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De la anarquía del Bitcoin a las monedas digitales estatales

El dinero electrónico estatal tendría un alto puntaje gracias a la garantía de un gobierno con una central de pagos barata.

23 de mayo, 2021 - 09:54

Durante estas dos últimas semanas fuimos testigos de la innegable revolución que produjeron los movimientos tildados de anarquistas de las criptomonedas y que abiertamente generan más temor en los gobiernos que en los mismos inversores dispuestos a aceptar un riesgo de ganar o perder.

En la teoría que apunta al estudio de las negociaciones se suelen plantear distintos modelos donde se presentan básicamente tres escenarios: el de ganar-perder, el de perder-ganar y el de ganar-ganar.

En el libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, el desaparecido Stephen Richards Covey (foto), quien fuera licenciado en administración de empresas, escritor, conferenciante, religioso y profesor estadounidense, planteaba su teoría del “Ganar-Ganar” (Win-to-Win, en inglés). 

 

 

Como Covey enseñaba, “no es una técnica; es una filosofía de la interacción humana”. “Ganar-ganar” significa buscar un equilibrio en toda situación de relacionarse con los demás, donde ambas partes salgan lo mejor beneficiadas posibles, y que esto se traduzca en un nivel de satisfacción aceptable al negociar”.

Dicho de otra manera, era o quizás siga siendo una suerte de utopía debido a que, como todos sabemos, el planteo de ganar-ganar se podría afirmar en la prerrogativa de que según el estado de ánimo de los negociadores ambas partes resulten con un sentimiento ganador. Aunque todos sabemos, que siempre o casi siempre, en toda negociación hay quien obtiene una ventaja sobre su semejante lo que, dicho de otra manera, solo apunta a un solo ganador. En términos deportivos se podría concluir en un empate, pero nunca en dos ganadores.

Ahora bien, la empatía que vienen experimentando los criptoinversores por activos como el Bitcoin, se asemeja mucho al sentimiento de estar ante una apuesta segura de ganar. Sí, la de ganar-ganar aunque haya momentos tormentosos en los que el horizonte por momentos se disipe ante cualquier naturaleza rebelada, de rebelión. Que no es lo mismo que revelada.

 

 

En este caso nos referimos a ese tipo de rebelión que provoca indefectiblemente una revolución como a la que estamos asistiendo gracias a los radicales y profundos cambios tecnológicos que han transformado la vida de toda la raza humana. Quien más, quien menos, quienes nacieron sin ella o quienes nacieron con ella, saben de las ventajas de su buena aplicación y utilización. Sobre todo cuando observamos las comunicaciones, en cualquiera de sus aspectos, aunque aquí nos centraremos básicamente en la información en tiempo real y en las finanzas.

Aunque ahora muchos ahora sigan intentando, siempre dentro del marco de las finanzas exclusivamente, mantener y controlar el orden establecido durante miles de años, a todas luces lo que hasta no hace mucho era considerado como la anarquía del Bitcoin ya la gran mayoría se manifiesta señalando a una clase de activos de más, o menos, U$S 1 billón. Lo cual para muchos administradores de fondos indefectiblemente es considerado como una cartera equilibrada. Sí, equilibrada. 

En el último párrafo de la última entrega respecto a este tópico, es que El Ciudadano, replicó la contestación de Bitcoin Argentina a los embates tanto del Banco Central de la República Argentina, BCRA (foto), como de la Comisión Nacional de Valores, CNV. Cuando defendió el citado equilibrio al referir: "Con semejantes desventajas pareciera que, o bien todos los argentinos que usamos Bitcoin somos tontos, o bien las mismas son un precio que estamos dispuestos a pagar para evitarnos pagar un costo mucho mayor por usar pesos”.

 

 

Ahora, y no es que lo afirmemos solamente quienes vemos el cambio que no tiene posibilidades de dar una vuelta en U, el mismo establishment, tal vez por lo bajo, está planeando adaptarse, ante el temor de quedar fuera de juego, mientras sigue atacando a sus rivales más directos: las criptomonedas que no obedecen a un poder centralizado.

Y si no miremos un poco hacia el pasado reciente cuando muchos bancarios temían la tendencia de los cajeros automáticos. Crisis que con un poco de paciencia y adaptación fue desapareciendo hasta hoy que nadie duda en su utilidad. Pero mientras tanto era algo así como el nuevo monstruo del sector.

A esa ola de las finanzas descentralizadas es que al parecer pretenden subirse algunos gobiernos con sus bancos centrales. Claro, con la gestación, que ya está siendo analizada a modo de prototipo, de sus propias divisas digitales, lo que centralizaría el mismo poder de cualquier Estado en vez de que los activos se licúen a través de redes digitales o en manos de privados que no son los bancos.

 

 

¿La ventaja para el inversor dubitativo cuál sería? Fácil, la del respaldo de un banco central que garantice esos activos puestos en un negocio digital, que no sea el de las criptomonedas, y que genere la misma empatía con el claro sentimiento de ganar-ganar. 

Obviamente, siempre hablando en términos reales, en ese caso se observarían en cada caso solo dos ganadores, pero no todos ganarían. Porque quienes, por el momento, quedarían fuera de juego serían los mismos grandes bancos que no podrían competir, por ahora, con esas divisas digitales de gobiernos o de bancos centrales. 

Gobiernos y bancos centrales, hoy temerosos de perder el control de cualquier sistema financiero con el objetivo de aplicar políticas monetarias gracias a una explosiva migración de capitales hacia esos nuevos universos digitales donde, digan lo que digan, el Bitcoin sigue siendo monarca.