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Al menor que delinque lo salva la educación

El especialista Alejandro Castro Santander advierte que la cárcel no sirve para frenar la violencia,  que surge del entorno familiar y lo aumenta la desigualdad

14 de diciembre, 2020 - 08:39

Mientras políticos y funcionarios discuten acaloradamente sobre bajar la edad de imputabilidad de menores que cometen delitos, otros sectores piensan, nuevamente, la problemática desde las raíces de sus inicios.

Pero lo fundamental es eso, piensan y solo lo hacen en base a permanentes estudios que solo son capaces de llevar a cabo educadores, quienes son acompañados por sociólogos y organizaciones comprometidas, estudios que vienen delatando desde hace décadas que esta parte de América tiene la mayor violencia juvenil del planeta, mismos trabajos que señalan que niños y adolescentes abrevan absolutamente violencia en el seno de sus familias y luego en los ámbitos donde comienza su interrelación social.

Además de dejar demostrado con contundencia que le educación es el mejor antídoto para que esos niños y adolescentes, comprendan que hay otro modo de vivir y superar todo lo que conlleva la violencia.

A propósito, es frustrante para este cronista notar que tanto en el sistema educativo del país y de la provincia no cuentan con programas específicos sobre este gran problema de nuestros niños y adolescentes, sistema en donde solo interesa que el chico sepa Lengua y Matemáticas.

Lo grave de todo lo expresado es que la alternativa de la educación como herramienta eficaz no está en ningún objetivo de políticas de Estado en los gobiernos de la mayoría de los países latinoamericanos. Muchos de ellos solo analizan juzgamiento y encierro en la más deplorable de las condiciones de hacinamiento carcelario y en alguno de los otros la violencia es la única manera de reprimir la violencia de los menores, a punto tal que se llegó a casos extremos de exterminar a chicos con grupos paramilitares.

 

La cultura de la violencia germina en el seno familiar  

Para hablar del tema y conocer aún más del mismo, El Ciudadano entrevistó a uno de los especialistas con los que cuenta Mendoza, de permanente consulta en todo congreso de habla hispana.

El licenciado Alejandro Castro Santander es una figura comprometida desde hace muchos años con la problemática que envuelve a los niños y adolescentes de estos tiempos dentro del mundo educativo y sabe mucho de esa violencia, por la que se quiere bajar la edad de imputabilidad de los menores, quien considera que al tema se lo encara erráticamente, incluso con las soluciones.

 

—Este tema usted lo aborda desde hace mucho tiempo… 

—Desde hace veinte años que nosotros desde el Observatorio de la Convivencia lo venimos tratando e investigando en toda Latinoamérica. Es un tema que lo tenemos claro, porque más allá de lo que pueda decir una norma es la actitud general que se tiene sobre el punto de la violencia.

 

—¿Qué indica esta experiencia?

—En nuestros trabajos y análisis permanentes hemos aprendido que la violencia es una conducta generalmente aprendida. En primera instancia y generalmente en el ámbito de la familia, luego en el entorno donde estés, en la escuela y también en distintos ámbitos, por influencia de los medios de comunicación, pero fundamentalmente, la familia.

 

—¿Qué debe hacerse entonces?

—Si no se tratan todos los aspectos que hacen hoy a la desigualdad, a la pobreza y al analfabetismo, que rompa todo ese círculo de una cultura de la violencia, toda norma que pongas y que no tenga en cuenta todos estos aspectos y no los trate con mucha seriedad, no pasará absolutamente nada.

 

—Pero, hay muchos autores…

—Los temas que describí y envuelven a los chicos, la sociedad, el Estado en sí, donde este último deberá hacerse cargo, porque son temas que no están circunscriptos a la seguridad solamente, son muy complejos y sistémicos. Considero que, si bajan la edad de imputabilidad, deberá acompañarse con un cúmulo de medidas que seguramente no terminarán de aplicarse, lamentablemente. Será como pasa en Brasil, donde grupos paramilitares matan a niños de muy corta edad para que no lleguen a delincuentes”.

 

Medio continente americano envuelto en mucha violencia

—Impacta mucho lo que delata de Brasil…

—Por supuesto, debemos tener muy claro que América Latina y el Caribe es considerada la región más violenta del mundo. Surge inmediatamente el interrogante, ¿qué hemos hecho hasta ahora? La respuesta es que en general la mayoría de las políticas son de control y reactivas, nada más.

 

—Entonces aumenta la violencia en menores, con la consecuente secuela de muerte de sus víctimas…

—Sí, los costos de la violencia, cuando ya está instalada, son altísimos. A propósito, queda claro en cientos de documentos e investigaciones que dan fiel testimonio que lo que hay que hacer es la prevención temprana.

 

—¿Cómo es eso?

—La prevención temprana tiene que ver con la educación, que es lo que cambia la cultura, en este caso la de la violencia. Una cuestión en la que si se analiza cómo está organizado este aspecto de la prevención, no existe en el ámbito educativo, porque solo son importantes la Lengua y Matemática, con alguna otra ciencia. Definitivamente, no están vistos estos aspectos que tienen que ver con convivencia humana y ciudadanía, por lo que el pronóstico sigue siendo malo.