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Espanto e impunidad de toda una Argentina violada

No alcanzarían las páginas de un gran libro de la miseria para dar detalles de miles de casos que se dieron y se siguen dando, lamentablemente. Cada uno con espantosa modalidad, pero todos con un común denominador: hacer lo que se le plazca con el cuerpo, el alma y la vida de un ser indefenso.

24 de diciembre, 2018 - 07:56

Es muy grave y doloroso para la vida de los argentinos el grano que explotó en la piel de la nación desparramando añejo y pestilente pus. Desde él sale lo más oscuro y mugriento de una sociedad que jamás detuvo esa infección que dañó generaciones tras generaciones.

Algo que en aras de una sociedad religiosa y patriarcal, que se luce en la paquetería y se hunde en el fango de la pobreza, siempre existió la violencia y la violación sin miramientos. Oscuras acciones en las que se ampararon esos hipócritas costados sociales que a todos los poderes les convino (¿conviene?) tener, mantener y ocultar.

El caso del actor Juan Darthés desprendió la dura cáscara y es por ese lado donde el lodo salió sin contención alguna. Cuándo no, por supuesto, sería la farándula que marcaría ese tardío reaccionar de la consciencia del país. Lo que no lograron cientos y cientos de casos de violaciones, vejaciones de miles de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y hasta ancianas, que en su gran mayoría terminaron en el asesinato y en su conjunto muertos en vida, mientras sus victimarios vivieron (y viven) con la impunidad de una sociedad inadmisiblemente sórdida.

Ahora todos se asombran y muchos hasta se preguntan: ¿dónde fuimos a parar? Otros tantos sacan provecho inaceptablemente del dolor blandiendo banderas políticas o de sectores que reivindican puntos no resueltos a favor de ellos, como el aborto.

Una mezcla de cosas que se entierran aún más como filosos cuchillos en la tormentosa existencia de esas víctimas que arrastran con pena el sello de haber sido violadas, sin que nadie detenga al violador. Para colmo, adornar el tema con confusos debates, donde hasta se pone en tela de juicio si han sido ciertas las violaciones. Donde solo cabe en el terreno de lo creíble la violación seguida de muerte.

No alcanzarían las páginas de un gran libro de la miseria para dar detalles de miles de casos que se dieron y se siguen dando, lamentablemente. Cada uno con espantosa modalidad, pero todos con un común denominador: hacer lo que se le plazca con el cuerpo, el alma y la vida de un ser indefenso.

Sujetos amparados por el parentesco o el poder de cualquier nivel para someter dantescamente a su víctima. Momento donde toda frontera es traspasada con espeluznante avidez una y otra vez.

Y en el escenario de donde surgen testimonios, muchos de ellos añejos, una sociedad que atina a nada y solo se limita  hablar como chimenteras de barrio sobre esas desgracias, que en principio eran pocas y ahora se notan de a cientos por toda la geografía nacional. Pero nada más que eso, comentar. Para colmo, entrando en laberintos de dudas y de otros temas que solo hacen que el núcleo central de la putrefacción vuelva a ocultarse para bien de los violadores.

Periodísticamente se estuvo a punto de acceder sobre un terrible caso que habría producido un poderoso empresario ligado a la política de un importante oasis productivo de Mendoza, acusado de abuso sexual sobre su pequeña hija de 4 años. Acción de la que habría sido doloroso testigo su otro hijo de apenas 6 años. Sujeto que tendría tanto poder que habría hecho complicar el proceso en el fuero penal donde se sustancia la denuncia y enredar las determinaciones de una jueza de familia.

Esta última, también, con impericia intencional en todo lo actuado. Donde la madre de los niños se habría encontrado sola denunciando el caso en todo lugar, como la Comisión de Derechos y Garantías de la Cámara de Diputados de la Provincia. Sitio, que al igual que la Justicia, se calló la boca y no avanzaron un ápice en una causa que en otras circunstancias y otros autores, hasta tendría sentencia. Ni aún cuando los pequeños pasaron por cámara Gesell y el nene, con este procedimiento jurídico, indicó lo que habría sucedido.

Conclusión: el caso está tapado en los laberintos de la Justicia local y de las determinaciones que toman sus funcionarios. Donde el caso Próvolo subyace como una isla en la Justicia y que, aun así, se pretende ocultar con artilugios e influencias religiosas y no tan religiosas.

Clara demostración que existe desidia hasta en los ámbitos judiciales, condimentadas por fuertes e impunes incidencias que los manejan.

Ejemplo contundente para mostrar la gran hipocresía de una sociedad que por estos días muestra su lado más perverso, lejos de comenzar aplicar cirugía mayor para  extirpar los males que siguen provocando vejaciones.

Una comunidad que solo se entretiene con mirar con sadismo un glosario de violaciones en la farándula, cuando en realidad lo que tendría que exigir es mayor peso para que el país y sus inocentes habitantes duerman y convivan en una sociedad que los respeto y los resguarde de los que todavía se burlan de la gente con el miembro en la mano.