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El General San Martín y su vinculación con la masonería

15 de agosto, 2018 - 13:05

Sabemos que el General José de San Martín realizó las más grandes proezas que pueda hacer un humano: preparar un ejército, vencer la cordillera de los Andes, enfrentarse a los españoles en grandes batallas y liberar parte del continente sudamericano. Hasta aquí, todo bien. Pero existe un tema en especial que tiende al debate y es su afiliación a la masonería. 

Algunos historiadores afirman, sin mucho fundamento, que el Libertador era un ferviente católico y creyente de la Virgen y que por esa causa no era masón.

Otros, en cambio, sostienen que fue iniciado en esta institución secreta y que participó activamente, pero en algunos casos no pueden fundamentarlo por no tener documentos que lo acrediten. Sin embargo, lo cierto es que existen grandes pruebas documentales en distintos países de Europa y América en donde se puede comprobar fehacientemente la participación del Padre de la Patria en esta asociación. 

¿Una asociación satánica?

Para conocer un poco más sobre el General José de San Martín y la sociedad secreta a la que perteneció, debemos saber que la masonería es una organización de carácter secreto que reúne a individuos agrupados en entidades conocidas como logias bajo un precepto de fraternidad.

La institución se define como filantrópica, filosófica y simbólica. Además, no es ni política ni religiosa pero sí iniciática, y con la finalidad de impulsar el progreso moral e intelectual de las personas.

Los orígenes de la masonería se remontan al siglo X y XI  de nuestra era. Fue en Escocia en donde se constituyó la primera logia llamada 'Logia Madre de Kilwinnig Nº 0', que funcionaba como “operativa” y en 1595 obtuvo sus estatutos.

Mientras tanto, en Inglaterra, el 24 de junio de 1717 se reunieron cuatro logias para constituir la Gran Logia de Londres y Westmister, a diferencia de las escocesas estas logias fueron denominadas “especulativas”. Recién en 1813 se creará la actual Gran Logia Unida de Inglaterra, luego de una fusión de varias logias.

A mediados del siglo XVIII, la masonería se extendió rápidamente en Francia, España y otros países del continente europeo.

Inmediatamente, la Iglesia católica reaccionó ante el peligro que ejercía esta asociación, y en 1738, el papa Clemente XII emitió una bula denominada “In Eminenti Apostolatus Specula” la cual excomulgaba a todos los masones y promovía en los países católicos como España e Italia la persecución de éstos.

La iniciación en Cádiz

San Martín, quien llegó desde América siendo muy niño, se radicó en España e ingresó al ejército realizando varias campañas. Siendo ya un oficial, se estableció en Cádiz desde 1802 hasta 1811.

En la ciudad gaetana, desde fines del siglo XVIII, las logias masónicas trabajaban intensamente pregonando las ideas liberales. En su mayoría eran españoles, pero también la integraban varios americanos con los mismos principios.

Fue por aquel tiempo que el capitán José de San Martín se inició en la logia “Integridad Nº 7”, cuyo presidente era el gobernador y general venezolano Francisco Solano. La misma poseía su carta constitutiva otorgada por la Logia Provincial de los Antiguos, y en 1804 figuraba con el Nº 7 en el llamado Gran Oriente Regional de Sevilla.

A mediados de 1808, San Martín se incorporó a otra logia, denominada “Caballeros Racionales N° 3”, y tres años después, un grupo de americanos, entre ellos, Carlos María de Alvear, partieron hacia Londres para formar la Logia de los “Caballeros Racionales N° 7” que luego se integraría a la Logia de Buenos Aires, que gravitó en la independencia de Sudamérica.

Conexión con Buenos Aires

A fines del siglo XVIII y principios del XIX, en Buenos Aires se produjeron las primeras instalaciones de logias que hicieron desconfiar a las autoridades coloniales de aquel entonces, promovidas por el portugués Juan Silva Cordeiro, quien junto a otros americanos formó la logia operativa “San Juan de Jerusalén”. 

Durante los primeros años de la revolución, comenzó a funcionar en la metrópolis del Río de la Plata una institución secreta denominada Logia de Buenos Aires, en la que participaban muchos patriotas.

En 1812,  llegaron desde Londres los miembros de la logia: Carlos María de Alvear, José de San Martín, José Matías Zapiola, José Chilavert y otros americanos, quienes desembarcaron desde la fragata británica Canning para unirse a los de Buenos Aires. 

Fue Julián Álvarez quien organizó la pionera sociedad secreta que funcionó desde 1812 a 1815. Tras la caída del Director Supremo y presidente de la logia, Carlos María de Alvear, se reconstituyó en una segunda logia llamada “Ministerial”, presidida por José de San Martín junto a Julián Álvarez, Juan Martín de Pueyrredón y otros patriotas. Ésta tenía por objetivo principal declarar la independencia de una vez y realizar el plan continental de liberación de Chile y Perú. Cumplida esa misión, se disolvió en 1820.  

Para algunos historiadores, estas logias no eran masónicas, sino que utilizaban algunos símbolos y signos de esta institución para despistar a los enemigos de los patriotas. Pero existen documentos que fundamentan lo contrario. 

En 1817, luego de la liberación de Chile, se constituyó la Logia Lautaro de ese país, formada por Bernardo O’Higgins, José de San Martín, Tomás Guido y Juan Gregorio de Las Heras, entre otros masones. Posteriormente, cuando las tropas patriotas liberaron Lima en 1821, el General San Martín reconoció la primera logia  “Paz y Perfecta Unión N° 1”, la cual posee una interesante documentación probatoria de San Martín en la masonería.

Mandil que utilizó el Libertador durante su paso por la Logia Lautaro. Fue mostrado en Lima en 1966.

 

San Martín y las logias escocesas

En 1824, San Martín y su hija partieron desde Buenos Aires hacia Europa con destino a Francia. Allí se le negó su entrada e inmediatamente viajó al Reino Unido, en donde fue recibido por su amigo, el escocés James Duff, conde de Fife, quien invitó al Libertador a visitar su condado en Banff (Escocia) ese mismo año.

Al llegar a la ciudad  fue nombrado en una gran ceremonia ciudadano ilustre. Luego del homenaje que le rindió la nobleza, el General y su amigo visitaron a dos logias masónicas, llamadas "St. Andrew N° 52" y "Saint John, Operative N° 92". Ambos fueron recibidos con todos los honores.

Cabe destacar que James Duff fue gran maestre de la Gran Logia de Escocia desde 1814-1816 y tres años después de la llegada de San Martín a Banff, fue elegido gran maestre de la "Logia Provincial de Banff" hasta su muerte, en 1857. 

Existe en Escocia abundante documentación que vincula al Libertador con las logias escocesas, ya que sus archivos datan de 1763 hasta la fecha. Es posible que algunos historiadores intentaran, con resultados negativos, buscar datos de la afiliación de San Martín en  Inglaterra y no en Escocia.

Medalla delatora

Luego de estar en el Reino Unido, el General San Martín eligió a Bélgica como país por lo económico y porque estaba alejado de las grandes capitales. Al poco tiempo de llegar y radicarse en las afueras de Bruselas, recibió una condecoración especial emitida por la logia masónica "La Parfait Amitié".

Medalla entregada al General por la Logia Belga 3, que documenta su pertenencia a ella.

La misma consta de una medalla con su rostro, hecha por Henry Simon, y lo más interesante es que tiene el año 5.825 y no el vulgar, lo que indica otra prueba de su filiación a dicha sociedad.

Después de un tiempo, el Libertador se estableció en Francia, en donde residió hasta su muerte. Allí visitó varias logias, pero en especial denominada “Irvy”.  Se sabe también que participó hasta su muerte en la masonería, y cuando fue interrogado por el general Miller nunca negó su afiliación, sino que no quiso hablar del tema para no violar su juramento masónico.

Parte del misterio quedó resuelto hace algunos años cuando se encontró en los archivos de la KGB documentación de la Gran Logia de Bélgica, en donde aparecieron documentos mencionando al Máximo Prócer en las referidas logias.