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Fuertes subas de la carne, pese a las restricciones y las políticas de control

Los aumentos alcanzaron hasta el 20%, tendrán su traslado a las carnicerías pese a las políticas restrictivas y de controles que implementó el Gobierno nacional. El incremento de los alimentos para el ganado y los insumos explican parte del problema

19 de noviembre, 2021 - 07:24

Pese a que el Gobierno nacional se propuso contener los precios de la carne vacuna hace tiempo, con la consabida explicación de ‘cuidar la mesa de los argentinos’, y para ello llegó hasta la prohibición de exportaciones, los efectos de las políticas fueron imposibles de mantener en el tiempo, y en los últimos días se registraron fuertes aumentos del ganado en pie –el que se comercializa en los mercados concentradores como el de Liniers- que, obviamente, tendrán su traslación al producto final que compran los consumidores.

La ecuación se inicia con los aumentos, en principio, de los alimentos. La dieta de los animales en el actual sistema productivo –donde mucho de lo que se come se engorda en feed lots– está básicamente integrada por maíz, soja y otros cereales, y estos se comercializan a precios de commodities, es decir, el aumento en los mercados internacionales directamente incide en los costos de los criadores. También se registró baja faena y baja oferta.

El precio de la hacienda para consumo, en el mercado concentrador, registró subas de entre un 15% y 20% promedio, y se prevé que su traslación al mostrador se vaya viendo desde ahora hasta fin de año. 

 

La punta del iceberg

Edgardo Fretes, secretario de la Cámara de Abastecedores de Carne de Mendoza, dialogó con la 91.7, y explicó la situación: “Lo cierto, es que la suba más grande fue en el Mercado de Liniers, no en los mostradores”, comenzó, “lo que pasa que el Mercado de Liniers muchas veces es la punta de del iceberg, o sea, arranca por ahí, pero después sigue, arrastra el resto de la cadena”. 

El aumento del mercado, que en los últimos diez días ha sido un 25%, y para el dirigente, “este aumento tiene para mí dos componentes. El primer componente tiene un condimento de una cuestión macroeconómica, de incertidumbre que generaron las elecciones, que es muy parecido a lo que ha pasado con el dólar Blue. Hay muchos productores que decidieron no vender o esperar, porque no se sabía qué medidas podía llegar a tomar el gobierno después de las elecciones”. Y añadió: “Tenemos un gobierno que no tomó medidas ni antes de las elecciones, ni después, y sigue sin tomar medidas, o sea, estamos en la inacción total”.

El segundo componente lo adjudicó a que “hace alrededor de tres, cuatro meses se produjo un aumento del ternero, que hizo que muchos engordadores no pudieran reponer lo que vendieron, o decidieron no hacerlo y preservar la plata”.

 

El futuro del negocio

Otra de las consultas a Fretes tuvo que ver con qué futuro puede tener el negocio ganadero, que necesita de largos plazos para comenzar a tener rentabilidad, en un contexto donde las reglas cambian varias veces en un año. “El negocio ganadero en Argentina es muy fino para para el productor, porque no solo le tiene que agregar la compra del ternero, sino que además tiene que tener en cuenta la comida. Hoy el engorde a campo prácticamente ya no existe, es muy poco, te diría el 90% o 95% del engorde es a corral, comprando comida, a no ser que el productor también tenga un campo donde produce su maíz, su avena, cualquier tipo de otras forrajeras que son alimento para los animales”.

Entonces, los costos de los insumos se suman ya de por sí a una relación de costo-beneficio muy ajustada. “Y aun así existe el costo de oportunidad”, sumó el experto, lo que explicó de la siguiente manera: “¿Me conviene dárselo al animal, para convertirlo en kilos de novillo, o vender el maíz en el mercado? Entonces bueno, ahí también juega la conveniencia, por eso es un es un tema delicado el de la ganadería”. 

Con respecto a los plazos, hay que tener en cuenta que el proceso, de punta a punta, insume un mínimo de tres años. La parición de la vaca dura diez meses. Después hay que esperar por lo menos un año que el ternero esté apto para engorde, y después hay que esperar otro tiempo más para que el animal llegue a un peso de entre 350 y 400 kilos, que es lo necesario para que pueda pasar a faena.

 

Exportación a cuentagotas

Con respecto a las restricciones a las exportaciones –que son de las denominadas vacas conserva, que no se consumen en el mercado interno– indicó: “Se ha ido abriendo de a poco, lo que ha hecho el gobierno, luego de haber frenado la exportación, ha sido dosificarla. Es decir, mantenerla controlada, no sale todo con libertad como estaba sucediendo y entonces de esa manera están controlando un poco el precio”. Pero, advirtió “lo que no debería pasar es que controlen del todo, porque si no se va a generar algo, que es lo que pasó en tiempos de la 125 en el 2008, que fue la desinversión del campo en ganadería.

Siempre hay que tener en cuenta que, en el mismo espacio de tierra, el que hace ganadería puede perfectamente plantar maíz, o trigo, o centeno o girasol”, y vale aclarar que, en aquél tiempo de referencia, la liquidación de los stocks ganaderos fue muy acentuada, y luego llevó muchos años reconstruir esos planteles.


“Yo siempre digo que el mercado de la carne en la Argentina es de los mercados más transparentes en cuanto oferta y demanda. Hay una demanda, que es la del consumidor final, que está deprimida, y esto lo vemos en el consumo per cápita”, continuó el secretario de la Cámara de Abastecedores de Carne de Mendoza, haciendo hincapié en una baja histórica, que sitúa esos números en niveles que no se habían registrado en muchos años. Para dar una idea, los números de la Bolsa de Comercio de Rosario indican que en los últimos 30 años se pasó de casi 80 kilos por año por habitante, a 50,4 kilos.