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La Superfinal: el nivel individual por encima del juego colectivo

09 de noviembre, 2018 - 08:13

Cada vez falta menos para que el mundo se pare por dos horas y todas las miradas estén puestas en la primera final entre Boca y River por la Copa Libertadores.

Condimentos hay de sobra para enumerar porque será una primera final en la cual el equipo que menos se equivoque y errores cometa, saldrá favorecido. Pero para ello cada uno deberá cumplir a rajatabla todo lo planeado en la previa.

Detrás de todo equipo hay un plan de juego. Y detrás de una estrategia hay un cerebro creativo que la lleva adelante.

En el caso de River, el mentor de toda idea futbolística es Marcelo Gallardo. Un entrenador que no podrá estar presente en el estadio porque arrastra una sanción de cuatro fechas (una de ellas será no asistir a La Bombonera) ni tampoco podrá comunicarse por teléfono con sus ayudantes de campo. No es un dato menor para un equipo que tampoco tendrá en el verde césped a su capitán y jefe, Leonardo Ponzio, quién padece un desgarro.

El Millonario perderá sin Gallardo y Ponzio a dos figuras que empujan desde lo anímico, pero también desde lo estratégico.

Mas allá de esto, el entrenador probablemente apelará en la charla técnica a remarcar como llegaron a esta Superfinal: más entero como equipo, fuerte desde lo mental y sólido desde los futbolístico.

Con un once que salvo por bajas de necesidad y urgencia se repitió en los últimos partidos por Copa. Por ejemplo, los cinco del fondo (Armani; Montiel, Maidana, Pinola, Casco) vienen jugando juntos desde los octavos de final. Salvo contra Independiente en la ida en Avellaneda, que ingresó Martínez Quarta en lugar de Maidana, después el resto de los encuentros repitió la defensa que jugará en La Bombonera. Eso muestra que las piezas encajan bien, además de seguridad y confianza entre ellos.

En el mediocampo, Ponzio y Exequiel Palacios compartieron el doble cinco en la mayoría de los partidos. El sábado el capitán estará ausente, pero será reemplazado por Enzo Pérez con el agregado de Bruno Zuculini para fortalecer la mitad de la cancha. Otra muestra más de que Gallardo piensa más en lo colectivo que en lo individual, cuando podría jugar de entrada con un sólo volante de marca y poner por ejemplo a Juan Fernando Quintero de buen pie con una pegada exquisita de larga distancia.

En la delantera, Santos Borré y Lucas Pratto será la dupla de ataque, ratificando el buen trabajo que hizo frente a Palmeiras en Brasil. En esta línea fue rotando entre los tres (con Nacho Scocco) pero en la mayoría de los choques coperos el titular fue Borre y alternaba con Pratto o Sccoco.

En Boca, la cuestión es diferente. Guillermo Barros Schelotto apostará a la actitud, a la personalidad de sus integrantes para pelear cada pelota como la última, acompañado de sus individualidades y de que no pierde por Copa desde la fase de grupos.

El conjunto de Guillermo es más empuje y garra que buen juego colectivo. Puras individualidades. Una clara muestra es cómo ganó ante Palmerias por 2 a 0 en La Bombonera (con dos goles de Benedetto) y empató 2 a 2 en San Pablo, con un tanto de Ábila y otro de Benedetto.

Boca tiene individualidades de muy buen presente en todas sus líneas. La columna vertebral muestra solvencia. Agustín Rossi da seguridad. Carlos Izquierdoz está firme en la zaga central junto con Lisandro

Magallan. Wilmar Barrios maneja la mitad de la cancha como un relojito. Siempre 8 puntos el colombiano. Wanchope Abila hace un gran trabajo desgastando a los centrales y convirtiendo los goles importantes como cuando abrió el marcador en San Pablo. Y el ingreso de Benedetto es clave por su cuota goleadora.

Boca no brilla, sin embargo, con el correr de los partidos el técnico le fue encontrando la vuelta a como pararse en el campo de juego con un esquema que le sienta bien: el 4-3-3. Y se hace fuerte de local.

El técnico apostará a las opciones en ataque. A las velocidades de Cristian Pavón y Sebastián Villa por las bandas y a Abila como centro delantero para trenzarse con los centrales millonarios. Guardando a Benedetto, probablemente para el segundo tiempo. Y relegando al banco a Mauro Zarate y Carlos Tevez.

Partiendo de estas premisas podemos conjeturar que las estrategias de uno y de otro serán completamente diferentes. Gallardo apelará a su juego colectivo con un equipo que se mueve en bloque, que es fuerte desde lo mental en choques de Libertadores, mientras que Barros Schelotto lo afrontará a partir de la personalidad de sus jugadores, apostar a las individualidades y hacerse fuerte de local con el aliento de su público, un plus que tendrá Boca en su cancha.

Boca está mejor parado para esta primera final, aunque River ha demostrado que saca lo mejor de sí y tiene una mentalidad fuerte en partidos coperos.

De Boca depende el buen nivel de sus jugadores ya que jugando bien o mal como equipo, empata o gana; mientras que River necesita jugar bien en conjunto para ganar el partido, porque jugando regular o mal, termina perdiendo. El pasado lo ratifica.

Hoy creo que el nivel individual de Boca esta por encima del juego colectivo de River. La regularidad del Xeneize de lograr resultados positivos hasta en la Superliga y de que no pierde por Libertadores desde la fase de grupos supera la hazaña de River que logró en Porto Alegre, potenciado por el empuje y no por el buen juego, además de que va a sentir mucho la ausencia de Gallardo en el banco de suplentes y la de Ponzio, su capitán, en el campo de juego.