereros, Emeterio, Evaristo, Malito, el Motorcito Zolorza con su mulatez y habilidad por igual. 

Es el grito a puño cerrado de Andrés Molina, Willy Ferré y Medardo Sosa. 

Es la monedita para el seguro del espectador y la fila larga para una final. 

Es la carnicería de don Blas y la frustración contra el viento y la marea de Huracán de Comodoro Rivadavia, la piña artera de Mémoli al Loco Valdez. 

Son las horas de metegol en la cantina. 

Es Racing Club con Cerámica San José de Sponsor y las batallas contra los sanjuaninos. 

Campeones después de 36 años.

Es el viejo clásico del 59 contra los Azules y el fútbol de los 2000 contra el Italiano. 

Es el Peto Flamant, el primer gran Frontman de mitad del Siglo XX y Iaconetti y el Negro Ponce. 

La luz de los Lucero guiando nuestro fútbol. 

Y Derrigo, la Joya Jofré y cada pibe que surge y se va. 

Es el banderón del Navas, el Loco Keli, el Negro Nievas, la Vieja Juana y los bravos del 70. 

Y la lengua Stone del Diego. 

Es la puteada contra aquel que nos hizo vibrar con goles eternos y después era capaz de hacernos el último gol de una goleada para mandarnos a la B. 

Argentino es la Correa Saá, la Mitre, la Manuel A. Sáez, es cada esquina, cada plaza. 

Argentino es la ceremonia previa en la entrada a la platea y la birra pos partido. 

Los new age del fútbol femenino, el hándball y el patinaje artístico.

Argentino es la Ascademia, el Taladro, el Boli Stones, el albiceleste.

Son aquéllos pioneros que fundaron José Néstor (¡Néstor!) Lencinas, Nacional, Velez Sarsfield y Pacífico; la decantación natural que derivó en el Atlético que somos hoy. 

Es la cantera maravillosa de Aroldo Cortenova, el gran prócer. 

Es el fútbol como la vida, color de albiceleste.