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Todo aborto es político

25 de febrero, 2018 - 21:30

Como si no fuera suficiente con la realidad, como si los ánimos fueran calmos y relajados, como si no hubiera suficientes conflictos -docentes, estatales, camioneros, piqueteros- el presidente echó leña al fuego proponiendo el tratamiento en el Congreso del tema del aborto: dan ganas de tomarlo en broma. O bien fue una jugada para distraer de todo lo demás o está tomando clases de liderazgo con Aníbal Fernández.

Pero como era de esperarse, la discusión ya se embarró, y como era de esperarse, esto ocurre por el temor de los propios políticos a comportarse a la altura de las circunstancias, y escudarse -frente a la posibilidad cierta de licuar adhesiones- en excusas viejas y remanidas. Es curioso que muchos argumenten que es una cuestión de consciencia, cuando a todas luces es un problema político.

Me explico: la política ha decidido que tengamos la legislación que tenemos. La política ha decidido que en el país se realicen cientos de miles de abortos todos los años. Se habla más precisamente de 450.000 clandestinos por años. Honestamente, todos conocemos a una o varias parejas que han abortado, y también creo honestamente que no los consideramos asesinos despiadados, más bien tendemos a entender lo difícil de la decisión y lo doloroso que resulta.

Enviaríamos a la cárcel a 450  mil mujeres cada año condenadas por asesinato agravado por el vínculo? Y a otros 450 mil padres partícipes de la decisión como cómplices? Es a todas luces descabellado.

Pero hay algo más grave. Las estadísticas del Ministerio de Salud señalan que en 2016 murieron 245 mujeres embarazadas y de ese total, 43 fueron por aborto, lo que lo convierte en la primera causa de mortalidad materna en la Argentina. Ahí queda claro además que es un problema de política de salud.

El tercer problema, el más grave, es el social. El aborto se practica en diferentes lugares de acuerdo a la extracción social, desde consultorios y clínicas con todos los adelantos, por médicos que ganan fortunas con esta práctica, hasta chozas desvencijadas con matronas que lo hacen de oficio y sin las mínimas condiciones sanitarias. Las muertes en abortos suelen salir de ahí, de quienes no pueden costearse un abortista que cobra miles de pesos. Entonces, la muerte acecha a las embarazadas pobres.

El presidente abrió la puerta a saber quién es quién entre los políticos, incluso él mismo. Quién quiere mantener el statu quo y quien busca que menos gente muera. El que se escuda en los dogmas y el que está dispuesto a abrirse a menos crueldad y cinismo.

En la discusión cotidiana está claro que la sociedad tiene posiciones tomadas, que cada cual sostiene sus convicciones y de acuerdo a sus principios, pero también todos saben cuál es la realidad del aborto.

La política ya no podrá mirar para otro lado.