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A 42 años del primer grito argentino

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la consagración del seleccionado argentino de fútbol como campeón del Mundial 1978. A la distancia de una montaña de almanaques, de las torrentosas aguas que pasaron bajo los puentes, cabe tomar distancia de las coartadas maniqueas que persisten y acaso persistirán

Por Redacción

25 de junio, 2020 - 08:48

Argentina, es pertinente decirlo, no fue un mero campeón del mundo mal habido tras derrotar en la final a Holanda por 3 a 1, ni tampoco fue un campeón puro de toda pureza.

Esto es: entre la orgánica mano negra de la dictadura militar y la epopeya de ese brioso corcel llamado Mario Alberto Kempes, viceversa, se registraron una gama de matices que como mínimo vuelven plausible y honesto el intento de reponer y dilucidar.

Vayamos, entonces, a ese puñado de preguntas que de pura pertinentes son ineludibles sobre el Mundial Argentina '78:

 

–La Copa del Mundo, ¿fue enteramente amañada para que la ganara la Selección Nacional?

–No, ni de lejos. Desde luego que la Junta Militar concebía el éxito del Mundial como un todo que incluía la coronación del equipo, pero no al punto de exponerse tanto que el fraude deviniera grosero y susceptible de inmediata impugnación y repudio internacional.

 

–¿Eso supone, entonces, la plena transparencia de la final con Holanda (hoy Países Bajos)?

–Hasta donde se sabe, fue 100 por 100 transparente, incluido el cometido del árbitro italiano Sergio Gonella, fallecido el 19 de junio de 2018.

 

–¿Y el partido con Perú?

–El desarrollo del partido con Perú fue cuanto menos sospechoso. En ese sentido, a falta de una investigación instruida desde el Estado mismo, abundan trabajos periodísticos exhaustivos y rigurosos. “Si se diera por descontada la colaboración de algunos jugadores peruanos y fuera factible imaginar aquel partido pero en condiciones "normales", ¿estaba Argentina en condiciones de golear a Perú? Eso es indemostrable. Contrafáctico, según una palabra muy boga en estos días”. “Pero en los primeros meses de 1978 en sendos amistosos la Selección había derrotado a Perú por 3 - 1 en sendos partidos amistosos y suponía una fuerza muy superior. Eso sí: va de suyo que, salvo excepciones, a priori un 6 - 0 es un resultado de muy difícil consumación”.

 

–La Selección que había armado César Luis Menotti, ¿qué tan buena era?

–Fue de los mejores representativos argentinos en muchos años, tal vez el primero en toda su historia en términos de planificación, calendario, metodología, seriedad y demás. Y el plantel reunió a jugadores excepciones. Varios de ellos en condiciones de lucir en los podios más exigentes: Ubaldo Matildo Fillol, Daniel Passarella y Mario Kempes, por caso.

 

–Uno de los ayudantes de Menotti, Roberto Marcos Saporiti, sostiene que la muestra de que la Argentina no fue ayudada estriba en que en la zona clasificatoria le tocaron "tres potencias".

–Saporiti es capaz, honesto y entrañable, pero es la suya una verdad a medias. En 1978, de las tres selecciones mencionadas la única que admitía el calificativo de "potencia" era la italiana. Francia disponía de una formación joven y promisoria, pero no jugaba un Mundial desde 1966 (había sido eliminada en la primera fase) y Hungría atravesaba una franca declinación.

 

–Además de Kempes, ¿quién fueron los jugadores argentinos más destacados?

–Fillol, de gran nivel y clave en el empate con Brasil y en la final misma. Passarella, su compañero de zaga Luis Adolfo Galván y el menos ponderado Américo Rubén Gallego. Un peldaño abajo, Osvaldo Ardiles y Jorge Olguín, cuyo despiste en la última jugada de los 90 minutos con Holanda casi costó el gol de Rob Resenbrink. Leopoldo Luque convirtió tres veces en momentos decisivos: a Hungría, a Francia y el cuarto tanto a Perú.

 

–La ausencia de Diego Maradona, ¿condena a Menotti?

–Sí y no. A la hora de jugarse el Mundial, el Diego de Villa Fiorito ya era una joya consolidada. Al mismo tiempo, el entrenador dispuso de tres números 10 de calidad (Ricardo Julio Villa, José Daniel Valencia y Norberto Alonso), más Kempes y Omar Larrosa, que en su momento también había ocupado esa posición.

 

–Si hubiera jugado Johan Cruyff, ¿Holanda habría sido el principal candidato a quedarse con la Copa?

–Desde luego que sí: Cruyff tenía 31 años y cuerda para rato, Brasil tenía un equipo de lo más terrenal, y Alemania, campeón defensor, ya no contaba con varios cracks del 74: Franz Beckenbauer, Gerd Müller, Wolfgang Overath y Paul Breitner.

 

–En general, ¿el Mundial ofreció un buen nivel?

–Sí, fue un buen Mundial. Hubo unos cuantos partidos espléndidos, unos cuántos goles espectaculares y un grupo de figuras de alto vuelo, entre las cuales, amén de algunas ya mencionadas, brillaron el holandés Ruud Krol, los brasileños Nelinho y Dirceu, el italiano Antonio Cabrini, el peruano Teófilo Cubillas, el polaco Kazimierz Deyna, los austriacos Hans Krankl y Bruno Pezzey y el arquero sueco Ronnie Hellström.

 

–En medio de la dictadura más cruenta, ¿hasta qué punto son condenables los masivos festejos en las calles?

–Hasta cierto punto, y un punto relativamente bajo. Miles y miles de argentinos desconocían en detalle los alcances de la dictadura genocida y entre los sectores más advertidos abundaron los que, equivocados o no, priorizaron celebrar un acontecimiento deportivo largamente esperado y en el fútbol encontraron la posibilidad de expresarse en días de sujeción a la tiranía.