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Una mujer quiere ser colectivera y no consigue que le tomen la prueba

María Cecilia Bravo es conductora de taxi y de micros de larga distancia. Hace cinco años que lucha por un puesto en las empresas de transporte urbano pero no logra siquiera que la tengan en cuenta. Ya recurrió a la Justicia

Por Redacción

16 de octubre, 2018 - 09:26

Tiene 48 años y es madre de tres hijos. Vive con el menor de 18 a cargo y con su mamá pensionada, quien le ayuda económicamente a mantener el hogar. Ella sostiene que son ellos, su familia, quienes la ayudan a seguir y no bajar los brazos cuando todo parece cuesta arriba.

Experiencia tiene de sobra. Hace ocho años que conduce un colectivo que lleva gente a la central termoeléctrica de Ingeniero Whiete y al arsenal naval a la base Espora. En el 2013 manejó por primera vez un micro de dos pisos trasportando contingentes turísticos a Concordia, Chaco y Camboriú. 

Nadie puede poner en duda su confiabilidad al volante, todos esos kilómetros que ha acumulado a lo largo de su trayectoria le sirven como defensa para contrarrestar la cantidad de críticas que recibe por el solo hecho de ser mujer y llevar a cabo una actividad "preestablecida para hombres". "Lo que me preguntan con frecuencia es cómo hago cuando se me pincha una rueda o si tengo que cambiar algún filtro, correa o identificar un problema en el motor escuchando algún ruido. Son cosas que yo hago constantemente y con total naturalidad", afirma enojada por el tono con que le realizan esas preguntas, como poniéndola a prueba.

“No peleo para que me den un trabajo porque soy mujer. Lo hago porque estoy capacitada para trabajar a la par de cualquier hombre y sé que voy a cumplir. Nunca he fallado en mi tarea, me desempeño igual que cualquier otra persona. Lo más triste es que muchos cuando suben me miran con cara de susto y son las mujeres las que se muestran más dubitativas", comenta María Cecilia, que aún espera una respuesta de la Justicia luego de una denuncia que presentó el año pasado. 

Sin embargo, en un punto se muestra tranquila ya que los cuestionamientos son más bien personales y no profesionales, pero se enoja constantemente por la falta de respuestas de las empresas: "El silencio es lo que más me duele, que te ignoren. Prefiero que me llamen y me den una excusa, a que no me respondan. Esto yo no lo hago como un hobby, sino porque amo conducir y lo necesito".

"Yo no quiero que echen a nadie por mi, no es lo que busco con este reclamo. Hace cinco años vengo pidiendo un puesto de trabajo en cualquiera de las tres líneas urbanas que hay en la ciudad. Sé que hubo muchas vacantes, sin despedir a nadie, y nunca me llamaron a mi", enfatiza.

Recientemente la Justicia aceptó la apelación al fallo que le había rechazado el amparo y Cecilia presentó su caso al INADI. Se muestra positiva  y confiada porque internamente siente que va a lograr lo que se propone: "Solo quiero que me dejen probar que sé hacerlo. Me puedo equivocar como cualquiera, pero el examen puedo pasarlo porque tengo la experiencia suficiente".

Además comenta que es parte de un grupo de whatsapp de casi veinte mujeres que manejan colectivos en todo el país y juntas se dan fuerzas para no abandonar la lucha que las une.