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El desafío de reinventar lo que sucede dentro de un aula

17 de septiembre, 2018 - 09:39

Este 17 de septiembre se celebra un nuevo Día del Profesor en la Argentina, recordando el fallecimiento de José Manuel Estrada. El rol de los profesores es cada vez más desafiante y requiere de profesionales que estén dispuestos a interpretar los profundos cambios sociales y culturales, y las nuevas realidades que marcan la vida de los jóvenes en esta era.  

La universidad, como institución educativa, está atravesando posiblemente su transformación más grande de los últimos 100 años. En verdad, la sociedad se está transformando frente a una nueva revolución tecnológica y, en ese marco, la universidad tiene mucho para aportar, pero sobre todo mucho para aprender.

Sus docentes son mayormente profesionales formados bajo un paradigma educativo que hoy está cada vez más limitado. La circulación de la información se expande velozmente, las formas de aprender y construir conocimiento han cambiado y, principalmente, los estudiantes que llegan al aula (¿cuánto tiempo más seguiremos hablando de aulas?) lo hacen con una visión del mundo atravesada por las nuevas culturas digitales propias de la llamada sociedad del conocimiento.

Frente a esta ecuación, el rol que les toca asumir a nuestros profesores universitarios es realmente muy exigente. No sólo deben reinventar sus formas de dar clases, sino que tienen que poder interpretar las nuevas demandas estudiantiles y reconvertir mucho de sus contenidos en nuevos materiales digitales, adoptar tecnologías de aprendizaje y aprender lenguajes que en muchos casos les son ajenos.

Diversas investigaciones educativas han demostrado que los mejores procesos de aprendizaje se concretan en el acto de transformar la realidad (por eso necesitamos universidades cada vez más abiertas y comprometidas con sus entornos). Ya no se trata de transmitir información  que está acumulada en reservorios de la sociedad -porque ese conocimiento se democratizó o terminará democratizando con las propias lógicas del siglo XXI-, sino de aprender en la construcción misma de nuevas realidades (de nuevos conocimientos), poniendo en diálogo todo ese enorme mundo de información que tenemos al alcance.

Nuestras instituciones educativas y nuestros docentes tienen que poder abordar los problemas reales de su comunidad, no sólo por el compromiso que la educación tiene con su sociedad, sino también porque la práctica educativa frente a esta revolución tecnológica/del conocimiento debe poder ordenar ese gran volumen de información, darle sentido en un marco pedagógico, incluirlo en un proyecto institucional y llevar a que nuestros estudiantes logren un verdadero aprovechamiento combinando todos esos elementos.

El desafío para nuestros profesores es grande. Muy grande. Porque les toca educar en una sociedad que cambia a ritmos inimaginados y porque sus propias prácticas se ven atravesadas por esos cambios. Debemos acompañarlos en esta etapa, fortalecer su rol y brindarles la mayor cantidad de herramientas para que puedan repensar sus prácticas como factores de intervención y transformación de la realidad a través de la educación.