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Una dura historia detrás de la Ley de Identidad Biológica de Origen

Apoyado por el Colectivo Mendoza por la Verdad, un joven lucha por conocer una verdad que le habría sido negada. Para casos similares fue creado un programa provincial que se pondrá en marcha a fin de mes

03 de febrero, 2020 - 14:34

A finales de este mes será puesta en marcha una ley mendocina, pionera en la jurisprudencia argentina, que pondría blanco sobre oscuro en el robo de bebés y la sustracción de identidades que ha llevado el primero, como también maniobras irregulares en la entrega de niños de mano en mano. 

Esto último por la venta de recién nacidos o aquellas historias no poder o no querer tener un bebé. En nuestro país, a la práctica delictual entre efectores públicos y privados, se agrega la triste historia de la apropiación de niños en la última dictadura militar.

Cualquiera sea la modalidad, implica que a un ser se le quitó su derecho de identidad de origen. A propósito, en los últimos tiempos comenzaron a brotar en el seno de la sociedad mendocina tremendos casos de adultos que buscan saber quiénes son y padres que intentan encontrar a ese hijo robado al nacer. 

De ahí que se creó la ONG Colectivo Mendoza por la Verdad, cuya titular, Patricia Giménez, sigue buscando a su hijo. Una entidad que trabajó mucho en los últimos años con diputados y senadores, logrando en la Legislatura un histórico instrumento jurídico, único en el país: la Ley 9.182 que pondría en marcha el Programa Provincial de Búsqueda Familiar, de Identidad Biológica, de Origen y Socioafectivo. En ella confluye todo el aparato judicial para no solo encontrar bebés sustraídos e identidades, sino no imprimir mayor presión en un oscuro mercado que da millonarias ganancias y en el que están enquistadas mafias, particulares y profesionales de la salud.

Peregrinar de un mendocino que no sabe quién es ni de dónde viene

 

El de Sebastián Javier Ianizzotto es uno de los tantos casos difíciles que contiene el Colectivo Mendoza por la Verdad y la flamante Ley de Identidad de Origen puede ayudarle a encontrar esa verdad que se le ha negado sistemáticamente en los últimos cinco años de los 39 que tiene.

Sebastián nació el 11 de diciembre de 1980, según refleja su partida de nacimiento, en la ciudad de Godoy Cruz, pero sin especificar el lugar y con la irregular firma del único testigo del que décadas después, descubriría que fue su padre de crianza. 

El hombre, casado y con dos pequeños hijos, vive en la intersección de las calles 25 de Mayo y Coronel Díaz, en el límite de Ciudad con Las Heras. Esa casa perteneció a sus ancestros de crianza y fue su ámbito habitacional desde siempre, por lo que la mayoría de las familias tradicionales de la zona y conocidos de los Ianizzotto, supieron la verdad cuando, de la noche a la mañana, una mujer de la familia llegó con un niño argumentando que era su hijo. 

Entonces, según el joven, se habría generado un cerrado pacto de silencio entre amigos y familiares, hasta que cinco años atrás, a poco de morir la mujer, Sebastián supo la verdad. El hombre, perturbado, cayó en la cuenta de que era el único que no sabía lo que todos los demás, de adentro y afuera de la casa, conocían.

“Mi identidad es un derecho y se me va la vida en ejercerlo”

 

El Ciudadano estuvo en la casa de Sebastián, donde fuimos recibidos por su esposa María Eugenia y sus pequeños hijos. El diálogo se inició entre fotos y muchas preguntas. El hombre, con gran tristeza expresó: “Quiero saber la verdad de mi verdadero origen. No tiene idea lo que es vivir con esto, donde todos los días hay humores diferentes. Estos últimos muy fuertes, con sensaciones desde profundizar la búsqueda hasta dejar todo. Humor que nos aleja del mundo, porque somos difíciles, con irritación casi permanente con esas personas que son incondicionales”.

“Aquí usted ve el puntal de mi vida, mi esposa María Eugenia, quien me regaló la prolongación de mi ser con mis pequeños hijos, Tiziano (9) y Franchesco (4). Ella me ama y me respalda en esta inclaudicable lucha por saber mi verdad”, agregó.

Mira a todos lados y señala: “Esta era la casa de mi abuela, la madre de mi mamá de crianza. Pero yo crecí en el barrio 1º de Mayo (Las Heras), que no está lejos de este lugar, por lo que toda mi vida estuve por esta zona. No recuerdo de niño haber vivido en otro lugar que no sea éste”.

Cuando se le preguntó sobre el conocimiento de su origen, respondió con mucha angustia: “Yo me enteré hace cuatro años que no era hijo de los que creí mis padres, Alicia Bressa de Ianizzotto y Rubén Ramón Ianizzotto. Ellos ya habían fallecido cuando mi esposa fue la encargada de darme esta fuerte noticia, que a su vez llegó a su conocimiento por mi propia madre de crianza”.

“Fue un momento muy duro, solo entendido por las personas que pasan por esta situación. Sobre todo, porque la verdad no es tan verdad, ya que se dijo a medias, solo que no soy hijo genético. Que en mi caso, después del golpe de esa noticia, se cerraron todas las puertas para conocer de dónde vengo. Algo de lo que se encargaron mis padres de crianza y los familiares de ambos”, indicó.

Sebastián muestra sus manos vacías y confiesa: “No tengo sospechas de nada, porque toda vez que quise saber me encontré en un callejón sin salida. Se agrava aún más cuando quienes sabían todo se fueron muriendo en medio de un gran pacto de silencio. Ensanchando mis sospechas, hasta llegar a pensar que fui robado o un bebé comprado”. 

Y explicó: “Pero bueno, con el único apoyo de María Eugenia comenzamos la tarea de reconstruir la verdad de mi identidad. Lo primero que hicimos fue ir a las Abuelas de Plaza de Mayo y allí supimos, al poco tiempo, que no era hijo de desaparecidos durante la última dictadura. Proseguimos la tarea con otras organizaciones, sin resultados hasta ahora”.

“Hay un paso –destaca- que me dio algo de lo que podría definir como 'lazos de coincidencia genética en tercer grado', cuando contacté la entidad internacional Family Tree DNA con sede en Estados Unidos, un organismo que tiene un gigantesco banco de datos genéticos de todo el mundo. Una vez hecho el contacto, recibí un recipiente con elementos para hacer un hisopado bucal que fue enviado al laboratorio de Family en el exterior. Los resultados fueron casi inmediatos, indicándome que en Santa Fe y en el sur mendocino, en San Rafael, había personas con coincidencias genéticas de tercer nivel. Eso fue todo, nada más”.

“La mayoría de quienes integran el Colectivo Mendoza por la Verdad tenemos la misma historia, nos expropiaron nuestra identidad. Por eso esta ONG es un punto importante para encontrar la verdad de cada uno. Quiénes somos realmente, cuál es nuestro origen genético... Saber quién nos acunó en su vientre durante nueve meses y detrás de eso qué hay. Estos aspectos, que son muy duros en nuestra búsqueda, nos hacen unirnos en el Colectivo, donde no nos sentimos solos y ahora tenemos una ley que se constituye en un apoyo muy fuerte”, reflexionó Sebastián.

Finalmente, y con convicción, dijo: “Mi identidad es un derecho y se me va la vida en ejercerlo. Quiero llegar a ese día en que por fin no sienta el vacío de no saber quién soy”.