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¿Una ilusión óptica? Revelaciones sobre la sonrisa de La Gioconda

Neurocientíficos de la Universidad de Ámsterdam sometieron a la pintura más famosa de Da Vinci a un análisis mediante programas de reconocimiento emocional

Por Redacción

15 de noviembre, 2021 - 11:58

Una de las sonrisas más famosas del mundo tiene un análisis científico, por lo que el icónico gesto solo sería perceptible mediante una ilusión óptica captada por el cerebro.

Según neurocientíficos de la Universidad de Ámsterdam, que sometieron a la pintura más famosa de Leonardo Da Vinci a un análisis mediante programas de reconocimiento emocional, con ayuda de equipo digital buscaron diferencias respecto a una expresión neutra, entre lo que destaca: ensanchamiento nasal o pliegues en los ojos.

Gracias a ese estudio encontraron que La Gioconda mostraba en 83% de felicidad, 9% de disgusto, 6% de temor y 2% de enfado. Sin embargo, los aparatos con los que se analizaron las emociones de La Mona Lisa no fueron capaces de percibir la sonrisa que el artista plasmó con su técnica sfumato, por lo que los investigadores concluyeron que el ojo humano es superior a los análisis mediante inteligencia artificial.

La visión periférica humana permite capturar con el rabo del ojo la sonrisa que se dibuja en el cuadro, ya que la misma no es perceptible con nuestra visión central, que detecta rasgos definidos. Por ello, la sonrisa emite frecuencias bajas y solo se capta mediante la visión periférica.

 

¿Sonríe?

Muchos críticos y especialistas en arte han intentado dilucidar este enigma, pero solo la ciencia parece más próxima a resolverlo, ahora con una revelación inquietante: la sonrisa de la dama retratada en el cuadro podría ser una ilusión alentada por el cerebro.

Los investigadores analizaron la obra renacentista a partir de un programa digital de reconocimiento emocional, que reproduce el ciclo de percepción del cerebro identificando cambios en las expresiones neutras de las personas e interpretándolos de acuerdo a las emociones que conoce.

En el caso de La Gioconda, su sonrisa aparece oculta o apenas esbozada. Sin embargo, aun así quien la contempla interpreta que ensaya una mueca de felicidad, acaso porque reúne otras características afines a la expresión de alegría, como el ensanchamiento de sus fosas nasales o la formación de arrugas debajo de los ojos.

De ese modo, al advertir estos cambios a través de la visión, la mente emite un veredicto final, aún sin la necesidad de ver una sonrisa bien definida.

Una de las conclusiones del estudio es que el cerebro humano ha evolucionado para captar cualquier cambio en la expresión facial, por mínimo que sea. De esta forma, el ser humano es superior a la máquina y logra detectar rasgos emocionales aunque se oculten bajo una expresión neutra, una habilidad social distintiva.

Da Vinci desarrolló la técnica del sfumato durante sus últimos años, a partir de 1513, y conservó la pintura hasta su muerte, como si fuera su laboratorio: a lo largo de los años experimentó nuevas maneras de graduar las sombras, a veces con sus dedos, y así logró que su Gioconda sonriera de modo escurridiza.