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Maipú y el día que dieron por muerto a San Martín

El 5 de abril se conmemora el bicentenario de la batalla de Maipú, hecho que tiene que ver con todos los mendocinos a pesar de que se libró en territorio chileno. Esa contienda tuvo como objetivo principal sellar la independencia de nuestro país y de Chile y, al mismo tiempo, lograr la proyección del General José de San Martín para liberar al Perú. Pero antes, nuestra provincia vivió momentos de gran angustia al enterarse de los nefastos sucesos de Cancha Rayada. Todo sucedió muy rápido y de la pesadumbre se pasó a la alegría total.

Por Redacción

01 de abril, 2018 - 10:00

¡Mataron a San Martín!

La noticia dejó atónitos a todos los habitantes de la ciudad de Mendoza. Un mensajero trajo la trágica información desde Chile: que los patriotas habían perdido en la batalla de Cancha Rayada y que entre los muertos se encontraba el Jefe del entonces Ejército Unido, el General José de San Martín, quien había sucumbido por los sables de la caballería enemiga.

Por la mañana de principios de abril de 1818, las campanas de los templos de la ciudad tocaron para llamar a la población. A los pocos minutos, un gentío llegó a las puertas del Cabildo con una incógnita muy grande. Se corría el rumor que la situación en Chile era caótica, que O'Higgins había muerto también en aquel encuentro contra las fuerzas españolas del general Osorio. Además, otras versiones hablaban de que el país trasandino había caído en manos realistas y que la invasión hacia Mendoza podría ser un hecho.

El caos producido hizo que muchas personas se refugiaran en sus casas. Incluso, el gobernador Toribio de Luzuriaga preparó a sus milicias y algunas fuerzas improvisadas para que estuvieran listas por cualquier invasión o para evacuar a los refugiados que podrían venir de Chile.

Otras malas noticias

A todas estas negativas noticias se le sumaba una más para el mandatario de Cuyo: un motín en la cárcel. Los amotinados eran nada más ni nada menos que los dos hermanos Carreras: Juan José y Luis quienes estaba presos en la prisión del Cabildo. Ellos habían confabulado un descabellado proyecto, aprovechando estas circunstancias en que vivía Mendoza: conseguir la libertad, tomar hombres y recursos para formar una división con la que se lanzarían a Chile. 

Gracias a la confesión de un espía, se pudo impedir la ejecución del plan. Por estos hechos, los infortunados hermanos fueron juzgado por un tribunal y sentenciados a sufrir la pena capital. Su ejecución tuvo lugar en la plaza principal de Mendoza el 8 de abril de ese año.

Pero después de tanta desesperación e incógnita, al día siguiente llegó a manos del gobernador intendente de Cuyo el parte oficial de la gran victoria que había obtenido el Ejército Unido, bajo las órdenes del General San Martín, en el llano de Maipú, el 5 del mismo mes, contra el ejército español quien fue arrasado por las fuerzas patriotas: más de 4000 soldados de esa nacionalidad quedaron muertos en el campo de batalla. La victoria de San Martín fue total.

Por fin se despejaron todas las dudas: San Martín no sólo estaba vivo sino que se figura se agigantaba en todo el Continente.

Mendoza es una fiesta

Desde el despacho del gobernador Luzuriaga salió un ayudante con gran alegría e informó a todos los templos de la ciudad la noticia. San Martín había vencido a los “godos” en los llanos de Maipú. Fue entonces que las campanas redoblaron y los habitantes de la capital de Cuyo y sus arrabales, arribaron apresuradamente a ver lo que sucedía: hombres, mujeres, viejos, niños y aún enfermos, se agolpaban en la plaza principal -hoy Pedro del Castillo- y también en las calles más importantes, para vivar a los héroes de esta espléndida victoria y para oír los detalles del combate, para tener un ejemplar del parte dado por el triunfador, para contemplar los trofeos en banderas, estandartes estandartes y otros objetos, tomados al enemigo.

El gobernador declaró tres días de fiesta. Entre otras actividades, se iluminaron todas las calles con faroles de colores. También se lanzaron magníficos fuegos de artificio, salvas de artillería; espléndidos bailes y servicios de comida gratis, repetidos banquetes, funciones de teatro de aficionados. Se podía percibir en aquella ciudad de barro el ardor patriótico. En San Juan y San Luis, también se festejó con emotivos actos.    En aquellos días de jolgorio, llegaron desde Santiago de Chile varios estandartes realistas obtenidos en esa batalla.

La provincia de Cuyo las banderas tomadas al enemigo fueron colgadas como trofeos bajo las bóvedas de sus principales templos. Pero algo faltaba en la ciudad que era pedido por todos los mendocinos: la presencia del Libertador. Llegó a fines de abril, de paso a Buenos Aires.