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Argentina, el país donde el delincuente se siente perseguido político

La ineptitud del oficialismo gobernante y la complicidad delictual de la oposición, permitieron una ley de extinción de dominio que no permitirá recuperar ni el dinero robado en administración kirchnerista, ni fondos del narcotráfico, del lavado de dinero o la trata de personas.

27 de agosto, 2018 - 07:17

Es inaceptable y doloroso el escenario en el que la gente debe vivir. Donde se debate sin decoro alguno por esa gente, que el accionar del Poder Judicial en las investigaciones de la fenomenal estafa a la Nación, es parte de un show mediático de jueces, fiscales y periodistas sobre una pobre figura política. La misma que durante toda su vida solo se ha dedicado hacer el bien, sin mirar a quien.

La dolorida figura política es esa mujer que junto a su marido acrecentaron en forma escandalosa y sin justificación su patrimonio. El que, en dibujadas declaraciones juradas, tuviera sustento de sucesivos fallos por parte del acomodaticio juez federal Norberto Oyarbide.

Esa oscura multimillonaria herencia que podrán disfrutar hasta sus tataranietos. Dinero de todos los argentinos, que por estos días quedó claro que llegará a los descendientes sanguíneos del kirchnerismo gracias a la ineptitud del oficialismo gobernante y a la complicidad delictual de la oposición que votaron una ley de extinción de dominio que no permitirá recuperar, ni ese dinero, ni fondos del narcotráfico, lavado de dinero y la trata de personas.

Lo grave y más que preocupante de lo sucedido, tras la determinación que asumieron senadores de la nación de autorizar allanamientos a propiedades de la legisladora Cristina Fernández de Kirchner, es la demostración de adhesiones por parte de un grueso de la comunidad argentina.

O a esta gente el relato los obnubiló de por vida o ese sector representa la incoherencia misma del país. Se está hablando de actos delictuales, no de ideologías políticas. Estamos hablando de delincuentes, no de dirigentes políticos. Se debe entender que se le robó al país, como jamás se lo había hecho. Lo hicieron vistiendo e invocando una ideología, a la que no representan en su fuero íntimo, porque lo único que interesó fue enriquecerse con la impunidad que da el poder.

Hoy la Justicia está metiendo presos a quienes robaron el patrimonio que millones de argentinos tenían derecho a dejar como legado de vida a las futuras generaciones. Hay dirigentes que se vistieron alguna vez de funcionarios y empresarios. Todos con el traje que deja al descubierto la única condición por la que deben ser calificados: delincuentes.

A pesar de todo esto, en la Cámara alta el ciudadano argentino escuchó que a Cristina Fernández de Kirchner se le quiere privar de la posibilidad de volver a gobernar el país (¿?). Que Cristina es una perseguida política, que la historia se repite con un perseguido peronismo, que con esto se quiere tapar lo que hoy le pasa al país y a sus habitantes.

Un sinnúmero de estupideces con las que se pretende cubrir con mayor impunidad lo que le hicieron al país, en 12 años de su vida, Néstor y Cristina Kirchner. Que al decir de uno de los muchos elementos que fueron utilizados para la maniobra delictual, como lo es Leonardo Fariña, hoy gozando la figura del arrepentido, se robaron en ese tiempo todo un PBI, es decir, alrededor de U$S 500 mil millones.

Eso, es mucho dinero, y suponiendo que esto también fuera un invento del oficialismo y el periodismo, por menos, es ya un escandaloso monto que golpea con dureza el hambre de millones de argentinos. Mas todo lo que no se hizo en materia de viviendas, oleoductos, gasoductos, agua potable, caminos, hospitales, escuelas y el salvataje de tantas Pymes que comenzaron a sucumbir cuando el kirchnerismo pulverizó las economías regionales y el actual Gobierno terminó la reprochable acción.

Sin lugar a dudas el país y un grueso de la sensatez ciudadana están en problemas, y si no existe la decidida acción de comenzar a transitar otros caminos, será muy difícil que se pueda superar este tramo. Donde no se sabe, o no se reconoce o no se quiere reconocer, dónde empieza la verdad y se la asume.

Queda la esperanza de que hay un grueso de la gente que ya la asumió. Esperemos que esos mismos ciudadanos tengan la fuerza y capacidad necesaria para dejar en claro que en la Argentina de hoy y en la Nación que viene, no hay presos políticos sino delincuentes.