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Maxi Armando, el artista de altura que sueña con el viento

Actualmente vive en la alta montaña mendocina después de haber habitado la casa de Benito Quinquela Martín.

09 de mayo, 2021 - 10:16

El hombre de 47 que nació embuído del murmullo y el brillo del Río de la Plata desde temprano advirtió que la montaña era el lugar perfecto para domar todos los sobresaltos de su corazón de artista ensimismado. Una de sus mayores experiencias con espíritus ancestrales fue la de haber vivido en la casa de Benito Quinquela Martín.

Muchas veces planeó el gran salto desde un risco, solo con el fin de adivinar el sabor de saber sorber todos los escalofríos que le sigue produciendo la luna colada entre las montañas de Mendoza. O una bajada vertiginosa que entre las piedras se abre paso, empujada por gravedad rojiza, también marrón. Miradas que recientemente fueron reconocidas por la celebrada, a nivel nacional, artista cordobesa Candelaria Silvestro.

 

 

Desde la vivienda que ocupa en Uspallata cuenta el lugar ahora habita había sido el amparo del paso los indios de las tribus quechuas en sus largos viajes a uno y otro lado de la Cordillera de los Andes. “Algunos refieren que el nombre de Uspallata significa garganta o paso elegido. Otro, en cambio, dicen que surge de la lengua mapuche y que significaría vertiente que aparece y corre sosegada. De todos modos ambas versiones son hermosas y se corresponden con un lugar como Uspallata que es un verdadero paraíso”.

 

 

El artista utiliza distintas técnicas para contar sobre “el paso de los seres vivos por la Tierra. Algunas miradas solo pueden ser eternizadas mediante la fotografía. Pero también por la pintura”, admite. En su inquieta carrera por las expresiones detenidas en culturales ha llegado a incursionar con cierto talento en la música y el canto. 

 

 

Producto de su relación con los tonos y las melodías hace un tiempo atrás compuso la letra de la canción “Cruzando al Sur” que compartió con otro mendocino: Darío Ghisaura, quien otrora fuera la voz líder de los recordados Raivan Pérez. Una banda de rock del Este mendocino que llegó a presentarse con sus shows en Buenos Aires.

 

 

Sin embargo ahora está frente a la montaña que tanto lo seduce: “Las piedras, el agua escurriéndose entre ellas. La gélida brisa de otoño y el movimiento que ensaya con la arenisca de la cordillera de miles de años. Las flores y las plantas que allí poco abundan, con los pumas deambulando, escabulléndose entre las quebradas. Y los recuerdos, amables y no tanto, han sido algunos de los pretextos de la seria de instantáneas de montaña”, explica.

 

 

También en sus momentos con el silencio acompañando la revisión de sus tareas diarias, luego de haber recorrido alguna que otra cumbre permitida, Pablo Maximiliano Armando, incursiona en la escritura tratando de tratando de volar sobre alguna roca que esconde alguna sombra. Esas que prácticamente casi nunca se pueden ver a simple vista.

 

 

Claro, el artista del viento no está de acuerdo siempre con las reglas: “Yo escribo sin puntuar. Desde que leí a Apollinaire...al menos a mí me sienta bien esa libertad literaria”, confiesa.

 

 

Luego comparte el siguiente texto que en la soledad escribió hacen escasas horas, aún sin título, con la claridad absoluta de alguna especie rara que contempla durante años unas uñas espina:

 

 

subida o bajada
para caer volando
para volar subiendo
asperezas del terreno
que recuerdo suaves
lienzo que dibujan

 


sol y sombras de la misma roca
donde el tiempo pasa pero lento
se que mi ojo te completa
yo soy el hombre que retorna
a su niñez al contemplarte

 


no me dejaste caer porque te amo
y prometí mi cuerpo a tus alturas
soy el extremo frágil
de tu inclemencia sin deseo
rebelde mansion sin arquitecto
que me enseña el curso sin discurso

 


que me gasta y me endurece al viento
escalarte me desciende
mi propósito se olvida para Ser
síntesis del mundanal
acallándose en tu cima