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Josephine Baker, la diva que conquistó a los mendocinos

26 de noviembre, 2018 - 12:47

Fue por 1929 cuando llegó a Mendoza la más grande vedette y bailarina del teatro de revista de todos los tiempos. Nos estamos refiriendo nada más y nada menos que a Josephine Baker, quien con su encantadora belleza conquistó a todos los mendocinos.

¿Quién es esa Baker?

Para los jóvenes el nombre de Josephine Baker puede ser insignificante. Pero para nuestros abuelos, el apellido Baker representaba la sensualidad, el erotismo y la fantasía de todo hombre. Era el modelo de la mujer libre, atrevida, sin prejuicio, en un tiempo en que muy pocas se atrevían hacerlo. Pero además existía otro motivo, que la hacía más especial: era afroamericana.

Los mendocinos conocían a Josephine a través de los diarios y revistas. Había nacido en Saint Louis (Missuri), Estados Unidos, el 3 de junio de 1906. Desde muy joven actuó en su país natal, en donde realizó en Broadway Chocolate Dandies y actuó en el Cotton Club de Harlem. Pero fue en París en donde se consagró al actuar en el club La Revue Nègre.

Josephine fue llamada la Venus Negra por su agraciado cuerpo que derrochaba sensualidad.

Con su cuerpo escultural y su bello rostro, pronto conquistó al público francés, quien la denominó la “Venus negra”. La clave del éxito de esta original vedette fue su imponente coreografía y la osadía de bailar casi sin ropa, solamente con una falda de plumas en el Danse Souvage o un traje hecho de plátanos en el Follies Bergère, lo que le permitió ganar popularidad.

Sus famosos desnudos la hicieron la mujer más fotografiada del mundo, rivalizando con las más populares divas de aquella época: Gloria Swanson y Mary Pickford. Antes de 1927, ella había ganado más dinero que cualquier otro artista en Europa.

Durante la Segunda Guerra Mundial se destacó primero en el contraespionaje francés. Luego fue una de las primeras mujeres que se alistó en la Fuerza Aérea francesa y estuvo en la recuperación de París en agosto de 1944. También ayudó en la Cruz Roja, peleó contra el nazismo y fue modelo de miles de mujeres que luchaban por la libertad de su país. 

Finalizada la guerra, Josephine recibió varias condecoraciones del gobierno francés.

Además, con su espíritu libre luchó por los derechos civiles femeninos y de su raza.

Falleció en Paris (Francia) el 12 de abril de 1975 y fue enterrada en Mónaco con todos los honores.

Los admiradores de la "Diosa"

En Mendoza, la mayoría de los jóvenes y adultos conocía a la artista por sus fotos “prohibidas” que la hicieron famosa y también por sus películas y canciones.

Los más pudientes, que habían viajado a Francia, tuvieron la ventaja de verla personalmente en el Follies Bergère

Al conocerse la noticia de que la estrella llegaría a esta ciudad, todo el mundo partió hacia la estación del ferrocarril para esperar la llegada del tren que la traía.

Su llegada a Mendoza

Eran las ocho de la noche y una muchedumbre se reunió en la estación del ferrocarril, mientras muchos automóviles se estacionaban en la periferia. La ciudad era distinta. Una concentración de gran público masculino se preparaba para recibir a la sensual "Venus Negra".

Los periodistas y fotógrafos se disputaban un lugar de privilegio para poder apuntar sus flashes y realizar alguna entrevista.

A lo lejos se veía la silueta del tren que provenía de Chile y se aproximaba a la estación.

Los hombres se aglomeraban en el andén expectantes y al detenerse el convoy un grupo se lanzó hacia el vagón en el que viajaba la actriz. Muchos no podían creer lo que estaban viendo sus ojos. Allí estaba Josephine, con su simpática sonrisa, vestida con un traje de color gris muy claro y un sombrero pequeño del mismo tono. Antes de bajar, saludó a la multitud.

El público masculino aclamaban a la Baker tratando de darle la mano; otros pronunciaban su nombre y muchos silbaban. Era tanta la multitud que no podía bajarse del vagón, por lo que algunos policías tuvieron que despejar la plataforma para que pudiera salir.

Ya liberada de aquel gentío, fue conducida hacia un ostentoso auto de color azul que la trasladó hacia el Plaza Hotel.

La despedida

En una hermosa mañana de primavera y luego de un frugal desayuno, la diva partió desde el Plaza Hotel en un lujoso automóvil, acompañada por su representante y gente de su equipo, rumbo a la estación del Ferrocarril Pacífico. Allí la esperaba el expreso que partiría hacia la Capital Federal. Muchos hombres y mujeres se reunieron en el andén para despedirla.

Cuando llegó, se abalanzaron para pedirle un autógrafo. Ella, con su brillante sonrisa, los firmó uno por uno. Algunos posaron para un retrato fotográfico con ella y a los más afortunados les regaló un beso. Subió

al coche camarote y desde la ventanilla agitaba su mano al público, que con mucho afecto la saludaba.

Minutos después, el tren se puso en marcha y partió. Los hombres retuvieron en su memoria aquellas horas en que la reina del vaudeville de París visitó nuestra provincia.