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Roberto Rogel, entre acequias y avenidas

El legendario defensor del Lobo mendocino, quien se consagró en Boca Juniors, recordó el título con el Xeneize en 1970

22 de diciembre, 2021 - 21:08

El 23 de diciembre de 1970, en una emocionante y controvertida final disputada en el Monumental de Núñez, Boca superó a Rosario Central y se consagró campeón del Torneo Nacional. Aquel día quedará en la historia de los boquenses porque volvía a dar la vuelta olímpica en River, como en la edición de 1969.  

Para enfrentar al conjunto de Arroyito, el equipo de José María Silvero armó un mix de consagrados y jóvenes. A los nombres de figuras como Ángel Rojas, Norberto Madurga, Roma, Nicolás Novello, Pocho Pianetti, Nicolau y Savoy se sumaban los del Tola Curioni, el Mané Ponce y Omar Larrosa, entre otros.

El equipo Azul y Oro en semifinales dejó en el camino al Chacarita que tenía la base del equipo que ganó el único título en su historia: el Metropolitano de 1969. Mientras que el Canalla superó 3 a 0 a Gimnasia y Esgrima La Plata que presentó un equipo de emergencia debido a una huelga de sus profesionales).

En vísperas de nochebuena, se enfrentaron los rosarinos y el Xeneize en un estadio colmado por público de ambos equipos y con el arbitraje de Ángel Coerezza.

Al término del primer tiempo, Boca perdía 1-0 por el tanto de Ángel Landucci. En el complemento, una genialidad de Rojitas a tres minutos del final llevó la definición al tiempo suplementario. Y allí aparecería Jorge Coch (ex entrenador de Atlético Argentino en los años 90’) para entrar en la historia grande del club de la Ribera. Porque con un cabezazo a los 93´, pondría las cifras definitivas para que el conjunto de la Ribera vuelva a dar la vuelta olímpica en la cancha de su archirrival.

“Fue un partido muy tenso y nervioso. Se puso en ventaja Central por una carambola, ya que Roma salió a rechazar afuera del área, la pelota le pegó a Landucci y se metió. Después, se puso duro el juego. Pero apareció la capacidad individual de Rojitas para empatar el partido. En tiempo suplementario, el petiso Coch puso el 2 a 1 y nos consagramos campeones”, recuerda el mendocino Roberto Domingo Rogel, quién no pudo estar en aquel choque decisivo por estar suspendido por acumulación de amarillas estuvo junto a sus compañeros en el Antonio Vespucio Liberti.

En diálogo con El Ciudadano, Rogel destacó las virtudes del plantel Azul y Oro que integró hace 51 años.

- ¿Qué tenía aquel plantel Xeneize que se coronó campeón?

-Era un grupo bastante sólido, sincero y se entregaba a lo que pedía el entrenador. José Silvero consiguió mucha ascendencia en el plantel. Había sido jugador y se retiró un tiempo antes de aquella final. Entonces, conocía a los jugadores, que eran sus ex compañeros. Recuerdo que se armó un equipo volante con juveniles y salíamos al interior a disputar amistosos, para no estar parados. Porque desde septiembre hasta diciembre no teníamos partidos. Entonces, aprovechamos ese tiempo para jugar en el Interior del país. Silvero había dejado de jugar y agarró como director técnico. Jugaba Cesar Luis Menotti en el equipo.

- ¿Cómo era Menotti como futbolista?

-Le pegaba muy fuerte a la pelota. Un día fui a jugar a Rosario con Gimnasia y Esgrima La Plata. Enfrentamos a Central, donde se destacaba César. En ese encuentro, marcó tres goles de tiros libres. Perdimos 3 a 0. Increíble cómo le pegaba, fuertísimo.

- ¿Le quedó la cuenta pendiente de haber jugado un mundial?

-Jugué varios partidos en la Selección argentina. No pude disputar una Copa del Mundo porque quedamos eliminados en 1970. Jugué ante España el primer partido en la era Menotti (ante España marcó el primer gol de ese ciclo). Antes fui parte del seleccionado que comandaba José Pizzutti, que para el futbol argentino fue muy importante. Porque quedamos afuera del Mundial del 70´. Luego de haber quedado eliminado, fuimos a disputar un torneo a Brasil ante la selección local. Lo nombran a Pizzutti como entrenador. Entonces él arma el plantel y salimos a jugar por el interior del país. Jugamos acá, en Mendoza.

- ¿Contra quién?

-Con la selección de Mendoza en marzo de 1970. Perdimos 3 a 2 frente a un combinado local. Se disputó en la cancha de Godoy Cruz. No hubo prensa ni dirigentes de la Asociación del Futbol Argentino (AFA). Fue un periodo de adaptación, tras no clasificar al mundial de 1970. Luego, viajamos a Brasil para disputar un torneo local ante la selección local. Allí, Pizzutti mostró un costado sumamente importante. Nos dijo sinceramente “estoy buscando un equipo de hombres”. Al final, le ganamos a la Verdemarela en el Beira Rio por 2 a 0.

- ¿A qué se refería con eso?

-No importaba la situación en la que se encontraba el fútbol argentino. Ni jugar en Brasil ni nada. De ese equipo, tengo el poster que sacó la revista El Grafico Sport, que en su tapa decía “El equipo que nos devolvió la fe”. Un recuerdo bárbaro. En Brasil salieron las cosas bien. Me traje la pelota de aquel encuentro ante la selección local.  Se la regalé a mi nieto.

- ¿Todavía la conserva?

-Si, igual a como la di. Nueva. No la utilizó nunca y la tiene guardada bajo cuatro llaves. Después, jugamos otro cotejo en el Maracaná de Rio y perdimos sobre la hora por 2 a 1. Pelé hizo el segundo tanto. Un golazo de afuera del área. Se lo convirtió a Agustín Cejas. Se la picó por arriba, pegó en el travesaño y se le metió.

- ¿Hubo algún jugador como Pelé o es único?

-No, los únicos son Alfredo Di Stefano, Diego Maradona y Lionel Messi que es un monstruo.

- ¿Cuál es el mejor de todos?

-Di Stefano, sin dudas. Tenía de todo. Un jugador de toda la cancha. Defendía en nuestro arco y rápidamente corría al del enfrente para marcar goles. Una velocidad increíble. Jugaba de arco a arco. Físicamente hiperdotado, una velocidad notable y una exigencia profesional única. Recuerdo una frase que nos dejó grabado a los integrantes de Boca de 1969 cuando era el entrenador. Nos enseñó a ser muy buenos profesionales. Y tomar conciencia de ello. Era un exigente permanente. Defendía a cualquier futbolista del plantel y contaba con la exigencia de debía tener un profesional.

- ¿Qué recuerda de sus inicios en Gimnasia de Mendoza?

A todos mis compañeros. Teníamos el apoyo de todos y había un trato paternal.  Siempre tengo presente mis inicios en Gimnasia. Inolvidable. Recuerdo al Mona García, quien fue el coordinador de las divisiones inferiores del Lobo; y tenía una motoneta que el club le había comprado para que fuera por todos los barrios y buscando chicos para sumarlos al club. Entonces, él me habló para que vaya a jugar el club y fueron hablar con mi padre. Cuando me encaró, me dijo: Vengo de Gimnasia para que juegue allí´. Yo le respondí: ´Del Lobo no, si soy de Independiente. Como voy a jugar ahí´(risas). Yo estudiaba de noche para entrenar durante el día. Cuando llegué al club, me hice acérrimo de Gimnasia por el trato que recibí en los años que estuve entre 1961 y 63. 

- ¿Gimnasia era el amor de su vida futbolística?

-Sí, sin dudas. Gimnasia fue el amor de mi vida. Pero yo no soy hincha del Lobo del Parque, sino de Independiente Rivadavia.

- ¿En Boca lo recuerdan bien?

-Sí, gracias a Dios. Tuve una característica de juego ideal para el club. Jugador mejor que yo hubo miles, pero profesional mejor que yo, ninguno. En el cuidado y la entrega no me gana nadie (risas). El mejor halago me lo hizo Di Stefano porque en su momento tuve una pelea con un periodista del El Grafico muy importante. Cuando Alfredo se enteró, nos reunió a los dos y le dijo al comunicador: ´Yo con Roberto juego en cualquier cancha´. Le cerró la boca.  Son cosas que ocurren, te dejan una marca y jamás me las voy a olvidar.