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Guerra de Independencia, el verdadero año de su inicio

La gesta comenzó cuando Napoleón Bonaparte fue expulsado de España y volvió al trono Fernando VII.

25 de mayo, 2021 - 14:26

En general los argentinos conocen que la Revolución de Mayo inició el 18 de mayo de 1810. Y que tuvo su momento principal 7 días después, cuando fue depuesto de su cargo el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. Y se inició lo que se conoce como el proceso del surgimiento del Estado argentino con la aparición de la Primera Junta.

Sin embargo, no fue hasta 3 años más tarde cuando verdaderamente comenzó la mentada Guerra de Independencia y no antes, ya que hasta ese momento diversos sucesos ocurrieron, que pusieron en duda lo que debía hacerse hasta que se aclarara el panorama tras la aparición de Napoleón Bonaparte en la geopolítica española. Y de José Bonaparte, quien reemplazó en el poder a Fernando VII, depuesto por las Abdicaciones de Bayona.

 

 

“Existe en el imaginario popular argentino el prejuicio de que la Primera Junta de Gobierno formada el 25 de mayo de 1810, en Buenos Aires, buscó nuestra independencia política respecto de España. Y que la declaración del 9 de julio de 1816 sólo fue una formalidad para confirmarlo”, reconoció el historiador Walter Burriguini.

Pero la realidad fue muy distinta según el mendocino. “La Primera Junta de Gobierno no pretendía ni aspiraba a independizarnos. Sin embargo, al tomar el poder desencadenaría un largo proceso que a la larga, y sin proponérselo, desembocaría en la independencia”, explicó.

Por ello es que para poder entender tal proceso primero preciso tener previamente 4 situaciones muy claras. 

En primer lugar que Hispanoamérica no pertenecía a España sino que era parte integrante de España. “Es decir, no era una posesión sino una provincia española. Distinto a lo que ocurría, por ejemplo, en la relación entre Inglaterra y el futuro Estados Unidos”, afirmó.

En segundo, “que en la tradición hispánica las Juntas eran una forma colegiada que se creaban y tomaban el gobierno en cada región y en nombre de las autoridades legítimas cuando estas se ausentaban del poder”.

Tercero, que en 1807 Napoleón Bonaparte invadió España y sacó al rey Fernando VII del trono,  poniendo en su lugar un rey títere que permaneció hasta 1813, cuando el emperador francés fue derrotado.

En cuarto lugar, “que en ese periodo España se dividió políticamente en tres partidos: liberal nacionalista, liberal afrancesados y monárquico, y que esa misma división obviamente se reprodujo exactamente en el Río de la Plata”, según el historiador.

Pues bien, cuando Fernando VII fue reemplazado por un rey títere que respondía a Napoleón Bonaparte en el trono, “se activó automáticamente en toda España, incluido el Río de la Plata, la tradición de la Juntas, que comenzaron a formarse en cada capital de cada provincia española, entre ellas, Buenos Aires”.

 

 

“Por un proceso que no viene al caso de detallar, las Juntas de Gobierno locales estuvieron dominadas mayoritariamente por los liberales nacionalistas, que aprovecharon el poder que tenían circunstancialmente para promulgar leyes y aplicar principios económicos inspirados en su ideología”, repasó.

Ahora bien, “en 1813 Napoleón Bonaparte fue expulsado de España junto a su rey títere y Fernando VII retomó entonces el gobierno. Y el dato clave fue que una vez reinstalado en el poder, Fernando no reconoció ninguno de los avances que el liberalismo había conseguido imponer durante su ausencia, instaurando un régimen absolutista que a esta altura ya era completamente anacrónico”.

“Al advertir que la fidelidad al rey de España era incompatible con la conservación de los avances del liberalismo, los liberales criollos a cargo del gobierno en Buenos Aires llegaron a la conclusión de que la única forma de conservar dichos avances fue lisa y llanamente independizarse de la metrópoli”, afirmó.

Estrictamente hablando, “la Guerra de Independencia no comenzó entonces en 1810 con la instauración de la Primera Junta sino en 1813, con el regreso de Fernando VII al trono de España”.

 

 

“Los dilemas a los que se enfrentaron los gobiernos de Buenos Aires entre esas dos fechas no fue mas que un conflicto entre liberales y monárquicos que pelearon por gobernar la región en nombre del rey de España y en el marco de la identidad hispánica. Es decir, en el Río de la Plata entre 1810 y 1813 no hubo Guerra de Independencia sino Guerra Civil entre facciones políticas españolas”, manifestó.

Una prueba muy claro de ello fue que la insignia que creó Manuel Belgrano para sus tropas en febrero de 1812 fue celeste y blanca, “exactamente como los colores de la dinastía borbónica que gobernaba en España. Con eso pretendía dejar claro su lealtad al gobierno español de la época”.

 

 

En resumen, “la guerra que se desató en el Río de la Plata a partir de 1810 y en la que tuvimos luchando a Manuel Belgrano, Martín Miguel de Güemes y José de San Martín, comenzó como un conflicto entre liberales y monárquicos criollos en el marco de la identidad hispánica y con la intención de gobernar lealmente en nombre del rey de España”, consideró. 

Y remarcó que “se convirtió en Guerra de Independencia recién a partir de 1813, cuando los liberales criollos se dieron cuenta que la única forma de mantener los avances del liberalismo en la región era independizarse de España, a la sazón dominada por un absolutismo qué se rehusaba con uñas y dientes a reconocer dichos avances”.