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¿Por qué hay personas que se enamoran fácilmente?

Los enamoradizos no son siempre personas felices. Detrás de quien se ilusiona al instante hay una peligrosa tendencia a idealizar, así como determinadas carencias que buscan ser nutridas con amores que rara vez duran y que a veces hasta duelen

Por Redacción

24 de septiembre, 2020 - 08:00

Son muchas las personas que se hacen estas mismas preguntas a diario, incapaces de entender el porqué de esos sentimientos atolondrados, de esa sensación de efusividad cada vez que alguien nuevo irrumpe en sus vidas.

Dicen que la personalidad enamoradiza es aquella que va saltando de flor en flor, que les define la inmadurez emocional y hasta ciertos sentido de irresponsabilidad. Al fin y al cabo, en ocasiones, dejan una relación para iniciar una nueva, desechando amores para abrazarse a unos nuevos y aprovechar ese “subidón de dopamina y serotonina”. Ahora bien, más allá de si esto puede ser o no aplicable a todos los casos, hay un hecho innegable.

También se sufre. Quien se define por esa volatilidad afectiva, por enamorarse cada dos por tres, por ilusionarse con unos, aburrirse de otros, soñar con ese nuevo vecino, desear a esa nueva compañera de trabajo o empezar a ver de otro modo a esa persona que cada día sirve el café, también sufre decepciones y puede ser herido de muchas maneras.

No todos los amores son correspondidos y no todas las parejas acaban siendo lo que uno pensaba en un primer momento, porque el enamoradizo siempre se precipita, corre el peligro de ver lo que no es y, en ocasiones, hasta deja a un lado su autoestima y dignidad. Analicémoslo con detalle.

 

Estas son las causas

Nada es tan emocionante como enamorarse. El cerebro queda atrapado en ese naufragio químico orquestado por los neurotransmisores. La mente se inflama de ilusiones, fantasías y deseos. Pocas cosas son tan agradables como esa atracción que de buenas a primeras podemos llegar a experimentar por ese alguien que, de pronto, irrumpe en nuestra vida.

Arthur Aron, psicólogo social experto en motivación de la Universidad de Nueva York, nos habla en un estudio de un término interesante: la expansión del yo. Cuando conocemos a alguien deseable, cuando irrumpe en nuestra vida una persona que nos atrae, esa intensidad emocional nos magnifica, renueva las expectativas y hasta ponemos más atención en nosotros esperando ser deseables para el otro.

Podríamos decir que al enamorarnos no solo la vida se ve de otro modo, también nosotros nos vemos diferentes. Es como revestirnos de una positividad efervescente y esa sensación puede resultar muy adictiva para las personas enamoradizas. No obstante, veamos más razones que pueden explicar este hecho.

 

Tendencia a idealizar: una forma de sufrimiento

“¿Por qué me enamoro tan fácilmente?”: en ocasiones, tras esta cuestión hay una respuesta muy concreta: porque idealizas en exceso. Puede, tal vez, que seas de esas personas con una tendencia natural a poner un filtro dorado a los demás, colocando ingredientes extra en quien te atrae, en quien llama tu atención.

Decía Sigmund Freud que, en ocasiones, cuando elegimos a alguien lo que hacemos es dotarlo de dimensiones que a nosotros nos gustaría tener: seguridad personal, ingenio, originalidad, carisma, encanto, brillantez intelectual, es decir, los enamoradizos pueden proyectar sobre los demás aquello que ellos más admiran y desean.

 

Baja autoestima: busco a cualquiera que llene mis vacíos

Cuando uno camina por el mundo con una notable baja autoestima busca a la desesperada algo o alguien que cubra sus carencias, sus inseguridades. Así y casi sin darnos cuenta, nos sentimos atraídos por cualquiera que nos trate bien, por quien nos haga un halago, nos trate con cariño o destaque alguna de nuestras virtudes.

 

La personalidad dependiente

Detrás de la personalidad dependiente está, a menudo, el miedo a la soledad. También el perfil de quien necesita tener siempre a alguien de la mano, sin necesidad de que ese alguien sea el apropiado. Lo importante es tener a una persona al otro lado de la almohada, al otro lado del sofá.

Ese temor y esa angustia a la soledad hace que se sientan atraídos por cualquiera que en un momento dado muestre interés por ellos. Algo así puede hacer que vayan ‘saltando’ de persona en persona y relación en relación, cada vez que alguien demuestre algún tipo de deferencia o deferencia.