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Alfredo Cornejo desembarca en la Nación y ya hay sucesor local

26 de febrero, 2018 - 07:11

Las huestes del actual gobernador que no son parte de la gestión provincial trabajan a destajo para mirar todos los costados de la vasta geografía política del país, tan grande como el territorio argentino, con sus matices e idiosincrasia. Allí donde los contactos internos sin distingos de líneas son con todos los radicales.

El tema es poner a punto a la tropa, la que fue una vital catapulta para que Mauricio Macri alcanzara la presidencia de la Nación en lugares donde no solo no existía el PRO, sino que apenas se sabía que este hombre alguna vez había sido presidente del Club Atlético Boca Juniors.

Hoy, esa tropa es necesaria para comenzar hablarle a la gente de Alfredo Cornejo, un hombre casi desconocido en gran parte de la Nación. Que puede exhibir su administración en una importante provincia productora de petróleo, vino, olivicultura, ajo y una interesante diversificación agroindustrial, pero que también puede mostrar el peso de su autoridad sobre los otros Poderes del Estado para alcanzar excelencia institucional, como él lo anunció. Las profundas modificaciones en la Justicia, como él lo reclama permanentemente, la modernización del Estado y la erradicación de cuestiones que no le hacían bien a la función de la cosa pública, como él se empecinó. Cuestiones que le han valido el mote de autoritario.

Ya no se puede disimular que el primer mandatario mendocino hace movimientos precompetitivos para jugar en las exigentes ligas mayores. Otro pesado aditivo que él mismo se ha colocado en sus espaldas, que hace contrapeso a ese todavía gran desafío que tiene el primer mandatario, su gobernación.

Él sabe son las preseas dorada de un dirigente político. Que no son para cualquiera y que en ambos horizontes solo se entiende un corolario de éxitos que lo pongan en esas páginas de la historia de Mendoza primero, del país después.

Cornejo tiene muchos obstáculos que se pueden transformar en verdaderos huracanes. El consenso generalizado de la legendaria Unión Cívica Radical. Allí, donde muchos lo miran con recelo, por su permanente coqueteo estratégico con otros partidos en su modo de hacer política. Allí donde el influyente Ernesto Sanz tiene todavía peso en las huestes del partido de Alem e Yrigoyen.

Del mismo modo fuera del mismo, con llegada directa a sus socios fundadores del Frente Cambiemos, la diputada de la Nación Elisa Carrió y el presidente Macri. Cornejo sabe que ahí todavía es segunda línea y que entre sus pesadas tareas está obtener ese lugar donde pueda opinar, incidir, rechazar y hasta negar. Como lo hace con total soltura la líder de la Coalición Cívica Ari toda vez que no está de acuerdo hasta con las decisiones del mismísimo primer mandatario de la Nación.

Otra de las pesadas cuestiones es ver qué lugar puede alcanzar con su constante y desgastador peregrinar en todo el territorio argentino. La presidencia o la vice presidencia. Ésta última con mayores posibilidades, aunque no excluyente de la presidencia, cuando por delante tiene un Mauricio Macri, que ha dado a entender sus intenciones de reelección. O ese fuerte paso que se siente en todo el país y que irradia desde la provincia de Buenos Aires su gobernadora María Eugenia Vidal.

Muchos ya lo ubican al actual gobernador mendocino como compañero de fórmula de ambos, pero no a Macri o Vidal como segundos de Cornejo. Algunos, en ese análisis, se preguntan por lo bajo si Cornejo aceptará esto o utilizará todas sus estrategias que le valieron ser Gobernador e influyente dirigente radical en su provincia y fuera de ella. Punto en los que corrió con determinante juego de cintura política a dirigentes de peso como Julio Cobos y Sanz. Una acción que el tiempo lo dirá, solo el tiempo.

Sea lo que sea, Cornejo está entusiasmado y el habérsele presentado la posibilidad de ser la máxima autoridad del radicalismo nacional le da ciertas ventajas para recorrer el sinuoso camino de la política argentina.

Las políticas de estado en la Provincia las está dejando en manos de dirigentes en los que confió con férrea determinación una gestión que quiere que produzca un efecto histórico que muchos recuerden. Alfredo, como lo nombran en la intimidad del poder, ha formado lo que a su entender son valorables cuadros de ministros, secretarios, subsecretarios y directores que están conminados a coronar con éxito ese Gobierno asumido en diciembre del 2015 y que finaliza el año que viene.

Ahí ya no se puede disimular que se encuentra el hombre propuesto para intentar sucederlo en el sillón de San Martín: Martín Kerchner Tomba, el ministro de Economía. Un hombre en el que se ha recostado el peso de la gestión por el valor que se le ha dado a la obra pública, a la matriz energética y a la producción agroindustrial de la provincia.

Mientras tanto, el justicialismo -tanto a nivel país como en Mendoza- intenta y no sabe cómo reunirse y comenzar a ubicarse en un camino de recuperación. Algo que hasta ahora se presenta complejo. Porque no existe ni en la Nación ni en la provincia un líder que aglutine a todos quienes integran un partido que se hizo bajo la sola concepción verticalista unipersonal. Por eso, quizá, los peronistas hayan perdido el rumbo y no haya figuras convocantes como alguna vez lo fueron, después de Juan Perón, Antonio Cafiero, Ítalo Luder, Eduardo Duhalde, Carlos Saúl Menem y recientemente, el matrimonio presidencial de Néstor y Cristina Kirchner, por decir algunos. Mientras, los ensayos de Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey son eso, ensayos y nada más.

El complejo panorama político del máximo partido de la oposición hace que aquí en Mendoza las cosas para el elegido del gobernador Cornejo tengan ciertas ventajas. Pero Kerchner no tendrá un camino político amplio y fácil para llegar a la gobernación. Deberá dirimir fuerzas con el intendente de Luján de Cuy, Omar De Marchi, otro bendecido por el poder, en este caso el propio Presidente.

Los dos, sin quererlo, jugarán en suelo cuyano una fuerte cinchada política nacional entre la UCR y el PRO con sus principales referentes. Pero también los dos tendrán sobre sus osamentas la aprobación o la adversidad de un electorado que tiene desde hace rato horas muy complicadas en su vivir y el de su familia.

En una palabra, la última expresión sobre candidatos y sus objetivos políticos será de ese ciudadano que ha tenido en los últimos cuatro años dos modos de gobernar. Donde han sobresalido sectarismos, corrupción y violaciones institucionales en unos, e inflación, precarización laboral, graves problemas de pobreza, aumentos constantes en alimentos, impuestos y todo tipo de servicio que han hecho añicos ahorros, salarios y proyectos de millones de argentinos, en otros.

Un todo que la política, por ahora, no ha respondido. Por lo que los que la militan no deberían extrañarse sobre esas respuestas que en este complejo panorama den los ciudadanos en 2019.

Más allá de todo esfuerzo que hagan y estrategias que apliquen los dirigentes para alcanzar lugares de gobernabilidad, a los que solo se llega si la gente vio lo que hasta ahora al común le cuesta ver: que pensaron en ellos, gobernaron para ellos y pusieron todo un país para todos los que lo habitan.

Daniel Gallardo – Periodista de Medios del Grupo Cooperativa