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Milagro en la cordillera

15 de octubre, 2018 - 11:54

En la mañana del 12 de octubre de 1972, un avión bimotor de la Fuerza Aérea Uruguaya se preparaba para despegar del aeropuerto de Montevideo. En él viajaban 45 personas, entre los cuales se encontraban rugbiers del club Old Christians, de la capital charrúa. 

Los jóvenes se dirigían a Chile para enfrentarse al club Old Boys de Santiago, y con el objeto de abaratar costos, los directivos alquilaron una nave de la Fuerza Aérea Uruguaya. Aparte de los jugadores viajarían familiares y simpatizantes del club.

Ese mismo día, y asignado como vuelo 571, despegó del aeropuerto de Carrasco con rumbo a la capital del país trasandino. Luego de surcar el espacio aéreo argentino, el avión aterrizó en nuestra provincia en el aeropuerto El Plumerillo. Desde el Servicio Meteorológico se dio la alerta de que las condiciones de vuelo para cruzar la cordillera eran desfavorables, lo que obligó a la tripulación y pasajeros a pasar el día en la ciudad de Mendoza.

Los viajeros fueron trasladados al centro y alojados en un hotel céntrico para emprender la última etapa del vuelo el viernes 13 de octubre. Nadie se imaginaba que para muchos serían las últimas horas de sus vidas.

El último café

Los visitantes uruguayos fueron alojados en un hotel y salieron a realizar algunas compras a diferentes negocios del centro mendocino. 

En la mañana del 13, un grupo encabezado por Fernando Parrado, Carlos Páez, Rafael Echevarren, Arturo Nogeira, Numa Turcatti, Pedro Algorta y Roberto Canessa fue a tomar un café en la terraza del Automóvil Club Mendoza.

Después los pasajeros fueron trasladados al aeroestación local para emprender el viaje esa tarde. A pesar que el frente aún continuaba, los pilotos decidieron esperar unas pocas horas para partir al principal destino: el aeropuerto de Pudahuel, en Santiago de Chile. 

El Fairchild FH-227, matricula 571 despegó a las 14.18 de El Plumerillo para seguir la ruta Malargüe-Curicó. Una hora y diez minutos más tarde el piloto, coronel Julio Ferradas, dio su última posición entre Curicó y Angostura. Después, el silencio cundió en las comunicaciones entre la base y el avión.

Al no tener noticias del avión, se declaró en alerta y se procedió a su búsqueda. Un avión de rescate Albatros de la Fuerza Aérea Argentina partió rumbo a la cordillera, pero su búsqueda fue en vano. Lo mismo ocurrió desde Chile,  de donde partieron varias naves militares con ese mismo fin, pero no encontraron ningún rastro del aparato. El avión uruguayo se había estrellado contra la cumbre del cerro El Sosneado, en el sur mendocino,en medio de la Cordillera de los Andes.

Infierno sobre hielo

"Si el infierno existe, no es con fuego, puedo asegurar que es con hielo y oscuro", comentó Fernando Parrado tras sobrevivir 72 días en la cordillera.

El avión impactó en un cerro destrozándose en varias partes. Trece personas fallecieron instantáneamente, luego otras tres murieron al día siguiente. Entre los restos del fuselaje había varios heridos muy graves, muchos de los cuales morirán días después.

Los sobrevivientes soportaron temperaturas de más de 30º bajo cero. En la noche del 29, una avalancha descendió de la montaña sepultando parte del fuselaje y matando a ocho personas más. Solamente 19  quedaron vivos. Con el correr del tiempo los alimentos se acabaron y los sobrevivientes se alimentaron con los cuerpos de las víctimas. Tres personas más sucumbieron en los días posteriores.

Fernando Parrado y Roberto Canessa decidieron cruzar la cordillera y llegar a Chile para pedir ayuda, mientras los demás esperaban el ansiado rescate. Los dos jóvenes no tenían otra oportunidad: era llegar  o morir.  

El 21 de diciembre, el arriero Sergio Catalán los encuentra. Parrado había escrito en un papel: "Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos como. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?".

Así finalizaba el calvario de 16 sobrevivientes y se producía el milagro de los Andes.