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El día que atentaron contra la vida de Sarmiento

El 23 de agosto de 1873, el 'Maestro de América', con la investidura de presidente de la Nación, sufrió un atentado que casi termina con su existencia.

11 de septiembre, 2019 - 13:13

Si la suerte no le hubiese acompañado a Domingo Faustino Sarmiento, tal vez el día del maestro hubiese sido el 23 de agosto y no el 11 de septiembre, como desde hace más de un siglo se conmemora.

Porque aquel día de 1873, el “Maestro de América”, con la investidura de Presidente de la Nación, sufrió un atentado que casi termina con su vida.

Sarmiento presidente

Domingo F. Sarmiento fue propuesto como candidato a la Presidencia de la Nación y electo en las elecciones nacionales de agosto de 1868.

El educador se encontraba en Estados Unidos y a su regreso asumió el cargo el 12 de octubre del mismo año. Durante su mandato, luego de finalizada la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, se produjeron diferentes levantamientos en el interior del país que fueron aplastados.

En abril de 1870, se produjo en Entre Ríos una revolución encabezada por el general federal Ricardo López Jordán, quien además asesinó al general Justo José de Urquiza.

Ante estos acontecimientos el Gobierno envió tropas para aniquilar a los sediciosos. Como consecuencia de esto, se produjeron sangrientos enfrentamientos que terminaron derrotando al caudillo entrerriano en la batalla de Ñaembé.

Tres años después, López Jordán regresó e invadió Entre Ríos y se sublevó contra el Gobierno nacional. Inmediatamente, Sarmiento respondió enviando tropas y sofocó la revuelta.

Ricardo López Jordán, autor intelectual del atentado contra Sarmiento.

López Jordán se quedó con la sangre en el ojo y planeó un siniestro plan para vengarse de su gran enemigo.

Mafia italiana

En una fría noche de julio de 1873, cuatro individuos se dirigieron a una fonda del barrio La Boca, lugar donde en su mayoría eran de origen italiano, muchos de ellos marineros mercantes.

A ese miserable restaurante llegó primero un hombre rubio, de aspecto sajón, y luego los restantes. Todos se sentaron y se saludaron. El de cabellos rubios se llamaba Aquiles Sagabrugo, y le apodaban el Austríaco.

Mientras comían, Sagabrugo les comentó sobre la misión secreta que tenían que ejecutar a los otros que tenía enfrente. Aquellos se llamaban Francisco y Pedro Guerri –aunque ambos no eran parientes- y Luis Casimir, todos de nacionalidad italiana.

Francisco y Pedro Guerri, los sujetos que intentaron perpetrar la muerte del presidente Sarmiento.

El trabajo consistía en asesinar al presidente Sarmiento, por lo que se les pagaría unos 10 mil pesos fuertes, una verdadera fortuna en aquel tiempo.  Además, contarían con la garantía de que se los sacaría inmediatamente del país, siempre y cuando no fallaran con el plan.

El Austríaco había estudiado todos los movimientos de Sarmiento y sabía que los sábados, a eso de las 21, partía como de costumbre en un carruaje y sin custodia, hacia la casa de su amante, Aurelia Vélez, hija de su amigo y ministro del Interior Dalmacio Vélez Sarsfield.

A los tres malhechores se les informó que el 23 de agosto sería el día para matar a Sarmiento.

Primero los caballos

El 23 de agosto fue sábado, y por la tarde, en una de las casas que tenían cerca de la residencia del presidente, se reunieron los Guerri y Casimir, quienes se preparaban para asesinarlo.

El plan consistía en matar primero a los caballos y ultimar luego a Sarmiento a puñaladas. Para que el golpe fuese letal, los Guerri habían embebido las balas en bicloruro de mercurio y las armas blancas en sulfato de estricnina. Esto produciría en la víctima la muerte instantánea.

Cuando el  reloj marcaba las 20, los tres individuos tomaron sus armas y partieron hacia la calle Corrientes, en donde esperaron a Sarmiento.

Noche fría para morir

Mientras tanto, el presidente Sarmiento, en su casa ubicada en la calle Maipú, entre Tucumán y Del Temple –hoy Viamonte- se preparaba para salir como era de costumbre hacia la residencia de doña Aurelia.

Tiempo atrás había sido advertido por varios amigos y por el gobernador de Santa Fe que podía sufrir algún atentado contra su vida, pero siempre lo ignoraba.

Eran las 20.40 cuando se subió a su carruaje de dos caballos y su cochero, José Morillo, cerró la puerta para luego partir.

El vehículo se desplazó por la calle Maipú hacia Corrientes. Todo parecía muy tranquilo; las farolas de gas iluminaban el empedrado de la calle, y solo se sentía el sonido el andar los caballos en el silencio de una noche muy fría.

Esperando en una de las esquinas noroeste de aquella avenida, amparados por la oscuridad, los tres individuos estaban listos para atacar al presidente de los argentinos.

El primer mandatario, ni se enteró

Al percibir el carruaje que venía por la calle, rápidamente se abalanzaron sobre él y Francisco Guerri disparó con su trabuco pero le estalló en la mano y perdió uno de sus dedos.

Grabado que reproduce el atentado al entonces presidente Sarmiento.

Algo había salido mal y los tres corrieron a toda velocidad hacia el bajo de la calle Corrientes.

Dos policías que estaban cerca del lugar sintieron las detonaciones y persiguieron a los maleantes, que fueron detenidos en una casa en la que se habían refugiado.

El carruaje siguió viaje, y lo más interesante de todo esto es que el primer mandatario no se dio cuenta de lo que había sucedido. Recién cuando llegó a la casa de los Vélez Sarsfield, en la calle Cangallo, el cochero le contó lo sucedido.

Novela policial

En la comisaría, Pedro y Francisco Guerri fueron interrogados por la policía e intentaron dar una versión diciendo que habían tenido un altercado con otra persona, pero luego se quebraron y contaron la verdad, diciendo que  Aquiles Segabrugo, alias el Austríaco, los había contratado para darle muerte al presidente.

Cuando los uniformados fueron a buscar al Austríaco, éste había partido a Montevideo. Los pesquisas también encontraron a Luis Casimir, el tercer involucrado, quien dio la misma versión que sus secuaces.

Inmediatamente, una comisión policial a cargo del comisario Miguens viajó a la capital uruguaya para atraparlo, pero allí se enteraron que Segabrugo había sido asesinado por Carlos Querencio, un agente del entrerriano López Jordán.

Miguens encontró en el hotel que se alojó el jefe de la banda una importante documentación que comprometía al caudillo de Entre Ríos, pero fue interceptado por gente del caudillo entrerriano, cuando asaltaron el barco que lo transportaba de regreso a Buenos Aires con la intención de fusilarlo sino entregaba esos papeles. Esto hizo que a su regreso el comisario quedase con las manos vacías.

Justicia "floja"

La noticia conmocionó a todo el país, y tiempo después los Guerri y Casimir fueron llevados a juicio por intento de magnicidio.

El fiscal Ventura Pondal pidió la pena de muerte para los tres, pero el juez  Octavio Bunge sentenció a Francisco Guerri a 20 años de prisión y a 15 a Pedro Guerri y Casimir. Posteriormente, la Cámara del Crimen bajaría la pena de Casimir a 10 años.

Tiempo después, los presos le pidieron a Sarmiento que intercediera para conmutar sus penas, pero no les contestó.

En abril de 1883, Pedro Guerri murió en prisión y Francisco fue indultado años después durante la presidencia de Miguel Juárez Celman.