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Un ritual indonesio asegura que ser infiel trae buena suerte

Por Redacción

12 de febrero, 2018 - 20:16

Ascender a la montaña Gunung Kemukus, en la isla de Java (Indonesia), podría ser una buena opción para practicar caminata por senderos idílicos para alejarse del ajetreo de la ciudad y respirar aire puro. De no ser, claro, porque allí acuden miles de personas a mantener relaciones sexuales con desconocidos. No se trata de saciar impulsos meramente sexuales sino, aunque cueste entenderlo, de un ritual para atraer la buena suerte.

La tradición tiene origen en una antigua leyenda del siglo XVI y se basa en una historia en donde no puede faltar el príncipe, la madrastra y un enredo del que necesitaban salir. Estaban enamorados y decidieron huir y esconderse en Gunung Kemukus. La cosa no acabó ahí: un día, la pareja fue sorprendida mientras mantenía relaciones sexuales y posteriormente, los asesinaron. Los cuerpos fueron enterrados en la cima de la montaña, y la gente honra esta relación incestuosa haciendo algo parecido.

Sin embargo, el ritual es mucho más complejo y consta de 3 pasos:

1- Debe rezarse una oración y realizar una ofrenda floral ante la tumba del joven príncipe y su madrastra.

2- Es necesarios bañarse en alguno de los arroyos sagrados de la montaña.

3- Encontrar a un extraño dispuesto a practicar sexo.

Quienes siguen este rito lo hacen convencidos de que "serán bendecidos por la buena fortuna", asevera Keontjoro Soeparno, psicólogo social de la Universidad Gadjah Mada en declaraciones a la BBC. También advierte de que para que funcione, el ciclo tiene que ser completado siete veces con la misma persona. Si no, tendrá que volver a empezar con otro desconocido.

Muchos cumplen con este ritual en busca de una mejora en sus finanzas y engañan a sus parejas sin conseguir el objetivo deseado. Pero quienes sí han logrado hacer una fortuna son los que vieron la posibilidad de generar un negocio costa de esta tradición ancestral y comenzaron a abrir bares, puestos de comida y karaokes en el lugar y al rededores. Por eso el Gobierno debió empezar a cobrar impuestos y los lugareños hicieron lo mismo por la entrada de coches. Incluso se desarrolló la prostitución.

Lamentablemente, las enfermedades de transmisión sexual se incrementaron y en 2014, las autoridades debieron abrir una clínica especializada para tratar a los enfermos e informar sobre el uso de anticonceptivos y así, adaptar un rito del siglo XVI a la realidad del siglo XXI.