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Gustavo Fontana: el director que reinventó a la Filarmónica

Luego de su concierto despedida en el Colón, el maestro habló con 'El Ciudadano' sobre sus casi cuatro años al frente del ensamble mendocino

13 de julio, 2022 - 19:23

Foto: Axel Lloret

Foto: Axel Lloret

Foto: Axel Lloret

Son casi las once de la mañana del domingo 6 de mayo en la Ciudad de Buenos Aires y, entre los experimentadísimos músicos de la Orquesta Filarmónica de Mendoza (OFM), se respira un nerviosismo poco común. Es que por primera vez en la historia, el ensamble de nuestra provincia tocará en el legendario Teatro Colón, que para colmo, tiene sus casi 2500 butacas ocupadas.

El concierto se hará realidad gracias al convenio que firmó el Gobierno de Mendoza con el de Buenos Aires, al talento de cada uno de los artistas de la OFM y, también, gracias al arduo trabajo del hombre que ahora, cuando son las once de la mañana, se para en el escenario más prestigioso del país, de espaldas al público, de frente a sus músicos, y con la batuta en su mano derecha, da la orden para que empiece la función.

Ese hombre es Gustavo Fontana, que cuando se transformó a fines de 2014 en director titular de la Filarmónica, fijó un objetivo: crearles a los mendocinos un sentido de pertenencia con la orquesta.

“Es difícil resumir casi cuatro años de trabajo, pero siempre me acuerdo algo que me preguntaron en una de las primeras entrevistas que me hicieron: '¿Cuál era mi objetivo?', yo tenía un montón (de objetivos), pero principalmente tenía ganas de que la orquesta fuera más conocida, más ‘vox populi’. Quería que la Orquesta Filarmónica fuera de todos los mendocinos”, cuenta Fontana horas después del concierto en el Colón que también significó su despedida como director del ensamble.

Hacer que la OFM tocara obras de mucha complejidad y poder llevarlas a los distintos departamentos fue la estrategia que eligió Fontana para lograr el objetivo que se planteó. “Desde el primer concierto, hicimos repertorio de lo más complejo y, a partir de diversas líneas de acción, el objetivo inicial que yo tenía de hacer más ‘visible’ a la orquesta se logró”, asegura.

“La Filarmónica tiene una tradición de hacer conciertos didácticos y departamentales, en ese aspecto fue ajustar algunos detalles y ponerle un sello propio. A mí me gusta mucho charlar con el público, sea éste muy avezado o no. En determinados ámbitos hablo de una manera y, en otros, intento despertar un interés para que a la gente le ‘pique el bichito’ de lo que significa escuchar una orquesta en vivo. De hecho, a la Primera Sinfonía de Mahler que tocamos en el Teatro Independencia, en mi primer concierto de apertura de temporada en 2015, la repetimos al día siguiente en San Martín, y había un poco de duda. Entonces, me tomé unos minutos para charlar con la gente y (durante el show) no se movió nadie, estuvieron todos sentaditos hasta el final. En eso creo que la pegamos”, recuerda el director sobre la misión más difícil de su gestión, la de hacer escuchar música académica a gente a la que quizás nunca le interesó.

Al riguroso trabajo musical y de popularización que realizó durante los últimos años, la Filarmónica le sumó un concierto que terminó de ponderarla en la provincia y el país. Gustavo Fontana comenta: “Cada uno de los videos de los temas que hicimos con (Ricardo) Mollo en la Fiesta de la Cosecha hace dos temporadas, tiene en Youtube entre 600 mil y un millón de visitas”. Para el director, el recital junto al rockero fue muy importante, porque además, “por la sintonía que Mollo tuvo con la Orquesta, a él después se le ocurrió grabar el himno -que ponen al comienzo de los recitales de Divididos- con nosotros. Eso fue un golazo y uno de los beneficios secundarios que tiene una línea de acción bien direccionada”.

“Después, el hecho de llevar a la Orquesta, por primera vez en su historia al CCK (Centro Cultural Kirchner) el año pasado, fue algo que a mí me dio los abales para ir a tocar las puertas del teatro Colón y para empezar, junto con las autoridades de Cultura, una gestión desde lo artístico y desde lo político como para concretar esta maravilla de 2500 personas paradas aplaudiendo a la Orquesta Filarmónica de Mendoza. Si lo comparamos con el fútbol, fue como venir de la Liga Metropolitana o del Nacional B y de golpe jugar en cancha de River”.

Gustavo Fontana está satisfecho, porque luego de tres años y medio siente que ha logrado lo que se propuso. “Me para mucha gente en la calle para felicitarme o por ahí me dicen: ‘¿Vos no sos el director de una orquesta que toca con Mollo?’. Además, en el ambiente artístico y en el de la cultura, la Filarmónica ha vuelto a tener un relieve que nunca debió perder”, asegura.

 

“Mi debut como profesional fue en mayo del año 78, cuando cantaba en el Coro de Niños del Colón”, recuerda Gustavo Fontana, que ahora, 40 años más tarde, en la mañana del 6 de mayo de 2018, está parado otra vez en el escenario del teatro porteño, escribiendo la historia de la OFM, pero también cerrando una etapa en su vida, porque después del concierto, dejará el ensamble para volver a vivir en Buenos Aires con sus hijos y su lugar lo tomará el venezolano Iván Lara.

La orquesta acaba de terminar de interpretar, junto al prestigioso violinista Xavier Inchausti, obras de Ravel y Shostakóvich, y el público del Teatro Colón le regala una ovación. Sobre el escenario, Fontana saluda al público, luego a sus músicos y se despide, por la puerta grande, de la Orquesta Filarmónica de Mendoza.