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Vuelve el planteo sobre devaluar

Durante la semana el término volvió a sonar en los análisis económicos argentinos.

05 de diciembre, 2020 - 07:04

Tanto en Argentina como en el resto de Latinoamérica se conoce muy bien la acción de devaluar a las monedas locales respecto a referencias que casi todo el tiempo miran al dólar.

La dolorosa experiencia de la crisis económica, pasada, presente y futura del país obliga a estar atentos a ese término fantasma que cuando aparece volvemos a tomarnos la cabeza en silencio. Un silencio que tiene como principal argumento la inflación. 

Economistas como Domingo Cavallo, Roberto Lavagna o el mendocino Alejandro Trapé, durante la semana han venido poniendo nuevamente el caro asunto sobre la mesa y el panorama resulta serio.

Mientras el primero pronosticó una inflación cercana a un 50%, el segundo sentenció que “una devaluación es siempre la admisión de una derrota, pero a veces es inevitable”. Ambos participaron en un foro organizado por la Bolsa de Comercio de Córdoba donde analizaron la crisis y el estancamiento económico ante lo cual pidieron impulsar cambios estructurales con el finde enfrentar la etapa pospandemia.

El tercero, el local Trapé, lo hizo frente al duro paradigma de “¿Devaluamos o no?”. Y didácticamente explicó que por el momento no ve un escenario en el que el sea inminente o necesaria una devaluación, pero…

 

Difícil responder

“Una de las preguntas recurrentes entre los argentinos es si habrá o no devaluación. No ahora, desde hace unos setenta años. Y también otra relacionada sobre Cuándo. Y finalmente otra, tal vez de menor importancia, aunque no debería serlo, y que hace blanco en el cuánto”, inició su reflexión Alejandro Trapé.

El actual Director del Centro de Investigaciones y Vinculación Económica, CIVE, en la Facultad de Ciencias Económicas, FCE, de la UNCuyo, también admitió que a esas preguntas “contestarlas es siempre difícil, porque los políticos nunca han usado a la devaluación de la moneda como lo que realmente es: un instrumento de política económica encaminado a resolver problemas de ahogos en las cuentas externas a través de un cambio en los precios relativos”, dijo. Y añadió: “No lo han hecho porque la devaluación, si bien tiene este efecto benéfico, lo tiene en el largo plazo, pero en el corto plazo presenta efectos colaterales indeseables: inflación y recesión al menos en los siguientes ocho meses”.

Enfocado en esa línea reflexiva el economista se sumergió en el análisis al cual todos deberíamos atender, especialmente la clase dirigencial: “Políticos cortoplacistas como los nuestros nunca pueden considerar la posibilidad de una medida que en el corto plazo traiga problemas y en el largo plazo las soluciones. No contrapesan magnitudes de problemas y soluciones, solamente tiempos”, marcó.

Dicho esto apuntó a la determinación de devaluar porque al parecer a los funcionarios nacionales no les queda otra opción. Por lo impopular que resulta tomar esa decisión: “Por eso se resisten a devaluar, como si fuera un último recurso al que acuden cuando el combo del sistema de tipo de cambio administrado y políticas fiscales y monetarias expansivas, que les encanta usar, contra toda evidencia empírica que les indica que siempre ha fallado, ya no soporta más”, ilustró. 

“Entonces devalúan y culpan de esa medida a un golpe de mercado, que no se preocupan por explicar porque saben que en ese trámite no son idóneos y que es mejor apelar a las emociones de la gente, indignada con la suba del dólar”, apuntó. 

Entonces es el momento en que “el mercado es el sospechoso usual y el culpable ideal, aunque no explican tampoco que en el sistema administrado que vienen sosteniendo a duras penas, el Estado es, por definición, parte fundamental del mercado cambiario. Mucho más cuando hay cepos y los particulares apenas pueden actuar en el mercado formal”, observó.

Lo que explicó Trapé lo fundamentó en el siguiente cuadro en el que compartió el análisis del comportamiento de dos indicadores: el de Presión Cambiaria y el de Presión Devaluatoria de la Moneda Argentina. “Tal como han sido construidos, a medida que se alejan de la unidad, hacia arriba, significa que la presión está aumentando”, explicó.

 

Formas de descomprimir

 

- ¿Cómo puede descomprimirse la situación sin que sigan aumentando las posibilidades de devaluar nuestra moneda?

- La línea azul puede acercarse a 1,0 mediante contracción de la cantidad de dinero o fortalecimiento de las reservas disponibles. Por ejemplo, pensemos que aumentar el encaje a los bancos de sus depósitos en dólares NO las aumenta.

- ¿Y la amarilla? 

- La línea amarilla puede acercarse a 1,0 generando confianza para el ingreso neto de capitales, mejorando las exportaciones con rapidez, recomponiendo las reservas y, atención, evitando crecer con rapidez. 

 

Evitar el suicidio

“Dejo para que Usted pueda considerar cuáles cree que son las posibilidades de que alguno de estos efectos suceda en 2021”, sugirió el economista Trapé. 

Y concluyó: “Por supuesto, si las variables mencionadas se mueven en el sentido contrario, la posibilidad y el momento de la devaluación se acercarán. A mi juicio, la devaluación no es inminente. Los números no dan para eso, salvo que ocurra un suceso muy negativo a nivel político que dispare la desconfianza. Eso nunca lo descartemos. Pero si ocurre Usted lo percibirá claramente porque el humor social no es el mejor”, señaló. 

“Pero si las cosas siguen en la dirección en la que van el momento comenzará a acercarse y en algún momento será inevitable. Hay que estar atentos a esta información”, advirtió.

Finalmente Trapé fue categórico: “Termino con un punto muy importante que no debemos menospreciar. Ambos indicadores se encuentran hoy fuertemente contenidos por los cepos. Retirarlos ahora implica acelerar la posibilidad de devaluación. Y eso sería suicida”.