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Turquía: ¿viaje de ida y vuelta hacia el pasado?

Ante la devaluación de la lira, Estados Unidos amenazó con medidas económicas al país turco y su presidente redobló la apuesta asegurando que abandonará compromisos políticos y militares con la OTAN, la alianza más fuerte entre Europa y Estados Unidos

17 de agosto, 2018 - 09:22

Ya sabemos que la historia no se repite, aunque pueda llegar a tener su ritmo como decía Mark Twain. Nos preguntamos ahora, si puede dar marcha atrás y volver sobre sus pasos. Algo que parece raro, pero que es lo que permite explicar, por ejemplo, lo que está sucediendo con Turquía.

Moviéndonos de adelante para atrás, sabemos que Turquía es una república secular establecida, en 1923, por Mustafa Kemal Atatürk.  Desde entonces se la ha relacionado cada vez más con Occidente por medio de la afiliación a organizaciones, tales como el Consejo de Europa en 1949, la OTAN en 1952, la OCDE en 1961 y el G-20 en 1999. Pero, también, un país que ha fracasado en sus negociaciones para ingresar a la Unión Europea en el 2005.

Moviéndonos, aún más atrás, Turquía es la heredera del Imperio Otomano, uno que disfrutó de su máximo esplendor, entre los siglos XVI y XVII. Uno que se expandía por tres continentes, controlando una vasta parte del Sureste europeo (incluidas Hungría, Crimea y Polonia), el Medio Oriente (con Sudán, Somalia y Arabia Saudita) y el norte de África (con Argelia, Túnez y Libia).

Sucede que Turquía ocupa, geográficamente, la Península de Anatolia. Lo que la ubica, estratégicamente, entre Europa y Asia, lo que le permite proyectarse sobre tres mares, el Mediterráneo, el Negro y el Caspio. Por lo que ha sido la encrucijada histórica entre las culturas de Oriente y de Occidente. De tal modo que su territorio ha sido el hogar de varias grandes civilizaciones, tales como los Hititas, la Antigua Grecia, los Imperio Asirio, Persa, Romano,  Bizantino y, el ya mencionado, Otomano.

Más allá de todo lo expresado, puede ser que muchos de nosotros supiéramos algo de todo esto a través de las superproducciones televisivas turcas con aquella memorable saga de El Sultán. Lo que, probablemente, luego nos llevó a muchos a agarrar un libro de historia y para averiguar sobre la vida de este personaje. Uno que lideró personalmente al Ejército otomano en la conquista de Belgrado, Rodas y la mayor parte de Hungría conformando un imperio de casi 50 millones de almas.

Mucho más interesados estaremos, seguramente, desde que nos enteramos de que la devaluación de la lira, que es la moneda turca, ha perjudicado a nuestra ya bastante deteriorada situación económica.

 

Con la OTAN de por medio

Pero dejemos el análisis de nuestra economía para otro momento y sigamos aferrados con el tema turco, que es el que nos ocupa. Especialmente, cuando ha sido el propio presidente de los EE.UU., Donald Trump, quien se ha metido con Turquía, amenazándola, como es su costumbre, con sanciones económicas. 

Aunque Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco que gusta ser llamado El Sultán, no solo no ha arrugado, sino que ha amenazado, a su vez, con abandonar sus compromisos políticos y militares con la OTAN. Una alianza vital para Europa y para los EE.UU. 

De cumplir con su promesa, Turquía rompería con una alianza que viene desde 1952, cuando pasó a convertirse en un baluarte contra la expansión soviética en el Mediterráneo en el marco de la Doctrina Truman y que enunciaba las intenciones estadounidenses de garantizar la seguridad de Turquía y Grecia en esa parte del mundo. Más allá que Turquía invadiera en 1974 la Isla de Chipre, cuando ésta buscó unirse a Grecia. 

En el interín y para colmo de males, Turquía se ha acercado al archienemigo declarado de la OTAN, vale decir, a Rusia. Muy seguramente como venganza por la política norteamericana de apoyar los intentos secesionistas del pueblo turco que vive en sus fronteras, además, de las de Siria, Irak e Irán.

Tampoco las cosas han ido bien en Siria, donde los EE.UU. quieren el cambio de régimen, los rusos todo lo contrario y los turcos seguir saldando sus viejas cuentas con los kurdos. 

Aunque los analistas más desconfiados también descreen de esta alianza turco-rusa, pues argumentan con bastante razón que ambas culturas han sido siempre enemigas. Y sostienen la tesis de que Turquía tiene por finalidad recrear la grandeza perdida del Imperio Otomano. Esta postura se conoce como ‘neootomanismo’ y ha generado nuevas tensiones en la región de Levante. De hecho, una línea de choque tectónico entre Turquía, Rusia, Siria, Europa y los EE.UU. 

Al parecer, Erdogan está decidido a dejar atrás las modernizaciones secularistas impuestas por Mustafá Kemal, el fundador del Estado turco moderno a principios del siglo XX. Y ahora, quiere una vuelta a los días de gloria del Islam.

Si lo logrará o no, no lo sabemos. Tampoco si Turquía terminará rompiendo su alianza estratégica con los EE.UU. Mucho menos si la lira recuperará su valor y si esto ayudará a la alicaída economía argentina. De lo que sí estamos seguros es que Turquía seguirá dando qué hablar y qué analizar.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.