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Influyente enólogo propone a los vinos de uvas criollas

Roberto González describió el mapa mundial del consumo de vinos donde los que cuentan historias de lugares, y forman parte del patrimonio de una región vitivinícola, son muy buscados.

04 de diciembre, 2021 - 18:40

El mundo, hace tiempo, está dividido entre lo viejo y lo nuevo, aunque lo último, en este caso, no sea lo más actual. Por ese tamiz es que el consumo, tanto de alimentos como de bebidas, donde el vino es considerado -según el Código Alimentario Argentino- como un alimento, se divide en lo internacional, de alta gama, y en lo patrimonial. Donde los vinos cuentan historias apasionantes… 

 

 

Algunas de ellas son las que se mantienen en América a través de la uvas criollas. Las originales continentales. Que en Estados Unidos tienen su correlato con las conocidas uvas de la variedad mission en inglés. Una variedad de Vitis vinífera introducida desde España a la costa Oeste de Norteamérica y Sudamérica por los misioneros católicos en el Nuevo Mundo, hablando de nuevo.

Era usada para elaborar vino de misa, vinos de mesa y vinos fortificados. En el año 2007 se descubrió que esta uva era la listán prieto. Lo cierto es que los colonizadores la trajeron a este rincón del mundo porque necesitaban evangelizar y en ese punto el vino sigue siendo clave. El vino, formó parte del primer y último milagro de Cristo en la Tierra.

 

 

 

Mirando a las criollas

Según el influyente enólogo mendocino, Roberto González, autor de exquisitos vinos, experto en el manejo de variedades como la Bonarda y de sus consecuentes vinos, “está empezando a haber en el mundo una suerte de reverdecer de volver a mirar hacia los orígenes. En el mundo vitivinícola hay variedades que tienen que ver con lo local, con la historia del lugar que preservan sus costumbres en el lugar de origen. Donde algunas variedades se han transformado en internacionales”. 

“Estoy convencido hace tiempo que la industria vitivinícola, especialmente cuando uno mira a los grandes centros de consumo, uno tiene las dos vertientes. Como si habláramos del modelo de la derecha y del modelo de la izquierda. Por un lado a las grandes compañías con sus grandes marcas y vinos internacionales Cabernet, Malbec o Chardonnay, que casi sería como la derecha o el modelo conservador. Y el otro que es más el modelo social…”, reflexionó.

 

 

En la izquierda, “es donde sobresale la biodinámica, lo orgánico, donde se representa a la cultura del lugar, que respeta a la variedad y hace de ella el patrimonio del lugar y es un modelo muy valorado en el mundo. En Nueva York hay vinotecas y wine bares donde no entran los vinos internacionales y están más predispuestos para aceptar a estos modelos de vinos”, dijo.

González aclaró que, “se trata de los vinos que expresan una zona específica en el mundo, una idiosincracia, una filosofía y que tienen un mensaje y que tiene que ver con esto que actualmente apunta a la uva criolla. La uva criolla viene por eso. Yo he probado vinos excelentes de criollas y para lograr esta mirada hay que tener en cuenta que no hay que pensar en vinos de alta gama”.

“Porque la alta gama está asociada a otro criterio. Pero en el caso de las uvas criollas con variedades como la Moscatuel lo que me remite al trabajo que hizo el agrónomo Angel Gargiulo, uno de los genetistas más destacados de la vitivinicultura argentina, que en su momento logró un gran avance en materia de ingeniería genética. O las variedades propias que está estudiando mucho el INTA”, destacó.

 

 

El hacedor de grandes vinos reconoció que se trata de “un patrimonio histórico que tiene América y cuya tendencia está llegando a Europa. Por ejemplo, la Bonarda en Europa es como la criolla acá. Allá la están tratando de recuperar porque estuvo realmente abandonada, casi totalmente cercenada con sus hectáreas de plantaciones por que ahora siendo recuperada como parte del patrimonio de una zona como la Savoya en los Alpes”.

En Argentina y especialmente en Mendoza la Bonarda tiene un concepto más internacional. Juega como si fuera una variedad internacional como el Cabernet Sauvignon, el Malbec, el Chardonnay o el Sauvignon Blanc, que son variedades que tienden a copiar el modelo internacional”, señaló.

 

 

Por eso es que en realidad hoy a la criolla”, aseguró,“le está sucediendo lo mismo que le pasa a la Bonarda en Europa. Y esto se ve en la actitud que han tomado los franceses que no quieren perder como ya les pasó con el Malbec. Si bien ellos se autoreconocen como los padres del Malbec en realidad perdieron frente a la Argentina por el desarrollo de la variedad”.

Y admitió que en el país galo vienen recuperando su relación con la Bonarda francesa, “que tampoco la quieren perder y la vienen de a poco recuperando. Nosotros tenemos a la criolla y además tenemos a otras variedades en esa sintonía de ser propias tanto en la Argentina como en América”.