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Macri rinde examen en diciembre

25 de noviembre, 2018 - 09:00

Se aproxima un mes álgido para el Gobierno, tomando en cuenta la historia política reciente en la Argentina. Diciembre no suele pasar inadvertido en el calendario. Y no tanto por las Fiestas, sino por la conflictividad social que parece más predispuesta a exacerbarse a medida que se acerca el verano.

En la Casa Rosada comenzaron a trabajar hace semanas en un plan de contingencia para evitar desbordes en lo que será un atípico cierre de año con la celebración aquí en Buenos Aires de la Cumbre de Líderes del Grupo de los 20 (G-20).

Las tareas de prevención han sido intensas, pero en vísperas de lo que serán un puñado de días históricos para el país por el G- 20, han sido varias las luces de alarma que se encendieron en el sistema de seguridad nacional últimamente.

Primero sucedió con la serie de ataques perpetrados por grupos anarquistas y jornadas más tarde con el fallido operativo de seguridad a cargo de policías bonaerenses en la zona de Puente 12, en el partido de La Matanza, donde perdió la vida un hombre en medio de una toma de tierras.

Allí, un militante de izquierda llamado Rodolfo Orellana y oriundo de Villa Celina murió tras recibir un impacto de bala (de plomo) por la espalda, en momentos en los que, según denunciaron compañeros de la persona fallecida, efectivos policiales intentaban desalojar el predio tomado.

Tras comprobarse en una autopsia preliminar que Orellana había sido baleado, el Gobierno bonaerense debió salir a retractarse después de que las primeras informaciones (oficiales) acerca del incidente desestimaran que el militante hubiera perdido la vida a causa de una herida de arma de fuego.

La desprolija manera de comunicar lo sucedido en Puente 12 por parte de autoridades provinciales dejó sentado un mal precedente días antes de que el país en general y el populoso distrito de Buenos Aires en particular se adentren en el último diciembre antes de las elecciones generales de 2019.
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La gloria o Devoto

El gobierno que lidera Mauricio Macri se apresta a rendir un examen por demás exigente en las próximas semanas, primero con la realización del G-20 y luego con el cierre de un año difícil, tenso y que instaló definitivamente a la Argentina en una nueva crisis económica.

Macri, al igual que sus arquitectos electorales, saben que el combo que se avecina puede significa la gloria o Devoto para una administración que aspira a renovar mandato en 2019, pero que primero tiene que anudar un final de 2018 de la manera más armónica y pacífica posible.

Las facciones más revoltosas de la oposición prometen un diciembre agitado, debido a la compleja situación económica y social que padecen amplios sectores de la sociedad, en momentos en los que la Canasta Básica Total -que define el nivel de pobreza en la Argentina- aumenta por encima de la inflación: 7,5% de suba en octubre pasado, según datos oficiales.

En este contexto, el Gobierno ha mantenido reuniones con referentes de izquierda e incluso con el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez buscando afinar el lápiz en la organización y coordinación de la marcha en contra del G-20 que se llevará adelante el próximo viernes.

Pérez Esquivel le solicitó a las autoridades nacionales, más específicamente al jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Gerardo Milman, que "no haya represión, sino prevención para evitar los desbordes" durante la manifestación, que está previsto que culmine en la Plaza del Congreso.

El G-20 reunirá en Buenos Aires el viernes 30 de noviembre y el sábado 1° de diciembre a líderes mundiales de la talla de Donald Trump, de Estados Unidos; Vladimir Putin, de Rusia, y Xi Jinping, de China, entre otros. Se espera incluso que Macri mantenga reuniones bilaterales con ellos: hasta el momento, están confirmados encuentros con el mandatario ruso y el presidente del gigante asiático. También se entrevistará aquí con la primera ministra británica, Theresa May.

La Argentina se prepara para abrirse definitivamente al mundo y celebrar este acontecimiento histórico mientras el Gobierno fracasa en su intención de combatir la inflación y reactivar el consumo y sobre todo la economía. La actividad productiva cayó 5,8% en septiembre pasado, con respecto a igual mes de 2017, y el país ingresó nuevamente en una etapa de recesión, por segunda vez durante la gestión macrista, de acuerdo con datos oficiales.

En este sentido, el Gobierno parece haberse topado después de las recientes apreciaciones del dólar con respecto al peso con un escollo adicional en su cruzada por lograr la meta del déficit cero que se comprometió a cumplir ante autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Ese obstáculo se llama Aerolíneas Argentinas, la compañía de bandera que acumula desde hace tiempo un rojo significativo pese a los esfuerzos oficiales para achicarlo y que se encuentra inmersa en un conflicto gremial que probablemente irá escalando en los próximos días: de movida, la empresa decidió cancelar todos los vuelos previstos para el lunes que viene tras la confirmación de una nueva medida de fuerza sindical.

A estas alturas de los acontecimientos, e incluso tomando en cuenta recientes comentarios del propio Presidente de la Nación al respecto, el macrismo parece haberse embarcado en un proceso comunicacional tendiente a instalar en la sociedad la idea de que el Estado no puede seguir financiando a una compañía aérea pública, pero deficitaria, en momentos de crisis.
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"Scioli tenía razón"

Los desaciertos del Gobierno, especialmente en materia económica, han permitido que fuerzas políticas de la oposición comiencen a abrigar cada vez con mayor intensidad esperanzas de llegar al Poder el año que viene, entre ellas, el peronismo y el kirchnerismo residual o cristinismo.

Dentro del Partido Justicialista (PJ), quienes consideran que la era K es parte del pasado en la política nacional, entre ellos, los gobernadores de Córdoba, Juan Schiaretti, y de Salta, Juan Manuel Urtubey, ubican a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en la condición de "límite" cuando se refieren a las gestiones que lleva adelante ese sector para tratar de ampliarse y concebir un frente opositor más robusto con miras a los comicios de 2019.

"Nuestro objetivo es ofrecer una alternativa superadora; es una cuestión conceptual. Si queremos plantear un gobierno de unidad nacional, los que quieran venir que vengan", dijo en los últimos días Urtubey, que sin embargo agregó: "Una interna con Cristina Kirchner sería estafar a la gente".

El salteño, que también sostuvo que su salario como gobernador (de poco menos de 100.000 pesos por mes) no le alcanza para cubrir sus gastos, resaltó además que el objetivo del llamado "peronismo federal" es salir de la "lógica de la grieta" entre macrismo y kirchnerismo en la Argentina.

Dentro de este grupo, que extendió recientemente su poder de fuego, al sumar el respaldo de siete gobernadores más del PJ, aparte de los mencionados Schiaretti y Urtubey, existen quienes aseguran que el mandatario cordobés también reúne condiciones como para postularse a la Presidencia de la Nación.

En esos términos se expresó días atrás el senador cordobés Carlos Caserio, que confirmó que en la provincia mediterránea se desdoblarán las elecciones a Gobernador en 2019.

Esta semana, a Schiaretti se lo vio junto con el ex candidato presidencial kirchnerista Daniel Scioli, que también se entusiasma con vistas a 2019 y arrulla sueños de revancha tras su derrota en 2015 en el balotaje frente a Macri.

Si bien se mantiene en filas del peronismo K, Scioli –fiel a su costumbre- se muestra sonriente y ambivalente en encuentros con dirigentes anti-K, mientras disfruta de un momento deportivo sin precedentes en la historia de su equipo de futsal Villa La Ñata, que por primera vez disputará la final de los "playoffs" de Primera A de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA): enfrentará a San Lorenzo en el duelo por el título.

"Scioli tenía razón" y "Scioli 2019" decía una bandera que acompañó al conjunto "anaranjado" en el encuentro de clasificación contra Ferrocarril Oeste, al que venció por 5-4 en el estadio de Villa Modelo en Gerli, en el sur del Gran Buenos Aires, donde Villa La Ñata jugó como local.

Allí también el ex gobernador bonaerense –resurgido políticamente en medio de la crisis nacional- recibió el apoyo de militantes de Avellaneda y seguidores del intendente kirchnerista Jorge Ferraresi, según se pudo observar.