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Adiós al crack del ida y vuelta

08 de mayo, 2020 - 20:48

Trinche, te decían mito y hoy serás verdaderamente un mito. Sin mucho archivo fílmico de tu paso por el fútbol, solo quedarán la letra escrita y la voz registrada de quienes contribuyeron a situarte en el situal de mito urbano. Cuentan que fuiste el héroe de batallas futboleras que no figuran en el celuloide ni que las cámaras tomaron, en tiempos que ESPN era el gen que permanecía en el cerebelo y la ambición de algún Trumposo yanqui. 

Tomás Felipe minimizaba todo lo que decían y se suponía que era, aunque no hay dudas que fue todo lo que fue. La reconstrucción del personaje en cancha condice con la construcción del mito. Un grande que no llegó a grandes torneos, ni ligas porque no quiso. No le pintaba, aunque con los años se arrepintió de su voluntario pase a la clandestinidad. Quienes lo vieron, como en aquella noche de Rosario contra Selección Argentina lo dijeron: Fue crack. Quienes lo alentaban en la popul de Central Córdoba lo enfatizan: fue crack. Los que lo recuerdan en su puñado de partidos con la de la Lepra mendocina o Deportivo Maipú lo subrayan: jugaba con la camiseta desabotonada hasta casi el ombligo… y era crack.

Lo dijo el propio Diego Armando Maradona cuando llegó a su ciudad para jugar en Newell’s. “Dicen que yo soy el mejor, pero me contaron que hubo uno que fue más grande que yo, el Trinche Carlovich”.

Así como no vimos las hazañas de San Martín y el ejército de Los Andes, ni la Vuelta de Obligado y otras proezas, Tomás Felipe Carlovich fue un grande. Como suele decirse con algunos equipos de fútbol, grande por su gente no tanto por los pergaminos. Fue un héroe de la resistencia y su nombre se asocia al buen uso y costumbre del fóbal por más que no haya levantado ni la Copa del 78 u 86. Podríamos lamentar que no quiso la exposición pública, pero también es respetable entender que el bajo perfil no tiene porqué impedirte el placer y el amor de jugar en el patio del fondo con los amigos y tu gente.

Y el horrible contraste: la batalla contra la muerte, luego de un infausta jugada callejera, de esas que merecen roja eterna y la rechifla generalizada.

Buen viaje crack del caño de ida y vuelta...