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La educación, víctima del desinterés de los políticos

16 de octubre, 2019 - 15:56

En momentos en que el destino de la Argentina depende de la voluntad de todos sus ciudadanos, resultan proféticas las palabras de Sarmiento cuando dijo: “La igualdad de derechos acordada a todos los hombres es, en las repúblicas, un hecho que sirve de base a la organización social.

“De este principio, imprescriptible hoy, nace la obligación de todo gobierno de proveer de educación a las generaciones venideras ya que no puede compeler a todos los individuos de la presente a recibir la preparación intelectual que supone el ejercicio de los derechos que le están atribuidos... 

“Un padre pobre no puede ser responsable de la educación de sus hijos; pero la sociedad en masa tiene interés vital en asegurarse de que todos los individuos que han de venir con el tiempo a formar la Nación se hayan preparado suficientemente por la educación recibida en su infancia para desempeñar las funciones sociales a que serán llamados".

Sin embargo, esas palabras del gran educador argentino caen en saco roto cuando quienes piensan gobernar el país no muestran el interés necesario en algo tan trascendental como la formación de una sociedad mejor preparada para los desafíos que se vienen.

Antes de cada elección, la Academia Nacional de Educación llama la atención sobre algunas de las cuestiones que considera aún pendientes en materia educativa. El objetivo de esas propuestas es que la formación de niños y jóvenes sea objeto de debate por parte de quienes buscan ocupar los poderes del Estado.

Sin embargo, como se vio en el debate de candidatos del fin de semana, nadie se hace cargo de la situación. Como en otros temas, tanto unos como otros sólo apelan a cifras difíciles de entender por la sociedad, usadas para criticar –de forma errónea y a veces  malintencionada– el desempeño de tal o cual gobierno y evitan dar precisiones en cuanto a objetivos.

Pero una enumeración de objetivos educativos no puede ser exhaustiva ni dejada solo en manos de los gobernantes, ya que en el proceso de educar participa toda la sociedad.

Y en esto se nota cómo algunos padres le esquivan el bulto a esa responsabilidad dejando en manos de los educadores gran parte de lo que a ellos les corresponde como progenitores responsables, tutores de una vida en formación.

Todo esto es, apenas, un esbozo de lo que se perdió en el camino olvidando lo que hizo que el país ejerciera un liderazgo que hoy se ve seriamente amenazado en cuestión educativa.

Por eso es hora que la sociedad argentina en su conjunto asuma el desafío urgente que hoy representa brindar a la mayor cantidad posible de nuestros jóvenes –de cualquier condición social– las herramientas que les permitan desarrollarse en un mundo cada día más complejo y competitivo.

No hacerlo sería condenarlos a la oscuridad, a no ser que sea éste –precisamente– el propósito de algunos gobernantes.