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Siete años después de su muerte, harán el juicio por Guadalupe Codes

La nena falleció tras un cuestionado tratamiento contra la leucemia que estaría rodeado de irregularidades, como indicó a ‘El Ciudadano’ el padre de la víctima

12 de octubre, 2021 - 07:43

El 24 de agosto de 2015, la pequeña Guadalupe Codes comenzaba a transitar el último tramo de vida, que finalmente se apagaría el 20 de noviembre de ese año, a solo diez días de cumplir 10 años. Fechas que tienen para Andrea y Mauricio, sus padres, el significado de la muerte que llegó con violencia al cuerpo de esa hija, a la que ellos están convencidos le quitaron “con saña” su oportunidad de vivir.

Por eso, quizá, la semana se inicia con la posibilidad de alcanzar el esperado juicio que revise circunstancias, lugares, métodos y actores que rodearon el fallecimiento de la pequeña.

El dolor y todo lo que esperaron Andrea y Mauricio para que la Justicia juzgue la muerte de su pequeña hija, más ese oscuro laberinto de acciones entorno a los que ellos señalaron como responsables, hicieron que se fueran del país con su otra hija. Definitivamente instalados en España, tratando de estructurar un nuevo camino de vida, recibieron la noticia que el juicio por Guadalupe se concretará entre el 7 y el 25 de febrero de 2022.

A minutos de recibir la noticia desde Mendoza sobre la fecha del juicio, El Ciudadano se comunicó con Mauricio y mantuvo un extenso diálogo ante el acontecimiento tan esperado.

Notamos en la voz del papá de Guadalupe una mezcla de hastío, decepción y hasta escepticismo. Algo que se comprende cuando expresó: “Después de todo lo que pasamos, desde las múltiples chicanas de los abogados que defienden a las médicas que señalamos como responsables de la muerte de nuestra hija, y que la Justicia dio lugar con todos sus tediosos plazos, peritajes y demás procedimientos, recesos de invierno y verano, los encierros y parálisis por la pandemia, demandas y amparos para que esas médicas no tengan el derecho del ejercicio legal de la medicina hasta después el juicio. Después de todo eso, la Justicia se acordó de nuestra hija y que debe juzgar su muerte”.

 

La dura historia de Guadalupe con triste y doloroso final

Desde muy chica, Guadalupe tuvo que batirse con un mal letal que afectaba su salud, ya que padecía leucemia. Una enfermedad que había logrado apaciguar por dos años, hasta que de repente aparecieron virulentos síntomas que hicieron que sus padres la acompañaran a iniciar el doloroso camino de la quimioterapia.

Esta vez y por bloques (sesiones), se le tenía que suministrar vincristina, una poderosa droga que tuvo que ser traída a Mendoza y que necesitaba manos médicas capacitadas en este tipo de tratamiento.

Al recordar la decisión que en esos momentos tomaron, Mauricio narró: “El lugar que elegimos con Andrea fue el Hospital Español con sus profesionales, donde el 24 de agosto (de 2015) Guadalupe comenzaría a recibirla quimio”.

—¿Qué sucedió entonces?

—Las médicas que tuvieron la responsabilidad de inyectar el primer bloque de vincristina fueron Viviana Bacciedoni y Andrea Piatti, del Servicio de Hematología, cuyo jefe era Francisco del Río. A las pocas horas de inyectada la droga, Guadalupe fue llevada a Terapia Intensiva con síntomas no compatibles con su enfermedad ni con el tratamiento, si este se hubiera realizado correctamente.

 

—¿Le dieron alguna explicación?

—Solo recuerdo que en la madrugada del jueves 27, Bacciedoni se presentó ante nosotros junto a la jefa de Terapia, Marizul Guerrero, y confesó que la médica Piatti aplicó la droga en forma intratecal y no intravenosa como indica estrictamente el protocolo

“Recibimos con asombro e impotencia esta explicación. Nuestro dolor se profundizó cuando Andrea le peguntó a Bacciedoni por qué sucedió esto y qué haríamos ahora, recibiendo como respuesta que ‘un error lo puede cometer cualquiera y no le puedo decir qué va a pasar’”, recuerda Mauricio.

 

“La vincristina necesita conocimientos y estrictos protocolos”

La impotencia de Mauricio Codes se hace palpable en sus expresiones, cuando nos indicó que “el fatal error de colocarle vincristina a Guadalupe fue acompañado en forma constante por soberbia, silencio y maniobras para tapar lo que con ella se hizo. Fíjese que los datos técnicos registrados en el largo proceso judicial de siete años indican un abultado número de groseras irregularidades, como por ejemplo que al momento de darle a la nena la primera dosis de la droga, las jeringas preparadas para el primer bloque no estaban etiquetadas”.

—¿Eso está documentado ante la Justicia?

—Sí. A Guadalupe había que inyectarle en el primer bloque tres drogas. Ante la fiscalía, una enfermera de ese servicio declaró que había dos jeringas de 10 y una de 20, y estaban sin rotular y vacías. Esto quiere decir que no tuvieron la responsabilidad de razonar lo que le hacían a mi hija. La vincristina es una droga neurotóxica que solo se debe inyectar vía intravenosa. El prospecto es claro sobre las fatales consecuencias de suministrarla de otra manera, y las médicas no podían saber cuál de las jeringas preparadas y sin rotular tenía vincristina. Aun así, la inyectaron a Guadalupe. Cuando se dieron cuenta, lo ocultaron e insistieron con el tratamiento, sin nuestro conocimiento ni consentimiento.

 

—¡Qué duro momento! 

—Esto fue el golpe de gracia a la vida de mi hija, porque no tendrían que haber inyectado la segunda dosis. Expertos de España y Estados Unidos con quienes nos comunicamos nos dijeron que con la segunda dosis profundizaron la neurotoxicidad de grado cuatro, lo que implicaba que Guadalupe se nos moría.

La vida de Guadalupe Codes se apagó el 20 de noviembre del 2015 en el Hospital Pediátrico Humberto Notti, donde fue llevada por sus padres con un hilo de esperanza de salvar su vida.

Hoy, tras mucho tiempo de un traumático proceso judicial de uno de los hechos graves y resonantes de Mendoza, que la Justicia investigó en el mundo de la medicina como un caso de mala praxis, finalmente se fijó la fecha de un juicio oral y público en el que se fallará teniendo en cuenta lo que sucedió con la nena y las responsabilidades en torno a su muerte.