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Con el ADN tombino

Godoy Cruz atraviesa una crisis futbolística y los dirigentes apostaron a gente del club. Oldrá, Marcucci y Olmedo son parte de la historia grande y buscarán transmitir sus conocimientos.

27 de septiembre, 2019 - 18:06

Tienen las espaldas tan anchas como el Río de la Plata. Caminaron, caminan y caminarán tanto por la comarca tombina que sus suelas ya están muy gastadas. Pero por contrapartida, son algunos de aquellos que conocen cada rincón de la historia del club. Esos que saben de alegrías y tristezas y que entregaron gran parte de sus vidas en pos de los colores.

Hablar de Godoy Cruz Antonio Tomba es sinónimo del Loco Julio, el Negro Godoy, el Chalo Pedone, Osvaldo Camargo, Carlos Montagnoli, el Cachorro Abaurre, el Rafa Iglesias y varios más.

Pero hay uno en especial que como jugador, técnico e hincha se instala en un lugar privilegiado de la historia. Uno que representa el ADN tombino tal vez mejor que nadie: Daniel Walter Oldrá.

El Gato es de esos que se quedó para siempre y desde el lugar que le toque busca la superación constante de la institución, dejando de lado los egos personales para anteponer la camiseta por encima de todo.

Por eso ya no extraña que cuando la realidad futbolística es totalmente adversa, el primer nombre que aparezca sea el del Gato. Y esta es una de esas, donde los resultados no aparecen y la identidad del equipo reina por su ausencia.

Nada ni nadie mejor que Oldrá para asumir al frente de un equipo que más allá de lo futbolístico necesita contagiarse de una mística tombina construida a lo largo de los años.

Marcucci es un referente de la cantera tombina. Tuvo dos etapas en la institución. Quedó en la gloria integrando aquel equipo de Alberto Garro que logró el ascenso al Nacional B en 1994. Estuvo junto a Oldrá en todos los interinatos como ayudante de campo.

Oldrá ya está al frente del primer equipo y lo hará al menos hasta fin de año. Y a sabiendas de su potencial como adiestrador, se rodea de hombres que conocen tanto como él el mundo Godoy Cruz.
Es por eso que nuevamente a su lado está Marcelo Marcucci, otra gloria del club. Alguien que desde el anonimato y el perfil bajo aportó sus conocimientos para levantar o potenciar cualquier equipo cada vez que le tocó.

El Ruso es su hombre de confianza, pero su trabajo no se limita sólo a eso, ya que su talento como futbolista lo traslada a sus dirigidos.

“No tengo mucho para decir del Ruso. Todos lo conocen. Es uno de mis hermanos de la vida y el conocimiento que tiene de fútbol es tremendo. No me apoyo en él solo por lo que es, sino también por todo lo que le puede aportar al equipo, además de entender muy de que se trata ponerse la camiseta de Godoy Cruz”, puntualizó el Gato.

Pero este interinato será algo distinto a los anteriores, ya que al grupo íntimo de trabajo se sumará otro que dejó su sello grabado a fuego en la historia contemporánea del club y se trata de Nicolás Olmedo.

El exvolante central nació futbolísticamente en la cantera bodeguera y más allá de un recorrido muy exitoso por varios clubes, el Cascarudo tuvo su momento de gloria en su propia “casa”.

Olmedo hizo todas las inferiores en Godoy Cruz y fue parte del ascenso a Primera División en 2005. Luego fue clave en aquel equipo de Asad que logró la clasificación a la Copa Libertadores. Jugó 160 partidos en el club y marcó 2 goles.

Olmedo se retiró de la actividad profesional hace muy poco tiempo y rápidamente recaló en las divisiones inferiores del Tomba. Pero encontró su lugar dentro del cuerpo técnico que lidera Oldrá y además de sus conocimientos futbolísticos es otro que conoce perfectamente cual es el paladar del hincha.

“Nico es joven y su humildad lo lleva a lugares donde otros no llegan. Tiene mucho por aprender pero en un futuro puede estar ocupando lugares importantes en el club”, afirmó Oldrá.

Los tiempos que corren no son buenos para Godoy Cruz y, con buen tino, la dirigencia decidió darle la responsabilidad a tres históricos de ser quienes saquen de esta crisis a un equipo con escasa jerarquía, pero por sobre todo desconocedor de la impronta bodeguera.