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La última batalla de la Superfinal: el Apache contra el León

24 de noviembre, 2018 - 09:29

Cada vez falta menos para la final de la Copa Libertadores. Será mañana a las 17 en el Monumental. Todas las miradas del mundo estarán puestas en esta final que marcará historia en el torneo más importante de Sudamérica.

Se definirá como una partida de truco. Se repartirán las cartas. Cada equipo apostará a su estrategia de juego. Primero se estudiarán. Luego, comenzarán a arriesgar con sus cartas mas importantes. Y ahí es cuando aparecen los jugadores emblemas para sellar su presencia.

Boca apostará a la carta más influyente y ganadora de su plantel. Un as bajo la manga como táctica para silenciar el Monumental. Se llama Carlos Tevez, quien ostenta 26 títulos en su haber. Es el segundo argentino más ganador, detrás de Lionel Messi con 35.

Por su parte, River con la vuelta de Leonardo Ponzio tendrá un referente que se transformó en el jefe del equipo en el campo de juego. Su inteligencia, determinación y presencia permiten que sus compañeros confíen en él para que desde la mitad de la cancha empuje el equipo hacia adelante.

El jugador “del pueblo” xeneize, como fue definido en su momento, le puede inyectar al equipo verticalidad, despliegue por todo el frente de ataque y poder en ofensiva. Además, de pases filtrados entre líneas para habilitar a Wanchope Ábila. Puede asumir el rol de líder dentro del campo de juego y ser la conexión entre los mediocampistas y delanteros.

Ponzio, como dueño de la mitad de la cancha, marcará los tiempos del ahogo constante hacia el rival, la recuperación rápida del balón y la proyección de los laterales (Montiel y Casco) cuando él se ubique entre los defensores para formar una línea de tres centrales.

En una final como ésta pesa mucho lo emocional. En River, Ponzio aportará liderazgo, rigor, profesionalismo, poder de reinvención a sus 36 pirulos y mentalidad ganadora.

En Boca, Tevez lo es todo. Su personalidad, madurez y liderazgo, su pasado como campeón de Libertadores y totalmente identificado con la camiseta azul y oro, parecen jugar un papel especial para ser el encargado de ponerse el equipo al hombro.

La influencia de Tevez puede ser vital desde lo anímico por el peso específico de su apellido. Sí hay algo que le aporta al equipo es su presencia antidepresiva. Un aporte psíquico que fortalece al equipo, contagia persistencia y obligaría a Gallardo a planear su estrategia de otra manera, con el asterisco de tener a Tevez en la vereda de enfrente.

El capitán de River es valorado y escuchado por sus compañeros. Transmite seguridad, tranquilidad y experiencia. Ponzio es la bandera del equipo que llegó a dos finales de Libertadores en cuatro años.

El jugador de Las Rosas, provincia de Santa Fe, volvió al club en el momento más crítico de la historia. De esta manera, se metió en el corazón del hincha de River. Eso lo hace intocable. Tuvo momentos complicados, como cuando perdió la titularidad con Matías Kranevitter pero con trabajo y humildad se fue ganando otra vez su lugar en el once titular.

Ponzio tendrá la posibilidad de retirarse con las mieles del éxito a sus 36 años. Le queda un año de contrato y él mismo anticipó que quiere dejar de ser profesional con la camiseta de la banda. Justamente contra Boca, en duelos de eliminación directa, el capitán se transformó en lo que es: el futbolista más querido por los hinchas.

Cabe repasar sus actuaciones en los duelos mano a mano contra Boca en los últimos años. Los dos encuentros de las semifinales de la Sudamericana 2014, los de los octavos de final de la Libertadores 2015 y el de la Supercopa Argentina de este año en el Malvinas Argentinas.

Ponzio es mucho más que el capitán de River. Es el emblema del plantel, tanto adentro como afuera de la cancha. El que lleva la voz de mando. El león que deja hasta la última gota de sudor. Y en estos partidos su presencia se agiganta.

El Apache querrá cumplir el objetivo que lo devolvió a Boca: ganar la Séptima Libertadores. Asumirá la presión y la responsabilidad de lo que está en juego. De este tipo de finales esta curtido. Un dato no menor para justificar su presencia sería que es el único de los 22 protagonistas que ganó una Champions Legue con el Manchester United en 2008 (también obtuvo el Mundial de Clubes) y una Copa Libertadores con el Xeneize en el 2003.

Tevez no tiene miedo de jugar de visitante, menos en un estadio donde marcó historia. Como en aquella noche épica del 17 de junio de 2004 cuando Carlos Bianchi lo mandó al campo de juego, marcó un gol sobre la hora y Boca avanzó a la final de la Libertadores a través de los penales.

Sus compañeros confían en él, su rival lo respeta, su experiencia lo avala y su pasado lo enaltece. Su entrenador apuesta por su capacidad ganadora y hasta lo motiva, como cuando le dijo en el banco de suplentes antes de ingresar a jugar en la ida: “esta final es por la que vos viniste” y su hermano Gustavo, agregó: “gánalo”.

Él durante la semana previa a la final expresó su deseo de jugar la revancha, a la que la definió como “mi final más importante. Hay que estar a la altura, no por mí, sino por el club, por Boca. Mi vuelta anterior había sido por mí, esta vez es por la gloria del club”.

Tevez sabe que podría ser la última final de su estupenda carrera profesional. Y el incentivo es doble, mayor.

En Boca todas las cartas están puestas en él, ya sea de titular o ingresando cuando el técnico lo decida. Guillermo tiene un as bajo la manga para utilizar en la última partida de truco que le queda para ser campeón de Sudamérica.

Ambos son respetados por los amantes del fútbol, admirados por sus colegas y queridos por sus hinchas. Cada entrenador apostará a sus cartas mas influyentes. Los referentes jugarán su partido especial. El que mejor haga su trabajo, obtendrá la gloria máxima y ganará la última batalla de sus carreras.