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Aluvión de 1970: yo fui testigo

Por Redacción

05 de enero, 2020 - 10:21

El periodista e historiador Carlos Campana recordó un desastre natural del que fui testigo. Fue el lamentable aluvión que asoló a la capital de Mendoza y departamentos aledaños el 4 de enero de 1970.

Ese día, en Luján de Cuyo el río Mendoza creció de pronto; se llenó de tanta furia, arrastrando piedras y sedimentos con tal fuerza, que destruyó dos segmentos centrales del puente de hierro, luego de haber socavado los pilotes de hormigón de más de dos metros de diámetro.

La vieja Ruta 40 hacia el Sur se convirtió en un río de lodo y piedras que recordó un milenario cauce por la calle Olavarría, que dejó abiertas zanjas de hasta un metro de profundidad frente a la bodega Ugalde y volvió a unirse al cauce principal del río Mendoza en los baños (balneario) de Lulunta, donde vivía la familia Gómez, cuyos hijos, Sergio y Viviana, eran mis compañeros en la escuela Domingo French N° 204.

Las piscinas del balneario quedaron llenas de barro y piedras. La biblioteca de la escuela quedó cubierta en más de un metro de barro y los libros de principios de siglo en los que había leído cartas de Vicente López y Planes, reunidas por su hijo Vicente Fidel López, o las primeras ediciones de Tarzán; Sandokán, el tigre de la Malasia; el Príncipe de Monpracem (con los que admiraba al Capitán Yañez) quedaron convertidos en una masa informe de papel y barro junto a La crítica de la razón pura, de Emanuel Kant, que también había devorado en esa etapa de mi vida con lecturas por estantes.

La masa de papel y barro fue levantada con palas ripieras (las más anchas) y llevadas con carretillas a la calle, donde mis libros fueron a un destino no identificado por los recolectores de residuos.

Pocas veces sentí una tristeza tan grande en mi adolescencia temprana y lloré tanto por mis libros como luego lloré la muerte de mi abuela Juana Cádiz, la mujer más severa con sus hijos y la más tierna con sus nietos que haya conocido...

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