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¿Por qué fue Tucumán sede del Congreso de la Independencia?

Noticias de España, que anticipaban la llegada de una expedición realista, y la situación interna del territorio hicieron que esa provincia fuera la sede del histórico encuentro

06 de julio, 2020 - 10:34

Siempre se dijo por tradición que el Congreso establecido en Tucumán se debió a motivos netamente federalista por parte de los patriotas que buscaban descentralizar el poder de Buenos Aires.

Pero lo cierto es que cuando se convocó en 1815 a la formación de la llamada Asamblea General Constituyente, el territorio de las entonces Provincias Unidas del Río de la Plata transitaba por una convulsionada coyuntura política y militar.

Una de las causas externas fue la expedición realista que desde fines de 1814 se rumoreaba y que tuvo en vilo al gobierno de aquel momento por varios meses.

Además, se agregaron factores internos que hicieron que se eligiera a Tucumán para ser sede de este patriótico encuentro.

 

La expedición tan temida

A fines de 1814, las Provincias Unidas del Río de la Plata eran presididas por el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas.

En octubre de ese año, llegaron malas noticias desde España, informando que una formidable fuerza militar se preparaba para invadir el territorio del Río de la Plata con el objetivo de aplastar la revolución.

Poco conocemos sobre la expedición que preparó el monarca Fernando VII luego de restablecer su reinado en abril de 1814.

En agosto quedó organizada y se le dio el mando al mariscal Pablo Murillo. Contaba con seis unidades de infantería, dos unidades de caballería, dos compañías de artillería, incluida la de zapadores y otros servicios, que completaban un efectivo de 500 oficiales y 10.642 soldados.

Para trasladar las tropas, se dispuso de una escuadra de 60 barcos al mando de Pascual Enrile.

Mientras tanto, en el territorio del Río de la Plata se preparaban para su defensa y desde Buenos Aires se alertó a las provincias para el envío de tropas. Además, se le pidió dinero en efectivo a la población a través de subastas de joyas o empréstitos forzosos.

Cabe destacar que lo recaudado por las entonces Provincias de Cuyo, al mando del gobernador intendente José de San Martín, fue enviado a fines de 1814 con ese fin y no para el Ejército de los Andes, que entonces no existía.

El 17 de febrero de 1815 zarpó desde Cádiz la escuadra rumbo al Río de la Plata, pero días después, se comunicó a través de una orden secreta que la expedición invadiría Venezuela y no el objetivo previsto.

Al no tener noticias de la expedición de Morillo, se especuló que podrían llegar en 1816, y esta fue una de las principales causas por las que el Congreso no se estableció en la metrópolis.

 

Destitución de Alvear

En 1815, aparte de la hipotética invasión realista, la situación política y militar interna de las Provincias Unidas del Río de la Plata seguía por un camino borrascoso. Además, el mapa geopolítico del territorio era preocupante.

Por el Oeste, los realistas habían tomado Chile en octubre de 1814 y se suponía que invadirían Mendoza por el principal paso cordillerano; por el Norte, las tropas del rey avanzaban hacia la frontera con Salta, y como si esto fuese poco, se sumaba la invasión del ejército portugués a los territorios de Misiones y del litoral.

Además de esa crítica situación, el Director Supremo Posadas renunció a su cargo a principios de enero de ese año, y fue elegido por la Asamblea su sobrino, el general Carlos de Alvear. Éste intentó gobernar con mano dura, lo que produjo el descontento de muchos que lo llamaron ‘tirano’, e intentó en una jugada destituir al entonces gobernador intendente de Cuyo, Coronel mayor San Martín, pero el Cabildo mendocino, con apoyo de San Juan y San Luis, se opuso.

Esto produjo un gran malestar en el ejército, que se profundizó aún más cuando intentó firmar un pacto de reconocimiento independentista con Artigas a la Banda Oriental, a cambio de sacar las tropas del litoral, pero no se llegó a un arreglo.

Inmediatamente, y para atacar al caudillo oriental, Alvear envió tropas al mando del general Ignacio Álvarez Thomas, quien se sublevó en la localidad de Fontezuela (Buenos Aires) y produjo la caída del mandatario el 15 de abril de ese año.

Después de la revuelta hubo un gran desconcierto político e institucional, y fue elegido el general José Rondeau como Director Supremo, aunque éste no podía ejercer el cargo por encontrarse luchando en el Alto Perú.

Entonces asumió como interino Álvarez Thomas, quien disolvió la Asamblea y creó la Junta de Observación, una especie de legislatura que supervisaba las acciones del Poder Ejecutivo. En poco tiempo la Junta elaboró un Estatuto Provisional que reemplazó al de 1813, y en mayo se convocó a gran parte de las provincias de Río de la Plata para la realización de una nueva Asamblea General Constituyente.

A pesar de este nuevo gobierno, la adhesión de las provincias del litoral al caudillo Artigas y el miedo a la temida invasión realista seguían vigentes entre los patriotas, quienes pensaron que la mejor opción era llevar a esta Asamblea fuera de Buenos Aires. Córdoba era una gran elección por ser un lugar estratégico, pero ésta tenía inclinaciones hacia la Liga Federal artiguista y no quedando otra opción, se eligió a Tucumán.

 

La Liga Federal se independiza

A fines de 1814, el caudillo José Gervasio Artigas organizó una especie de protectorado federal, en el que se incorporaron las provincias de Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe a la Banda Oriental y formaron la Liga Federal, a la que luego se adhirió Córdoba en abril de 1815.

El 29 de junio, Artigas convocó a los representantes de esa unión a un congreso llamado de Oriente y celebrado en Concepción del Uruguay (Entre Ríos), cuyos objetivos eran mantener una política federal y la declaración de la independencia de España.

Esto alertó a las autoridades del gobierno de las Provincias Unidas, y Artigas envió a través de las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe representantes a la Asamblea en Tucumán, pero fueron rechazados.

 

Tucumán, por un tiempo

Dentro del Estatuto Provisional, quedaba estipulado que Tucumán sería el lugar de reunión de la Asamblea General Constituyente.

A mitad de 1815, se eligieron en todas las provincias a sus representantes, quienes a fines de ese año marcharon hacia la capital tucumana, y aquí es importante destacar que los diputados tuvieron que sufragar los gastos de sus bolsillos.

Mientras tanto, Tucumán se preparaba para recibir a los congresales y para eso fue alquilada la casa de Francisca Bazán de Laguna.

Con una faustosa fiesta, los días 24 y 25 de marzo de 1816 quedaron inauguradas las sesiones.

La Asamblea General Constituyente funcionó con un presidente y secretarios, cuyas funciones concluían al mes. Es por eso que cuando se declaró la Independencia el 9 de julio, se encontró presidiendo el representante por San Juan, don Francisco Narciso Laprida.

En octubre de ese año se decidió que el Congreso pasara a sesionar en Buenos Aires y algunos aludieron el gran costo que traía el estar a muchos kilómetros de la metrópolis y de otras provincias. Otro de los puntos fue el avance realista hacia Tucumán. La última sesión en esa ciudad fue el 17 de enero de 1817.

A partir de marzo, los congresales se establecieron en Buenos Aires y el Congreso sesionó con la intención de lo estipulado en el Estatuto de redactar una Constitución, la que fue promulgada en 1819, pero esto produjo una lucha interna entre las provincias y Buenos Aires, que finalizó con la Batalla de Cepeda.

Finalmente, el 11 de febrero de 1820 el Congreso quedó disuelto.